A pesar de
existir desde hace más de 70 años (nació en Suiza durante la posguerra), de ser
conocido en todo el mundo y de elaborarse de forma similar a sus hermanos, el
chocolate blanco continúa considerándose como el “chocolate falso”, el patito
feo de la amplia familia de los chocolates.
Sabido es
que comer chocolate negro proporciona muchos beneficios para nuestro cuerpo.
Contiene flavonoides que actúan como
antioxidantes, protegiendo al organismo del envejecimiento causado por los
radicales libres y que también ayuda a relajar la tensión arterial por la
producción de óxido nítrico y a equilibrar ciertas hormonas en el cuerpo.
Además, disminuye la presión arterial en personas que habitualmente sufren de
hipertensión y ayuda a reducir el colesterol LDL (el malo de la familia) hasta
en un 10%. Por si fuera poco, el chocolate estimula la producción de
endorfinas, con un aumento del sentimiento del placer, contiene serotonina, que
actúa como un antidepresivo y nos ayuda a estimularnos con la cafeína que
posee. Como todos estos beneficios proceden del licor de la fruta del cacao y
en la elaboración del chocolate blanco no se utiliza… pues eso, que a lo largo
de la historia, el chocolate blanco ha sido menospreciado.
El
chocolate blanco, según el “codex alimentarius” de la FAO , debe contener, al menos,
un 20% de manteca de cacao (o sea, que continúa procediendo del fruto del
cacaotero) y un 14% de sólidos de la leche. Por ello, tiene algunas ventajas
frente al negro como son un alto contenido en calcio (199 mg. cada 100 g . contra 56 mg. del
chocolate negro) y un porcentaje bastante mayor de vitamina A.
Además, en
contra de la creencia general, el chocolate blanco tiene las mismas o incluso
menos calorías que el chocolate negro o que el chocolate con leche (alrededor
de 540 calorías cada 100 g .
los tres) dependiendo del azúcar que se utilice en su elaboración y las mismas
grasas (32 g .)
e hidratos de carbono (60 g .).
Pero
recuerde, al igual que debemos hacer con todos los alimentos que compramos, lea
bien la etiqueta al cogerlo del estante, compruebe sus ingredientes y desconfíe
de los que tienen un precio exageradamente bajo puesto que hay muchas marcas
que utilizan grasas vegetales y animales en lugar de la tradicional manteca de
cacao. En esos casos, sus propiedades nutritivas (además de su sabor) cambian;
y no a mejor, precisamente.
Ustedes qué
prefieren: ¿el dulce chocolate blanco o el amargo negro? Por mi parte, ¿por qué
no los dos?
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