Aunque
no se legalizó hasta varios años después, apenas murió Franco y bastante antes
de la aprobación de la Constitución, las comunidades bilingües iniciaron la
enseñanza de su lengua propia en los colegios. Se lo digo con conocimiento de
causa porque pertenezco a una de ellas y a mí me cogió esta época, clave en
nuestra historia, en los últimos cursos de la extinta EGB.
Cursaba
mis estudios en un colegio religioso (concretamente de los Salesianos) y en el
año 1976 a uno de los curas se le ocurrió introducir la enseñanza de nuestra
lengua vernácula en el programa del curso. Aunque realizábamos exámenes (que,
por supuesto, no contaban como “notas oficiales”), la asignatura era muy
agradable. El cura-profesor ya se encargaba de conseguirlo introduciendo
juegos, salidas culturales, música, concursos, chistes, cuentos y cualquier
otra actividad que pueda agradar a chavales preadolescentes. Y en todas estas
actividades, no dudaba en ensalzar las bondades de nuestra cultura regional y
en criticar (sin exagerar demasiado, que
las cosas aun no estaban claras) a los opresores llegados del centro de la
península que nos habían impuesto su lengua y su cultura. ¡Para que luego los
nacionalistas critiquen al clero!
Imaginen
la situación creada: chavales a los que les costaba aprender matemáticas,
lengua o geografía, se encontraban con una asignatura en la que el notable era
la nota más baja que se podía obtener y en la que, además, disfrutaban.
¡Aquello del nacionalismo debía de ser la repera!
Con
el paso del tiempo, la enseñanza de las lenguas vernáculas fue legalizada y,
poco a poco, se fue imponiendo al castellano hasta llegar a la situación actual
en la que ésta última lengua prácticamente ha desaparecido de las aulas.
¿Quiénes
fueron los profesores encargados de enseñar esta segunda lengua a los alumnos,
sobre todo al principio de este proceso? Naturalmente aquellos a los que les
importaban estas cuestiones nacionalistas y que vieron en esta nueva asignatura
la posibilidad de mejorar en sus carreras y, ¿por qué no?, de inculcar en sus
alumnos ese sentimiento que a ellos tanto les gustaba.
Desde
el primer día, estos profesores que, en teoría, solo debían enseñar una lengua
(como si fuera inglés o francés) se encargaron de inocular en los estudiantes (con
el beneplácito de los políticos del “país”) el germen del nacionalismo ensalzando las costumbres,
la cultura e incluso la raza de los habitantes de sus regiones y criticando
todo lo que venía de fuera, sobre todo si procedía de Madrid. Lo suyo era lo
mejor, lo más culto, lo más humano, lo más solidario, lo más inteligente y lo
más valioso y los demás solo eran
opresores incultos que ayudados por la fuerza y por leyes partidistas, se
aprovechaban de sus riquezas para robarles y maltratarles. Como no podía ser de
otra forma, el mensaje fue calando poco a poco entre los influenciables alumnos
provocando que la mayoría de ellos viera con buenos ojos un utópico futuro
nacionalista.
A
pesar de estar aleccionados desde pequeños, las personas, por naturaleza, solo
nos preocupamos por nuestro día a día y no solemos imbuirnos en estos temas tan
trascendentales; mientras las cosas (y me refiero sobre todo a temas
económicos)van bien, todo lo demás pasa a un segundo plano. Pero cuando la vida
se tuerce…
Y
éste era el momento que estaban esperando los políticos nacionalistas: “la
culpa de nuestros males económicos viene de Madrid (que nos roba) y no
tendríamos crisis si fuésemos independientes”. Dos pájaros de un tiro: esconden
su inoperancia y promueven el independentismo que les hará vitalicios en sus
cargos políticos.
Por
intereses partidistas, ningún gobernante del estado central ha hecho nunca nada
que contrarrestase esta propaganda interesada.
Ahora llegan tarde. La semilla lleva décadas esperando germinar y la
crisis económica ha sido esa lluvia que estaban esperando.
Si
se celebrase la tan anunciada consulta por el derecho a decidir, ¿cuál sería el
resultado? Llevan más de 35 años convenciendo a los alumnos de las bondades del
nacionalismo. Los primeros estudiantes que pasaron por este trance rondarán los
50 años, o lo que es lo mismo, cerca de
la mitad de los votantes del hipotético referéndum ya han sido aleccionados. En
apenas cinco años, serán mayoría.
Y este mismo cálculo es el que han realizado
los independentistas; de ahí su urgencia
por que se lleve a cabo. La crisis económica no durará siempre. ¡Hay que aprovechar el
momento!
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