”Este Gobierno se compromete a apoyar incondicionalmente el mundo de la cultura
española”. Estas palabras, más o menos literales, han sido pronunciadas en
numerosas ocasiones por nuestro flamante presidente del Gobierno, Pedro
Sánchez. Y no solo por él, con anterioridad también las han dicho Rajoy,
Zapatero…
¿Y
en qué se basa ese apoyo? Pues, como ya habrán adivinado, vía subvenciones y
otras prebendas concedidas, habitualmente, a sus amiguetes y correligionarios
de partido.
El
cine es un buen ejemplo de ello. En 2018, las películas españolas recaudaron
poco más de 100 millones de euros en las salas comerciales. Si tenemos en
cuenta que se concedieron más de 80 millones de euros en subvenciones,
tendremos que reconocer que el sector es una ruina. Los españoles pagamos a
través de nuestros impuestos unas películas que nadie, o casi nadie, tiene
interés en ver. Y si acudimos a las salas, las pagamos dos veces, como diría el
gran crítico cinematográfico Carlos Pumares. Les dejo algunos ejemplos de
afluencia a las salas o recaudación:
- “Tahib”,
un espectador y cinco euros de recaudación.
- “Casals,
la fuerza del silencio”, 14 espectadores, 30 euros de recaudación.
- “Tierras
construidas”, 9 espectadores y 46 euros de taquilla.
- “Josep Renau, el arte en
peligro”, “Corrupcion, el organismo nocivo”, “El Último Fracaso”, “Nidos
desnudos”, “InDISCutible”, “La Voz en lucha”, “Nopoki, yo vengo”, “Ternura y la
tercera persona”, “Sin novedad”. Ninguno de estos largometrajes llegó a los 100
euros de recaudación.
- “Tigernaut, la patria de las mujeres íntegras”, 32 espectadores y 118
euros en entradas.
-“Tus desperdicios y otros manjares”, menos de 200 euros en taquilla.
- “El cuaderno de barro”, 21 personas compraron la entrada con un total
de 149 euros de recaudación.
- “Maniac Tales”, “O tempo futuro”, “Buscando a Dieneba”, “El pintor de
calaveras”, “Puta y amada”, “Telúrico”, “En tránsito”, “Directos Z”, “El
vendedor de ilusiones”, “La rusa”, “Cantábrico”, “Las postales de Roberto”.
Todas ellas con menos de 300 euros de recaudación.
Aunque parezca increíble, son 27 las películas españolas que no han
llegado ni a los 300 euros de ventas en taquilla. En cualquier otro sector, la
empresa que las hubiera producido habría quebrado y sus dirigentes, ante tamaño
fracaso, quedarían marcados para futuros negocios. En el mundo de la cultura
española no ocurre nada parecido: reciben la subvención, pagan los gastos, se
embolsan un buen pico y, al siguiente año, otra bodrio-película y a seguir
viviendo del cuento. Y quien dice una, dice dos, tres… cuantas más hagan, más
subvenciones.
Porque
los españoles no solo subvencionamos películas cuyo público objetivo sean
minorías, favoreciendo con ello la diversificación de la cultura, aunque su audiencia
sea, previsiblemente, baja. Pagamos por todas, incluso por aquellas como “Superlópez”,
“El mejor verano de mi vida”, “La tribu”, “El cuaderno de Sara” o “Campeones”,
que recaudaron más de 5 millones en taquilla (“Campeones” casi 20) y que fueron
subvencionadas con un millón de euros por película.
Si
no tienen éxito, los contribuyentes pagamos y participamos en las pérdidas. Si
lo tienen, continuamos pagando y ellos se llevan los beneficios. ¿Y nos
quejábamos del sector bancario?
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