Cuando una persona coge el
vuelo que cubre el trayecto Barcelona-Buenos Aires (13:45 horas sin tocar el
suelo), espera poder meter en la bodega del avión un par de maletas, que le
sirvan al menos tres comidas y varias bebidas, que le faciliten una almohada,
una mantita y un antifaz para poder echar una cabezadita y poder usar el wifi
para distraerse un poco. Pues cuidado con que compañía deciden volar porque
todo esto le puede salir por un ojo de la cara.
Las compañías aéreas low
cost, tan habituales en el continente europeo, empiezan a volar al otro lado
del charco y ofrecen vuelos de larga distancia a unos precios que quitan el
hipo, muy por debajo de los de las compañías tradicionales. ¿Dónde está el
truco? Intentamos explicárselo con un ejemplo.
Volar desde Barcelona a Nueva
York a mediados de septiembre cuesta 457 euros con Iberia, 446 con United y sólo
376 con Norwegian. En las dos primeras compañías, el precio incluye la
facturación de una maleta de hasta 23 kilos, comidas y bebidas a bordo del avión
y un paquete con almohada y manta para poder dormir. En el tercer caso, sólo
tiene derecho al asiento, a una pequeña maleta de mano en cabina y a usar el
cuarto de aseo. ¿El resto? Pues lo tendrá que pagar.
Norwegian y Level (filial
de IAG-Iberia) son las primeras compañías que ofertan vuelos transoceánicos a
precios muy económicos… siempre que usted se conforme con los servicios mínimos
indispensables. Y no es lo mismo viajar a Londres en un par de horas que a Buenos Aires. Así,
facturar una maleta en estas compañías le costará entre 20 y 150 euros según
destino; la almohada y el antifaz 12 euros; el wifi a 8 euros la hora, 30 para
todo el trayecto y, según lo que desee comer o beber, le cargarán 8 euros por
un bocadillo de tortilla de patatas o bacon con queso, 5 por un Yatekomo de
Gallina Blanca (1,60 en el super), 9 por unos macarrones a la boloñesa, 4 por
unas patatas fritas o un café, 5 por un tercio de cerveza o 7 euros de un
mojito (un vasito, no toda la botella).
Calculando por encima lo
que un pasajero no muy caprichoso puede gastar en un vuelo que se alarga más de
siete horas, a la tarifa de Norwegian de 376
euros del vuelo Barcelona-Nueva York del ejemplo anterior, habría que añadirle un centenar de euros
de “gastos” en la cabina del avión, por lo que el trayecto, finalmente, le
vendría a costar unos 476 euros, entre 20 y 30 euros más que con las compañías
tradicionales.
¿Timo? Ustedes deciden. Lo que si es cierto es que el consejero
delegado del grupo IAG, Willie Walsh, se mostraba tremendamente sorprendido en
el mes de junio por la gran aceptación que habían tenido los vuelos
intercontinentales de bajo coste de su filial Level. En apenas dos meses y medio
habían logrado vender 135.000 billetes. ¡Hasta el jefe alucinaba con los
clientes!
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