Investigadores del University College de Londres han
desarrollado un programa de ordenador capaz de replicar perfectamente el estilo
ortográfico de cualquier ser humano. Un simple escaneo de un documento con una
firma de cualquier individuo sirve para que, asistido de una buena impresora 3D
que empuñe un bolígrafo, el ordenador clone a la perfección la firma y sea
imposible distinguirla de la original.
Como pueden deducir, este invento, que nace con un
objetivo totalmente lícito, podría ser empleado por delincuentes para
falsificar toda clase de documentos. Jueces y abogados se tendrán que enfrentar
a copias perfectas de documentos manuscritos. ¡Y a ver quien las distingue! Sólo existirá una solución: ante la duda en la veracidad de una
prueba, habrá que impugnarla y que un estudio pericial certifique la autoría
original. Pero, ¿podrán distinguirlo los expertos?
Ante los problemas que se les avecinan, la
Asociación Nacional de Grafólogos, Peritos Calígrafos y Documentólogos ha
salido al paso defendiendo su trabajo. Argumentan que para generar una réplica,
primero deberán contar con un escrito original (¡lógico!) y que la labor del
perito será investigar todos los documentos y encontrar el primero para hacer
una comparación, morfológica y grafológica (presión, velocidad e
inclinación). Como nuestra letra cambia
constantemente, por mucho que saquen parámetros idénticos de una firma
realizada varias veces seguidas, estos programas nunca podrán generar una que
pueda pasar por original. ¿Y por qué no?, me pregunto yo. Si ahora ya es capaz
de clonar una firma, ¿quién dice que pronto no podrá realizar pequeñas
variaciones para que las rúbricas no sean idénticas al 100%?
Además, ¿quién no ha firmado nunca en una tableta?
Documentos médicos, transferencias, envíos de correos, recepción de mercancías…
Pues bien, la firma queda digitalizada y con ello, al alcance de cualquier
hacker. ¿Qué juez podrá distinguir si la firma que aparece en una tableta,
sobre la entrega de un televisor por ejemplo, la hizo usted o la copiaron de
otra entrega anterior? Imposible de comprobar.
La tecnología avanza muy deprisa y la identificación
de las personas, por mucha ciencia ficción que nos muestren en las películas,
empieza a ser un gran problema. Con la calidad y nitidez que pueden sacar las
cámaras fotográficas y la posterior impresión de la fotografía sacada, ya se
puede engañar a un lector de iris; si las huellas digitales son presa fácil
para las actuales impresoras en 3D, ¡imaginen qué podrán imprimir en muy poco
tiempo!; conseguir una firma digital no es un objetivo imposible para un buen
hacker; y ahora, las firmas originales, sobre papel, empiezan a no ser fiables.
¿Cómo podremos demostrar nuestra identidad? No se preocupen, la misma
tecnología encontrará la solución.
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