miércoles, 7 de mayo de 2008

Urgencias visita su casa


¿Quién no ha tenido entre sus brazos a la una de la madrugada a su hijo pequeño, llorando e irradiando calor como si fuese una estufa? Si, todos sabemos que no hay que asustarse, que se trata de un pequeño resfriado; pero el niño aun no sabe hablar, no sabemos lo que le duele y cuando le colocamos el termómetro y comprobamos que marca 39 º ¿quién es el chulo que se resiste a llevarlo a urgencias del hospital más cercano? ¿Aunque sólo sea por si acaso?
Pues bien, se ha comprobado que el 28% de los casos eran una simple alarma, sin ninguna consecuencia aparte del correspondiente catarro y la posterior convalecencia. Una alegría para los padres (a pesar del trastorno de tener que salir a la una de la madrugada de casa, las dos horas de espera en urgencias y la consiguiente noche sin dormir), pero un gasto innecesario para el servicio de salud.

Yo soy el primero que dice que ese gasto no es innecesario, que es mi hijo y que para eso me descuentan todos los meses de la nómina una cantidad astronómica que sirve para cubrir todos los gastos médicos de mi familia. Pero razonándolo un poco, nos daremos cuenta todos de que el dinero, y más el público, no se puede malgastar.
¿Cuánto pagaríamos porque en plena madrugada acudiese un médico a casa, viese a nuestro hijo y nos tranquilizara? Muchos de ustedes ya lo saben porque tienen contratado un seguro médico privado. Pero mucha otra gente no se lo puede permitir.
Habría que encontrar un método para que el médico viese a nuestro hijo, sin salir de casa y sin que nos cueste un riñón, ni a nosotros ni al estado.

Pues por ahí van los tiros. En el año 2001 se puso en marcha en Rochester, Estados Unidos, un programa que cuenta con 6.000 consultas infantiles atendidas a distancia mediante videoconferencias. De momento, se trata de un servicio de telemedicina presente en una serie de centros infantiles y de primaria, así como una escuela de personas con discapacidad mental.
Después de seis años, se han sacado las primeras conclusiones, muy interesantes por cierto: el 28% de los casos se solucionaron perfectamente con este servicio virtual y del resto, más de la mitad se hubieran podido tratar con la medicina y sólo una cuarta parte del total se tendrían que haber remitido necesariamente al servicio de urgencias de un hospital.
También se han evaluado los costes económicos del nuevo sistema: de la forma tradicional, una infección de oído, un resfriado o un asma leve pueden suponer un gasto de 355 dólares. Si se hubiesen tratado por telemedicina, el coste hubiese sido de 50 dólares. Se estima que se pueden ahorrar 21 dólares al año por cada niño que se acoge a este sistema.
Aparte de esto, las familias se benefician de un trato más personalizado ya que pueden contactar con el pediatra que haya tratado al niño durante toda su infancia. Las distancias no son ningún problema.

Como ya hemos dicho, de momento el sistema está en una fase experimental en esta ciudad norteamericana y sólo se usa en niños y en centros educativos.
Llámenme optimista, pero yo veo un futuro en el que desde nuestra propia casa podamos contactar con el médico de cabecera, explicarle nuestras dolencias, tomarnos la tensión e incluso realizarnos un análisis básico de sangre u orina para descartar enfermedades graves, y que el galeno nos recete lo que nos tenemos que tomar. Y acudir a urgencias sólo cuando sea necesario.
Algunos dicen que Internet es sólo pornografía. ¡Qué equivocados están! Internet es el futuro.

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