Existen
noticias que se tienen que leer un par de veces para comprender lo que dicen y
un par de veces más para decidir si son verdad o nos están tomando el pelo. Esta
que les traigo hoy tiene toda la pinta de ser de estas últimas, aunque, analizándola
un poco y sabiendo cómo se las gastan los del “cambio climático”, sospecho que
es verdad; que existen intelectuales que usan sus conocimientos y su tiempo ¡enseñando
a las vacas a ir al wáter!
Según
los datos que maneja la UE, la agricultura y la ganadería son responsables del
10% del total de emisiones contaminantes a la atmósfera, principalmente de
metano, un gas que tiene 25 veces más capacidad para atrapar calos que el
dióxido de carbono. Para rebajar estas cifras, además de mejorar las
composiciones de algunos fertilizantes y otras medidas menores, el foco, mal
que les pese a ellas, se ha fijado en las vacas y en su fea costumbre de
exhalar metano y amoníaco cuando efectúan sus necesidades.
Se
han barajado varias soluciones a cargo de distintos grupos de estudio repartidos
por todo el planeta (¿alguien dijo que faltaban científicos en el mundo?)
encaminados sobre todo a mejorar su alimentación, ya que se considera que
modificarla podría suponer una reducción de sus emisiones en un 25%. Unos
quieren reducir la cantidad de fibra que comen; otros reducir las proteínas que
ingieren, sustituyéndolas por urea e incluso hay algunos que proponen
alimentarlas con algas. Todo sin preguntarles ni una sola vez a las vacas qué les parecían estas soluciones.
También
se proponen otras soluciones ingeniosas como la de seleccionar sus genes para
modificar el ADN de la especie y crear un ganado más ecológico o el de inyectar
purín en el terreno para reducir las emisiones de metano.
La
que más nos ha sorprendido está relacionada con esta última solución, aunque su
tratamiento es mucho más ingenioso y simpático. Investigadores del Instituto de
Investigación de Animales de Granja de Alemania consiguieron enseñar a 11 vacas
a orinar en un recinto designado para ello con el fin de que sus residuos pudieran
ser posteriormente tratados. Si lo hacían bien, les recompensaban con comida;
si fallaban el tiro, las rociaban con agua. La mayoría aprendió en menos de dos
semanas y los investigadores están convencidos que todas lo conseguirían con un
“entrenamiento” extra. O eso, o una pulmonía, que en Alemania el agua está muy
fría.
Desde
el Instituto, que ha publicado sus conclusiones en la revista Current Biology,
afirman que recoger el 80% de la orina de los aminales podría reducir un 56%
las emisiones de amoníaco a la atmósfera. No aclaran cómo llegar a recoger el
80% de la orina de todas las vacas del mundo, porque todas deben de contaminar
lo mismo que las 11 del estudio, supongo.
Ahora
hablando en serio: ¿es una impresión mía o esto del cambio climático se nos
está yendo de las manos?
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