“En España, el que no roba es porque no puede;
a la mínima ocasión que tenga, se lo llevará”. Con esta frase lapidaria (que posiblemente podríamos ampliar al resto de la humanidad) empezaba cada una de sus "batallitas" un antiguo concejal y diputado provincial
cuando se juntaba con sus amigos en el bar del patronato. Por desgracia, ya nos ha abandonado, pero
¡cuánta razón tenía! Da igual que sea banquero, político, mecánico o profesor
de idiomas: cuando a un español le ponen el sobre delante… Ya lo sé: alguien no
caerá. Pero pocos. Y, sobre todo, no se fíen de los que van proclamando a los
cuatro vientos su honradez y criticando la falta de ella al resto de la
humanidad. ¡Esos son los peores!
El último caso es sangrante. Miguel Bardem,
director, productor, actor y guionista, hijo de Juan Antonio Bardem, sobrino de
Pilar Bardem y primo de Mónica, Carlos y
Javier Bardem, fue juzgado la semana pasada en Madrid, en concreto en el
Juzgado de Instrucción número 40, por presuntos delitos de fraude documental y
con las ayudas públicas por la solicitud (y posterior concesión, ¡faltaría
más!) de subvenciones fraudulentas en varias de sus películas, entre las que se
encontraría la dirigida por Gonzalo López-Gallego en 2007 “El rey de la
montaña”, protagonizada por los actores Leonardo Sbaraglia y María Valverde.
Y decimos “presuntos” por costumbre, ya que la
defensa de Bardem y la fiscalía provincial de Madrid ya habrían pactado con
anterioridad al juicio la devolución de las subvenciones, que el productor habría pagado. O sea, que muy “inocente” no
se veía el amigo Bardem. Los del “no a la guerra”, que se rasgan las vestiduras
cuando se topan con un político corrupto ¿también roban? Pues al parecer, si.
Y no es el único, ya que el Gobierno también
ha requerido la devolución de las subvenciones a otras 32 películas entre 2013
y 2015. Aunque desconocemos los nombres de todas las películas, seguro que sus
productoras, así como sus directores e intérpretes, son de los que reclaman
mayor atención (lean subvenciones) al cine patrio y la eliminación del IVA
cultural.
Este fraude existe desde hace muchos años, o
mejor dicho, desde que se conceden subvenciones a las películas dependiendo del
número de espectadores que acuden a las salas comerciales a verlas. En un
principio, algunos productores compraban todas las butacas de las salas donde
se exhibía su película para alcanzar un cupo de asistentes y así poder obtener
las subvenciones del Ministerio de Cultura. Y les salía a cuenta, ya que la
subvención era muy superior al precio pagado por las entradas. Y es que las
ayudas pueden llegar a alcanzar los 1,5 millones de euros actualmente.
La trampa se ha sofisticado con el tiempo y
ahora también participan las exhibidoras de películas, convirtiendo salas
completamente vacías en cines llenos a rebosar. Ante las sospechas de
irregularidades, los inspectores de Cultura comenzaron a investigar con detalle
y los resultados fueron espectaculares. El caso más divertido se dio en la
proyección de la película “De mayor quiero ser soldado”, de Christian Molina,
coproducida por Canónigo Films, en la que solo había un espectador: el
inspector de Cultura. Ante el “éxito” de la convocatoria, se excusaron con que
“había un problema técnico” y no proyectaron el film. La sorpresa llegó la
semana siguiente cuando el inspector comprobó los datos de asistencia
declarados por la sala y en ellos aparecían nada menos que 117 personas. Y 94
más en la siguiente sesión.
También es sonado el caso de una película
exhibida en los multicines Mirasierra de Madrid en donde se declararon 1.657
espectadores durante una semana mientras los inspectores no llegaron a contabilizar
ni siquiera 20.
Con esto de las subvenciones le tengo que
volver a dar la razón al concejal del que les hablaba al principio. Su frase
preferida cuando llegaba algún solicitante a pedir una ayuda para una causa
ruinosa (ya fuese un espectáculo cultural, deportivo, etc.) era: “Lo que no
deja (dinero), se deja (abandona)”. Si una película no recauda en taquilla lo
que le ha costado al productor, que se
dediquen él y su director a otra cosa. Por mucha cultura que sea, los españoles
no tenemos porque pagar los fracasos (y chanchullos) de los demás.
Para el gobierno que salga de las urnas el
próximo 20 de diciembre, le pediría que ayude a los pobres (a los de verdad) y
que elimine subvenciones y ayudas varias, ya sean al cine o a lo que sea. De un
plumazo se habrá cargado la mitad de la corrupción que asola nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario