El
Mundial de Fútbol de Rusia puede traernos consecuencias imprevistas. No hablo
de los disgustos que, sin ningún lugar a dudas, nos deparará la selección
española; tenemos que mentalizarnos de que van a pasar y tomárnoslos con mucha
filosofía: otra vez será. No. Las consecuencias a las que me refiero tienen que
ver con la báscula, esa enemiga de la mayoría de la población, sobre todo en
verano.
Los
horarios a los que juega nuestra selección invitan a ello. Las ocho de la
tarde, hora de sentarnos con amigos y/o familia a ver el partido de la jornada.
Apenas pita el árbitro el inicio del partido (e incluso antes, en la previa),
las manos de todos los espectadores vuelan sobre la mesa: cervezas, patatas
fritas, frutos secos, hamburguesas, refrescos… nada escapa a nuestra voracidad. La emoción y los nervios del partido hacen que comamos de un modo
descontrolado, sin prestar atención a qué ingerimos y en qué cantidad.
¿Saben
cuántas calorías podemos echarnos al cuerpo en el típico picoteo durante el
partido? Vayan sumando: cada cerveza 150 calorías; un refresco sobre 120; una
hamburguesa con sus condimentos y salsas 650; una buena porción de pizza 550;
100 gramos de frutos secos 500 calorías y una bolsa pequeña de patatas fritas
pasa de las 400. Si usted es de los que cuando se pone nervioso, come mucho, un
partido de España le puede salir por 2.500 calorías, más de lo aconsejado para
todo el día.
Y
como todos los días hay partido, si tiene la costumbre de repetir la jugada
varias veces por semana, al finalizar el mundial puede ir pensando en comprar
una talla más de pantalón, porque la báscula puede llegar a marcar cinco kilos
de más.
¿Privarse
del picoteo es la única solución? No necesariamente. Se pueden comer
berberechos o mejillones al natural; chips de verduras; un buen tomate a
rodajas, pepinillos… alimentos saludables que nos harán disfrutar del partido
sin sufrir luego las consecuencias.
Al
Mundial aun le quedan un par de semanas. Cuidado con los excesos.
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