La reforma fiscal que prepara el Gobierno de Mariano Rajoy está
al caer y con ella parece que llegará toda una batería de impuestos denominados
“verdes”, muchos de ellos ordenados desde la Comunidad Europea. Seguro que
muchos de ustedes pensarán que ya que hay que pagar impuestos, mejor que sean
de este tipo que, al menos, preservan el medio ambiente y la salud de los
ciudadanos. Pero, ¿seguro que lo consiguen?
Les pongo un ejemplo: estamos cansados de escuchar aquello
de que los coches que más contaminen, que paguen más impuestos. ¿Y esto de qué
le serviría al ciudadano de a pie? De nada. Quien tuviese un coche contaminante
pagaría más… pero continuaría contaminando y todos nosotros seguiríamos
respirando humo y malos olores. ¿O acaso van a instalar con ese dinero grandes
extractores en el centro de las ciudades que eliminen esa contaminación? El
impuesto sólo servirá para llenar las arcas del Estado y
permitirá a los políticos que nos gobiernan (o mal gobiernan, como prefieran) continuar
con su frenético ritmo de gastos. Si un coche contamina en exceso no tiene que
pagar más; lo que tiene que hacer es desaparecer de nuestras calles.
En Europa se quiere hacer algo parecido con los aviones y
está a punto de aprobarse una normativa que gravará los vuelos que despeguen o
aterricen en nuestro continente. ¿Se dedicará el dinero recaudado a estudiar
alternativas a la contaminación que provocan o servirá para ayudar a pagar los
faraónicos gastos del Gobierno de Bruselas?
Y podríamos continuar con otras demagogias como que se suben
los gravámenes a las gasolinas (más de la mitad de lo que vale un litro de
gasolina son impuestos) para que utilicemos menos el coche y no contaminemos;
se masacra con impuestos al tabaco y al alcohol para que no los tomemos y
mejoremos nuestra salud; las empresas pagan un canon por los envases de sus
productos cuando después la recogida de basura la pagamos entre todos… Y así
centenares de impuestos demagógicos que
pagamos de nuestros bolsillos.
Lo más increíble es que todos pagamos los impuestos. Y
muchos sin ni siquiera rechistar. ¡Nos parecen justos! Pero, ¿qué hay de justo
en pagar por la ORA cuando ya pagamos el impuesto de circulación? ¿O en pagar
un impuesto de sucesiones cuando les dejamos en herencia nuestra casa o nuestro
dinero a nuestros hijos? O el IBI: ¿por qué me tiene que cobrar el Ayuntamiento
por poseer una vivienda? ¿qué gasto le provoca mi casa para que me masacren
todos los años? Y los impuestos medioambientales son iguales o peores. Lo que
sucede es que nos parecen más justos y necesarios al ir etiquetados como “verdes”.
Así nos dejamos tomar mejor el pelo.
Necesitan cobrar impuestos para vivir como reyes en el
poder; necesitan dinero para enchufar a todos sus amigos en la administración y
poder pagar millones de sueldos públicos; necesitan disponer de una buena caja
con la que comprar al electorado con subvenciones y ayudas. Les gusta mandar y
eso cuesta mucho dinero: el que pagamos usted y yo con los impuestos.
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