Nos
hinchan a impuestos. No estoy descubriendo nada nuevo; ya lo notamos todos en
nuestros bolsillos. La mastodóntica burocracia imperante es insaciable y cada
vez nos piden más y más para, según los políticos, mejorar “el estado del
bienestar”, una irónica manera de denominar a sus cuentas corrientes. Pero,
¿con mayores impuestos se logra recaudar más? Parece que no y esto lo demuestra
la “curva de Laffer”.
En
realidad, el economista Arthur B. Laffer enunció una teoría bastante simple:
los ingresos fiscales aumentan con la subida de tipos de los impuestos hasta que
rebasan cierto umbral. A partir de ahí, se mantienen durante un tiempo para
luego bajar. Y al contrario: a menores tipos, primero bajan los ingresos para
luego subir a niveles superiores a los iniciales. Les ponemos dos ejemplos que
suceden ahora mismo en el Reino Unido que demuestran esta teoría.
El
exministro de finanzas del gobierno británico George Osborne anunció en
diciembre de 2014 una subida en el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados
(stamp duty) para obtener una mayor recaudación en la compra-venta de grandes
activos inmobiliarios aprovechando el boom inmobiliario inglés, sobre todo en
su capital, Londres. Este aumento se traducía en 19.000 libras de más para
casas de 1,5 millones y 39.000 para las valoradas en 2,5 millones de libras.
En
un principio, esta subida se tradujo en un repunte de la recaudación. El primer
ministro David Cameron sacó pecho en 2015 diciendo que se había generado un
aumento de los ingresos fiscales de 320 millones de libras, un 15% más. Pero el
efecto duró poco y en el primer semestre de 2016, la recaudación, comparada con
el año anterior, ha pasado de 1.079 millones a sólo 636. ¿Por qué? Pues porque
durante los primeros meses tras la entrada en vigor del nuevo impuesto, las
operaciones de compra-venta formalizadas habían sido pactadas con anterioridad,
de ahí el aumento. Pero una vez agotadas esas operaciones, la medida de Osborne congeló el mercado y, de paso, dejó al Tesoro con un agujero
inesperado en las cifras de recaudación. Y puede que vaya a peor puesto que los
datos preliminares del segundo semestre hablan de un nuevo deterioro y más aun
con la incertidumbre generada por el Brexit.
Suben
los impuestos para recaudar más y consiguen lo contrario además de paralizar el
mercado inmobiliario y, con ello, la economía. Un fenómeno el tal Osborne.
Y
es difícil llegar a comprender este grave error puesto que la Era Cameron nos
deja un claro ejemplo de cómo un país puede beneficiarse de un correcto
entendimiento de la Curva de Laffer. Veamos qué ocurrió con el Impuesto de Sociedades:
En
plena crisis económica, el gobierno del laborista Gordon Brown había apostado
por un modelo de tributación empresarial con el impuesto de sociedades del 28%,
muy superior al de la mayoría de economías desarrolladas. Con la llegada del
conservador Cameron, el tipo empezó a descender paulatinamente desde el 28% de
2010 hasta el 20% de 2016.
Según
el departamento de análisis del Tesoro Británico, la medida generaría pérdidas
recaudatorias de entre 3.700 y 5.000 millones de euros. No podían estar más
equivocados: desde que los conservadores de Cameron empezaron a reducir el
Impuesto de Sociedades, la recaudación ha aumentado cerca de un 30%, pasando de
41.712 millones de euros en 2010 a 50.561 en 2016, apoyado, todo hay que
decirlo, en una mejora de la economía en general durante este periodo.
Ahora
es el propio departamento de estudios del Tesoro (allí no les duele reconocer los
errores) quien reconoce que durante las dos próximas décadas, la rebaja del
Impuesto de Sociedades va a contribuir a aumentar la inversión, el PIB y los
salarios y ya se está proponiendo que se siga recortando hasta llegar al 17%.
Una
rebaja fiscal no tiene que traducirse en una menor recaudación sino todo lo
contrario: un marco fiscal más favorable contribuye a aumentar la actividad
económica, lo que genera ingresos fiscales superiores. Y esto no solo ocurre
con las sociedades mercantiles puesto que las rebajas de impuestos a los
ciudadanos provocan un mayor consumo por parte de éstos, lo que se traduce en
una mayor recaudación y aumento de los puestos de trabajo.
¡Cuánta
falta hace que los políticos lean (y comprendan) algo más de economía!
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