No todos los españoles se han sentido felices con el triunfo de la Selección Española de Fútbol en el Mundial de Sudáfrica. Sobre todo los que preferirían no serlo.
El éxito de los pupilos de Vicente Del Bosque ha provocado el resurgir del orgullo de sentirse español en la mayoría de los ciudadanos de este país. Y, junto con ese orgullo, han logrado que todos nos sintamos identificados con los colores de nuestra bandera y con nuestro himno nacional (y eso que todavía carece de letra).
Si hace apenas cinco años nos hubieran dicho que las calles de casi toda España tendrían sus balcones engalanados con la enseña nacional, seguramente habríamos tachado a nuestro interlocutor de “facha” o “franquista”. Posiblemente, España era, hasta hace apenas un par de años, el único país del mundo en el que sus habitantes no se sentían identificados con su bandera. Es más, muchos de ellos la menospreciaban por identificarla con movimientos de extrema derecha; que estos grupúsculos se adueñaran de nuestra bandera en los primeros años de la democracia, provocó que la población se alejara de este símbolo.
Este sentimiento en contra de la bandera o del himno español también ha sido fomentado por los nacionalistas periféricos. A lo largo de los años, han hecho creer (a fuerza de repetir una mentira parece que se convierta en verdad) a los ciudadanos de estas regiones que el estado español (“el estado opresor”) era el causante de todos sus males y han demonizado los símbolos representativos de la nación.
El triunfo de la Selección y, con él, el resurgir de los símbolos nacionales (incluso en las regiones más proclives, según sus políticos, al “independentismo”) ha puesto muy nerviosos a los nacionalistas y, muchos de ellos, han cogido rabietas sólo comparables a las de un niño pequeño que se queda sin su juguete preferido.
Ejemplos han aparecido muchos estos días en la prensa: en un bar gallego de lesbianas se prohibía la entrada con símbolos españoles, el grupo municipal de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona ha instado a poner multas a los taxis que lucieron la bandera de España tras el triunfo histórico de la Selección y en San Sebastián no se podía ver ni una bandera nacional en las casas (no por no querer, sino por no atreverse) y, a quién osaba a lucirla por la calle, era la propia Policía Local quien conminaba al “atrevido” a guardarla (esto último no me lo han contado: vi con mis propios ojos como un policía “aconsejaba” a un chaval guardar la bandera española que lucía a modo de capa dentro de un bar, en el partido de semifinales).
Pero, siendo todas estas actitudes deplorables, lo peor ha llegado de la mano de esas personas en las que confiamos la educación de nuestros hijos en verano. Nos referimos a los monitores y educadores que durante el periodo vacacional se hacen cargo de los campamentos de verano. Alentados por los gobiernos de sus regiones o por iniciativa propia, tanto en Cataluña como en el País Vasco muchos directores de estos campamentos prohibieron a los niños ver la final del Mundial.
En Cataluña, el Director del Área de Programas (XANASCAT) (red de albergues) emitió una circular en la que señalaba que había consultado a diferentes directores y tutores sobre la petición de los padres de los niños para que pudieran ver el partido de la final y decidieron que no lo autorizarían porque "se debe priorizar el programa previsto" de la estancia, sin televisión. ¿Habrían tomado esta misma determinación si la finalista hubiese sido una hipotética selección catalana? Esta red de albergues depende de la Agencia Catalana de Juventud que está gestionada por ERC.
Y todavía más sangrante fue la “pataleta” que cogieron los monitores del albergue “Txurruca” en la localidad guipuzcoana de Orio. Además de prohibirles ver la final a los niños, se ensañaron cruelmente con ellos diciéndoles que había ganado Holanda con gol de Robben.
“Gracias” a todos estos abnegados nacionalistas, numerosos niños se quedaron sin ver uno de los partidos de fútbol más importantes que podrán disfrutar en sus vidas. Supongo que estos chavales recordarán durante mucho tiempo este día. Si lo que querían era continuar adoctrinándoles (tal como hacen diariamente en las escuelas), creo que en esta ocasión les ha salido el tiro por la culata.
A los más “veteranos”: ¿le encuentran algún paralelismo con el Frente de Juventudes, el Movimiento Nacional, la OJE…?
Comprendo que cada cual tenga unas preferencias nacionales y unos ideales políticos, pero si creen que prohibiendo a un chaval llevar una bandera, sancionando a unos taxis, prohibiendo la entrada a bares o fastidiando cruelmente a unos niños van a conseguir sus objetivos, van listos.
Todos están en su contra: la Selección de fútbol, Nadal, Gasol, Contador, Pedrosa, Lorenzo, Alonso… en pocos días la Selección Española de Atletismo y en septiembre, la de baloncesto. Lo tienen claro.
Los políticos nacionalistas están nerviosos: se han dado cuenta de que el sentimiento español es mucho más fuerte de lo que creían y comprueban, cabreados, que no lo pueden parar. Se les acaba el “chollo”.