Una
de las últimas ocurrencias del independentismo catalán va camino de convertirse
en otro hito en su larga lista de fracasos. Nos referimos al banco
independentista 11Onze, una Fintech que pretenden que sea “una herramienta
necesaria, útil, eficiente y democrática que sea clave para construir la
independencia de Cataluña”.
Desde
mediados de agosto han estado pegando la tabarra en las redes sociales
independentistas sobre el lanzamiento de la app a través de la que operará,
teniendo un relativo éxito ya que se inscribieron 10.000 personas a su
comunidad online, gratuita, claro está. Pero a la hora de pasar esas
inscripciones a una cola virtual para ser los primeros en tener una cuenta
11Onze muchos se han hecho los suecos y apenas se contabilizan 2.050 peticiones
(que no ingresos de dinero), muy lejos de las 5.000 que se habían fijado como
número mínimo para empezar a operar.
Supongo
que continuarán pegando la paliza hasta, al menos, el 1 de octubre, fecha en la
que, coincidiendo con el aniversario de la payasada del referéndum ilegal de
hace cuatro años, la app empezará a funcionar.
Pero
el tema no está nada claro. Ningún partido o entidad soberanista de las de
mayor influencia apoya decididamente la iniciativa; sus garantías financieras
son, como poco, un tanto opacas, ya que no se ha desvelado en qué países se
emitirán las cuentas (dicen que el cliente podrá elegir entre varias entidades
bancarias europeas); la transparencia brilla por su ausencia ya que el
conglomerado empresarial en el que se basa el banco se pierde en una difusa red
entre varios países; su sede estará fuera de España, posiblemente en Suiza
(para evitar conflictos con su ficha bancaria en caso de secesión, según
dicen), por lo que no pagarán impuestos en Cataluña; las sociedades
relacionadas con el banco residen en Reino Unido y Luxemburgo y los proveedores
para su funcionamiento financiero son startups de Londres y Texas que todavía
están inmersas en sus propias rondas de financiación… Todo esto cuando se habla
de dinero propio, pues como que da un poco de miedo.
El
presidente del banco es James Sène, un senegalés afincado en Barcelona desde
hace 30 años y una de las asociaciones que más apoya el proyecto es Unitat per
la Independència (UXi), asociación que defiende conseguir la independencia por
la vía uniateral y que critica por “blanditos” a los partidos de Junts, ERC o
la CUP porque no hacen efectiva la secesión.
Senè
asegura que “vienen a competir, no a hacer de comparsa y queremos ocupar la
mayor parte del mercado financiero en los países catalanes. Si nos establecemos
estratégicamente en los sectores clave de la economía, controlaremos el 40% del
PIB de Cataluña”.
En
fin, aparte de las risas que nos hemos echado con el bueno de James, solo
indicarle algo que ya sabe perfectamente: que los catalanes no son tontos y
mucho menos cuando hablamos de “la pela”. Pondrán una banderita en su balcón
para disimular y no verse perseguidos por los cuatro locos que salen a las
calles, acompañarán por las aceras a los manifestantes del 11-S, intentando
que no los vean mucho; defenderán que sus hijos hablen en catalán en los
colegios, aunque luego en sus casas sólo se hable la lengua de Cervantes y les
darán su voto en las urnas, solo porque la alternativa viene de “Madrit” y esos les
caen peor. Pero el dinerito no se lo tocaréis. “Ni ho penseu”
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