Los
simpáticos juguetes creados en 1971 por Hans Beck no han aprendido a hablar,
que todo llegará. Se comunican con sus clientes y admiradores a través de sus
cajas y, por lo visto, los autodenominados “intelectuales” que forman la “Plataforma
per la llengua” catalana no soportan comprar para sus hijos (o nietos, que ya son
talluditos) cajitas de juguetes en los que no aparezca uno de sus idiomas
oficiales, el catalán.
Como suele
hacer siempre, esta entidad, creada en 1993, que se autodefine como la “ONG del
catalán” y que está generosamente subvencionada por la Generalidad (o sea, por
todos), ha empezado con sus acciones contra varias empresas por no etiquetar
correctamente sus productos en catalán, con llamamientos al boicot y teatritos
callejeros, al más puro estilo totalitario, para señalar a aquellos comercios
considerados “anticatalanistas”.
En plena
campaña navideña, Neus Mestres, la directora de la organización estrechamente
vinculada a la administración autonómica, hizo un llamamiento para que la
Agencia Catalana de Consumo supervise que el etiquetado de los productos (en
este caso los Playmobil) cumpla con la ley catalana y que retire los que no lo
hacen y que ellos consideran “ilegales”. Además, apeló a la necesidad de que
los catalanoparlantes se conciencien de sus derechos y los defiendan, evitando
consumir productos discriminatorios. O sea, un boicot en toda regla.
Las medidas
no sólo afectan a los famosos juguetes; también se ceban en varias cadenas de
grandes almacenes como Mercadona, Carrefour, Lidl, Día, Alcampo, Aldi, Hipercor,
El Corte Inglés, Spar o Suma por etiquetar, según ellos, menos de un diez por
ciento de los productos en catalán, de lo que se deriva que un noventa por
ciento de los productos que se comercializan en Cataluña son ilegales.
Todo esto
no pasaría de la simple anécdota si no fuese por los vándalos que siguen estos
consejos de la “Plataforma per la llengua” y por la impunidad que disfrutan en
el territorio catalán. El último caso de este “matonismo” lingüístico tuvo
lugar la semana pasada en un establecimiento de la cadena Mercadona en la
provincia de Barcelona donde un grupo de quince individuos (que la entidad
llama #legalitzadors) irrumpió en el local y se dedicó a poner etiquetas en
catalán en productos de la marca blanca de Mercadona.
Ante la
mirada sorprendida de clientes y empleados, los “voluntarios” pegaron adhesivos
en los diferentes productos sin que nadie se atreviese a llamarles la atención
ni a reprocharles que manipularan artículos que no tenían intención de comprar.
Que quede claro que no es indiferencia; eso se llama MIEDO.
Satisfechos con su
acción, el propio grupo grabó un vídeo (sin que aparezcan sus caras, claro) que
está colgado en la página web de la organización.
Por si quieren
conocer a los integrantes del “consejo consultivo” de la organización, los “intelectuales”,
escritores y colaboradores habituales de la prensa catalana, fuertemente
vinculados a la política separatista son: Salvador Cardús, Jordi Font, Josep Mª
López Llaví, Isidor Marí, Fèlix Martí, Jordi Porta, Jordi Sànchez, Josep Maria
Terricabras, Miquel Sellarès, Vicenç Villatoro, Isabel-Clara Simó, Miquel
Strubell, Patrícia Gabancho y Abelard Saragossà.
¿Y no pueden dedicarse a algo más productivo que no sea meterse con España?
1 comentario:
Veo que te falta información. Una cosa quiero subrayar, y si quieres la puedes constatar: el independentismo catalan no va contra España. La política española es de confrontación, y ha usado la catalanofobia para reforzar su españolidad y ganar votos. En Cataluña miramos por nosotros, ya que el estado no lo hace, pero no desde el odio, sino desde el deseo denuna mejor gestion de nuestra res publica. Dicho esto, lo que se pide es que los productos tengan en cuenta el catalan en su etiquetaje. No que se elimine el español, sino que se añada el catalan. Sumar, no restar. Si consigues liberarte de tus prejuicios ideológicos y te informas bien, veras que nosotros lo que queremos es un mundo mas respetuoso y libre. Como tu.
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