lunes, 24 de febrero de 2014

¿Facebook + WhatsApp = problemas de seguridad y privacidad?



Todo el mundo conoce que la empresa que fundó Mark Zuckerberg, Facebook, ha comprado por 19.000 millones de dólares el servicio de mensajería instantánea más popular del mundo, WhatsApp. Según ambas empresas, todo continuará igual y WhatsApp será totalmente independiente de la popular red social, sin cambiar la interfaz de usuario y sin incluir publicidad. Pero, ¿qué peligros pueden surgir para los usuarios tras ésta compra?

Según el responsable de la oficina de regulación de la privacidad en las comunicaciones de Alemania, Thilo Weichert, muchos. Es más, ha aconsejado a todos sus compatriotas no utilizar WhatsApp para comunicarse a través de mensajes instantáneos. Y va más lejos al afirmar que la combinación en un mismo dispositivo móvil de WhatsApp y Facebook “deja al usuario completamente desprotegido y quienes utilizarán sus datos a partir de ese momento, no responden ante las leyes de protección europea”.  

El señor Weichert, no tiene reparo alguno en llamar al boicot: "En la aplicación WhatsApp ni siquiera encontramos una declaración sobre política de protección de datos. Eso quiere decir que se reservan el derecho a disponer de los datos de los usuarios como les parezca mejor" (lógico sí que parece su planteamiento).  "Además, tras consultar a nuestros juristas, hemos constatado que este tipo de comunicaciones se encuentra en una interfaz problemática entre las telecomunicaciones y los medios de comunicación que dificulta en extremo la acción de la justicia, porque no hay una legislación específica al respecto". Y acaba afirmando que "ambas compañías se han negado a acatar las normativas de seguridad y de privacidad de datos establecidas por la UE y sus usuarios deben saber que están totalmente desprotegidos" (ya saben que ambas compañías tienen sus sedes en Estados Unidos, país donde las leyes de protección de datos son bastante menos estrictas que en Europa).


¿Qué puede haber de verídico en todas estas afirmaciones? Lo cierto es que Facebook se ha caracterizado en los últimos tiempos por protagonizar continuos fallos de seguridad que han dejado en una posición muy vulnerable los datos de sus usuarios. También es cierto que muchos usuarios de Facebook habían decidido en los últimos meses pasarse a WhatsApp para proteger sus comunicaciones por tratarse de un entorno más cerrado que protegían mejor su intimidad.  Y no debemos olvidar que, según sus responsables, la política de privacidad de WhatsApp consiste en compartir información con otros proveedores de servicio y en usar información personal, ya sean datos de uso, cookies, IP, entre otros, con el objetivo de mejorar la calidad del servicio y generar la creación de nuevas características para mejorar la experiencia del usuario. 
¿Compartirán ahora las dos empresas todos esos datos? No lo duden ni por un instante.


No soy el único que siempre ha sentido recelos ante estas empresas “altruistas”. ¿Por qué negarse a incluir algún tipo de publicidad en un servicio que usan centenares de millones de personas diariamente en todo el mundo? Sí, ya sé que desde hace aproximadamente un año, a veces, cobran unos ridículos céntimos anuales a sus usuarios; ¿no lo harán para disimular y que pase desapercibida  su auténtica fuente de ingresos? ¿Imaginan cuantos datos pueden almacenar diariamente?

Hoy, Mark Zuckerberg ha afirmado en Barcelona que WhatsApp vale mucho más de lo que han pagado por ella. No piensen mal: puede que entre sus proyectos para rentabilizar tan alta inversión esté el cobrar a los usuarios los centimitos dos veces al año.


sábado, 22 de febrero de 2014

El poliamor gana adeptos y revoluciona el sexo de la pareja



No es nada nuevo. Siempre ha existido aunque se mantenía en secreto. Ahora muchas personas continúan practicándolo pero han decidido ser más honestas y reconocer públicamente que lo practican. Estamos hablando del poliamor. ¿Y qué narices es eso?

Poliamor podríamos denominarlo como una relación múltiple de pareja. Si lo habitual es que dos personas formen una pareja y mantengan esa relación, en éste caso cada persona forma varias parejas y éstas a su vez, lo hacen con otras personas. Algo así como si en una relación heterosexual, un hombre tuviese tres mujeres y éstas a su vez compartiesen su vida con otros dos o tres hombres.

No se trata de poligamia, ya que en ese caso sólo uno de los integrantes de la pareja se junta con más personas ni es el típico rollito de una noche o los típicos “follamigos”; aquí la relación no se basa sólo en el sexo sino que tiene una gran importancia la convivencia, el afecto, la complicidad y el amor hacia la otra persona. Sólo que en lugar de una, son varias.  


A simple vista, todo esto parece un lío monumental. Si ya resulta complicado cuidar, mantener y conseguir ciertos niveles de compromiso y afectividad con otra persona, imaginen lo que puede llegar a ser cuando se juntan con más de una y ellas, al tiempo, están unidos sexual y sentimentalmente a otros. Por ello, no todas las personas valen para realizar esta práctica.

Es imprescindible que quien entre en este tipo de relaciones sepa cuáles son las reglas, dónde se están metiendo y qué se van a encontrar ya que una relación de poliamor debe ser ética, honesta y que tenga el máximo respeto hacia la pareja. No tiene por qué ser para toda la vida: unas relaciones son posibles y otras, por mucho que se intente, no. Nada de celos, de echar en cara y de pasarlo mal.

