Tras décadas de despilfarros, la crisis y la consiguiente falta de ingresos vía impuestos, ha provocado que las administraciones públicas no hayan tenido más remedio que recortar sus gastos. A marchas forzadas y muy a su pesar.
Quienes más han tenido que recortar sus gastos han sido quienes más derrochaban: las comunidades autónomas. Pero lo han hecho de manera, podríamos decir que “selectiva”. Cobran por las medicinas y cierran numerosos ambulatorios pero no rebajan el número de cargos públicos; aumentan la ratio de alumnos en las clases y no renuevan los contratos temporales de los profesores, pero no cierran las ruinosas “embajadas” autonómicas en el extranjero; eliminan subvenciones a los grupos más desfavorecidos, pero no disminuyen el tamaño de sus televisiones autonómicas… Precisamente de esto último les quiero hablar: de las escalofriantes fianzas de las televisiones autonómicas.
¿Saben cuánto nos costarán estos entes? Pues alrededor de ¡1.000
millones de euros en 2013 entre subvenciones y pérdidas de explotación! Las
cifras marean: TV3 perdió el año pasado más de 6 millones de euros a pesar de
recibir una subvención de 225 millones; Canal9 recibió 68 millones y perdió 171;
Telemadrid fue subvencionada con 71 millones para perder 115; Canal Sur ha
recibido 118 millones; la ETB 105; TV Galega 95… y así todas y cada una de las
12 televisiones autonómicas que tenemos en España.
Desde que Artur Mas es Presidente de la Generalitat (y aun
no hace tres años) TV3 ha recibido 893 millones de euros en subvenciones de los
contribuyentes; Canal Sur acumula subvenciones de más de 1.000 millones de
euros en cinco años y Canal9, a pesar de las subvenciones, acumulaba una deuda
de más de 1.000 millones de euros con unos fondos propios negativos de 1.217
millones.
¿Por qué pierden tanto dinero? Pues porque mientras los
gastos son estratosféricos, los ingresos por publicidad resultan ridículos: TV3
se puede dar con un canto en los dientes ya que recaudó 70 millones (menos de
una cuarta parte de sus gastos), pero ¿qué palabra podríamos emplear para
calificar los 13 millones de ingresos de Telemadrid o los 17 de Canal9? Ninguna
empresa privada podría mantenerse con vida más de un año con estas cifras.
El escándalo es todavía mayor si se nos ocurre comparar las
cifras de las televisiones autonómicas con las de las televisiones privadas.
Así, mientras Mediaset ingresa anualmente cerca de 900 millones con una
plantilla de 1.100 trabajadores y Antena 3 factura por publicidad 740 millones
con 700 empleados, TV3 apenas ingresa 70 millones y cuenta con una plantilla de
2.571 trabajadores; Telemadrid 13 millones con cerca de 1.000 empleados y
Canal9 17 millones con 1.700 asalariados.
Y el asunto va e irá a peor: al ingresar menos se recortan
gastos con lo que se empobrece la oferta televisiva. El resultado de ello es
una menor audiencia y una mayor dificultad para acudir al mercado publicitario
a por nuevos ingresos. Una espiral negativa de la que es muy difícil salir.
Todas estas pérdidas soportadas por los españoles podrían
perdonarse si realmente estas televisiones cumplieran con su principal
objetivo: el de ser un servicio público. Es indudable que no lo consiguen y los espectadores les dan la espalda. Las audiencias son ridículas: TV3, ETB y TVG apenas superan el 10% y
Telemadrid y Canal9 no llegan ni al 5%. Así es difícil justificar este dispendio para las arcas públicas
¿verdad?
Con una programación que poco tiene que ver con el servicio
público y que apenas sigue uno de cada diez ciudadanos y pérdidas cuantiosas
que vacían las arcas públicas, ¿por qué no las cierran? Todos ustedes conocen la
respuesta: el interés político es enorme; antes cerrarían un hospital o un
colegio que una televisión pública. Si lo hiciesen, ¿dónde colocarían a todos
esos políticos que no caben en la administración? ¿Qué medio utilizarían los
gobernantes para adoctrinar a sus ciudadanos? ¿Cómo les convencerían para que les siguiesen
votando?
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