jueves, 29 de abril de 2021

Baterías intercambiables; el único futuro del vehículo eléctrico

 


No soy el único que piensa que el planteamiento que se viene utilizando desde un principio en la recarga de las baterías de los vehículos eléctricos no es el adecuado. O, al menos, no debería ser la única solución. Cambiar los combustibles fósiles por la electricidad verde (la generada de forma sostenible) es, con permiso del hidrógeno verde, una de las pocas soluciones para acabar con la contaminación y las emisiones de CO2 a la atmósfera. Pero, tal como está planteado en la actualidad, será muy difícil que se pueda conseguir.

¿Cuántos usuarios pueden recargar las baterías de su vehículo por la noche? Para ello, usted debería vivir en el campo o en un unifamiliar con las instalaciones adecuadas (y caras), porque si vive en un bloque de viviendas, ¿dónde lo enchufa? Incluso disponiendo de garaje comunitario, lo va a tener difícil tanto por la instalación como por el coste de la electricidad que, normalmente, se paga entre todos los propietarios.

Recargarlo en las pocas electrolineras disponibles continúa siendo una quimera. Mucho tiempo enchufado (incluso aunque sea media hora continúa siendo mucho tiempo) y pocas instalaciones. Pensemos que, si se generalizase el uso del eléctrico, ¿cuántos postes deberían instalar en las electrolineras para cubrir la demanda? Ahora es muy bonito porque siempre están vacíos y disponibles, pero imaginen llegar y ver una cola de cuatro o cinco coches para recargar en cada poste…

Por todo esto, siempre he pensado que debería existir un sistema alternativo. Y el mejor sería el de baterías intercambiables. Usted llega con su vehículo, le quitan la batería agotada y le colocan otra recién cargada. En un par de minutos solucionado, más o menos lo que cuesta llenar el depósito de gasolina. ¿Por qué no se hace? Pues porque cada fabricante de automóviles tiene sus propias baterías, diferentes de las de los demás, y porque cada batería vale un pastizal y no se pueden arriesgar a perderlas o que se estropeen.



Parece que las cosas tienden a cambiar. Cuatro de los líderes mundiales del sector de las motocicletas, Yamaha, Honda, la sueca KTM y la italiana Piaggio han firmado una carta de intención para la creación del Consorcio de Baterías Intercambiables para el segmento catalogado como L en automoción: motocicletas, ciclomotores y vehículos ligeros.

Las cuatro marcas reconocen que disponer de un sistema de baterías intercambiables estandarizado promovería el uso generalizado de vehículos eléctricos ligeros, a la vez que contribuiría a una gestión más sostenible del ciclo de vida de las baterías utilizadas en el sector del transporte.

El objetivo del consorcio, que comenzará sus actividades en el mes de mayo, será definir las especificaciones técnicas estandarizadas del sistema de baterías en colaboración con otras empresas interesadas y con los organismos de normalización nacionales e internacionales. El propio consejero delegado de KTM, Stefan Pierer, remarcaba que las limitaciones de los sistemas de propulsión eléctrica en cuanto a la autonomía, tiempo de carga y coste inicial siguen siendo evidentes en la actualidad y se tiene que buscar una solución consensuada.



El camino ya lo inició hace tres años la marca Kymco que apostó por la idea de las baterías intercambiables con su proyecto Ionex que está en marcha desde entonces en Taiwán con gran éxito, aunque todavía no ha podido dar el salto a Europa debido al alto coste y a la dichosa pandemia.

Deseamos que el proyecto tenga éxito y que pronto lo imiten para otro tipo de vehículos. Muchos de los que querríamos desplazarnos sin contaminar pero no tenemos la posibilidad de hacerlo, lo agradeceríamos.

 

miércoles, 14 de abril de 2021

El Ministro de Transportes de Biden pillado como falso ciclista. ¡Viva el ecologismo!

 


Queda muy bien para la foto, pero en el fondo todos sabemos que es mentira. En España hemos visto ministros llegando a su trabajo en metro o autobús, pero sabemos que no puede ser cierto porque tienen que ir rodeados de guardaespaldas y con unos protocolos de seguridad que no son aptos para el transporte público. Pero la foto queda de cine, ¿verdad? Pues lo mismo ocurre en Estados Unidos, aunque en el caso que nos ocupa, roza con la tomadura de pelo.

Pete Buttigieg fue nombrado secretario de transporte apenas llegó Joe Biden a la Casa Blanca. Considerado por muchos como un “justiciero” contra el cambio climático, ha asistido a numerosas conferencias internacionales sobre el tema. Ya saben, de esas en las que se proclama que “hay que ahorrar gasolina”, “no más aviones, viajen en tren cama” o “comamos hamburguesas artificiales, acabemos con la ganadería para evitar el metano en la atmósfera”. 

Recientemente, ha saltado a la palestra en Estados Unidos por ser la cabeza visible del anuncio por parte de Biden del gasto de 2,2 billones de dólares destinados a infraestructuras y proyectos de transporte ecosostenibles para evitar las emisiones de dióxido de carbono. Lógicamente, para cubrir ese gasto, el bueno de Pete propuso un nuevo tributo que cubra este sobregasto. Los malditos impuestos.

Siempre ha defendido el uso de la bicicleta para los desplazamientos e incluso ha sido felicitado por el director ejecutivo de la Cumbre Nacional de Bicicletas, Bill Nesper: “Estamos emocionados por tener un secretario de Transporte que conoce los beneficios de ir en bicicleta y estamos ansiosos por discutir su visión para el futuro de nuestro sistema de transporte en la próxima Cumbre”.

Pero no todo es como aparenta ser. Un ciudadano anónimo ha grabado una secuencia que ha corrido a toda velocidad por las redes sociales. En ella se ve como el secretario se apea de su vehículo oficial a unos 200 metros de la Casa Blanca con un casco puesto; sus escoltas bajan una bicicleta del maletero del coche de alta gama; el secretario demócrata se monta en ella y pedalea hasta llegar a su oficina donde le esperan un grupo de periodistas que inmortalizan su llegada a la Casa Blanca “cansado de pedalear desde su casa”. Pueden ver el video en este enlace. 

¿Teatro? ¿Hipocresía? De todo un poco. Pero sobre todo se trata de la enfermiza obsesión de todos los políticos de exagerar las cosas para ser “los más” en cualquier asunto que defiendan. Siempre pensando en los votos (no en el ciudadano) para perpetuarse en el poder. Con ese ejemplo, ¿cómo piensa convencer a sus compatriotas de que contaminen menos?

A Buttigieg le han pillado con el carrito de los helados. Poco tiempo ha tardado en demostrar quién es.