No todas las personas sirven para practicarlo. Aparte de una gran madurez y, suponemos que muchas ocasiones, sangre fría, se debe tener una cierta independencia económica por parte de todos sus miembros. En caso contrario, la relación podría pasar de voluntaria a necesaria y perder la imprescindible libertad que requiere.  

¿Se apuntan? Pido disculpas, pero yo, creo que no.


martes, 18 de febrero de 2014

Los duros sevillanos y el euro catalán



Realmente no son euros y ni siquiera están acuñados en Cataluña, pero la región española cuyos dirigentes aspiran a independizarse del resto de España ya pueden presumir de tener moneda “oficial”: el euro de la República Catalana.

Un grupo variopinto de ciudadanos catalanes ha creado la primera, podríamos denominar, moneda del futuro “Estado Catalán”: una edición limitada de 8.000 monedas, 1.000 de cada valor facial (2 euros, 1 euro, 50 céntimos, 20 céntimos, 10 céntimos, 5 céntimos, 2 céntimos y 1 céntimo), sin ningún valor real, pero fabricados a imagen y semejanza de los euros oficiales y que muy fácilmente se pueden confundir con ellos.

Los participantes en este nuevo episodio independentista se cuidan muy mucho de hacer públicas sus identidades pero, al parecer, el “ideólogo” de esta acción se llama Miquel, reside en un pueblo de la montaña leridana y reconoce que “han aprovechado una situación favorable para emitir y distribuir las piezas” que venden en una carterita con los ocho valores al módico precio de 10 euros. De los 10.000 euros obtenidos (porque ya las han vendido todas), el 20% ha sido entregado como “donación a la causa”, a una entidad que trabaja a nivel local para el “advenimiento de nuestro país”, aunque en algunos comentarios en redes sociales ha reconocido que “trabaja para la liberación de nuestro país”. 


No todos los participantes en esta aventura numismática son de la misma opinión que Miquel. Así, uno de los distribuidores de la cartera, Antonio, estanquero en Lérida y subastador de monedas y antigüedades en eBay, dice que “pone a España por delante” y que el proyecto de la Cataluña independiente “va a acabar mal”.  Pero no importan las disquisiciones ideológicas, ya conocen que para los catalanes “la pela es la pela” y de momento ya ha vendido 40 estuches a un precio bastante superior y los pedidos le siguen llegando.    

Para fabricarlas, pidieron presupuesto a varias empresas catalanas pero los costes no daban para hacer “negocio” con la independencia. Así que, ni cortos ni perezosos, se fueron hasta China, a una fábrica de fichas para máquinas tragaperras que utilizan prensas de gran tonelaje similares a las utilizadas por las cecas nacionales encargadas de emitir monedas de curso legal.   

En estos “euros catalanes”, en lugar de la efigie del Rey aparece la imagen de un niño que levanta la mano al coronar un “casteller”. En las de 50, 20 y 10 céntimos es Sant Jordi luchando contra el dragón el que ocupa en anverso y en las pequeñas, de 5, 2 y 1 céntimo, la imagen elegida es el Ave Fénix ya que, según argumentan estos numismáticos, es un símbolo catalán porque proviene del diseño que el arquitecto Lluis Domenech realizó para la revista “Renaixensa” a mediados del siglo XIX.  Después de Colón y El Quijote, ahora le toca al Ave Fénix. ¡Van a por todas! 


En realidad, estos “euros catalanes” tienen un milímetro menos de diámetro, el borde es liso y no están producidas con las mismas aleaciones metálicas que los euros verdaderos. Además, tampoco se ha adoptado el símbolo ni la palabra euro ni se han colocado las estrellas de cinco puntas. ¿Por qué todas estas “imperfecciones”? Muy sencillo: el Parlamento Europeo y se reglamento (UE 1210/2010) mantiene prohibida la fabricación, venta, importación y distribución de cualquier “moneda”, “medalla” o “ficha” si el tamaño está dentro de la gama de referencia o el diseño y los símbolos son similares al euro. Está considerada una infracción administrativa cuya multa puede superar el medio millón de euros. No nos extraña que estos secesionistas escondan sus nombres a toda costa.
El objetivo es evitar que estas réplicas se puedan utilizar como sustitutas de las monedas legales: con la cantidad de diseños que tiene el euro, estos de la “República Catalana” colarían fácilmente como buenos.

Para que fuesen “legales”, aparte de pedir autorización a la Dirección General del Tesoro y Política Financiera (algo que, por supuesto, no han hecho), deben llevar un NO en el anverso o en el reverso, hacerles un agujero central superior a seis milímetros o tener una forma poligonal de hasta seis caras. Ah!, también serían legales si se hubiesen fabricado con oro, plata o platino. Naturalmente, esta última opción ni siquiera se les pasó por la cabeza a estos numismáticos catalanes. ¡Independentistas sí, bobos no! 
    

Dicen que están preparando una segunda edición corregida y aumentada. Si alguno de ustedes les conoce y quiere que colaboren con la Hacienda Pública como hacen el resto de los españoles, ya saben donde tienen que dirigir  un correo electrónico anónimo. Que esto de política tiene poco y de chanchullo económico, mucho.