El
Senado es esa Cámara de representación popular que sólo servía para que los
españoles se preguntarán para qué servía, cuánto cobraban los que ocupan sus
escaños o por qué no se cerraba dada su escasa importancia en el devenir
democrático español.
Pero
todo cambió cuando nos enteramos de que, entre sus tareas, estaba la de poder
aplicar el famoso (por Cataluña) artículo 155 de la Constitución por el que,
mediante la aprobación por mayoría absoluta del Senado, se podía obligar a una
autonomía a cumplir, forzosamente, sus obligaciones para proteger el interés
general. A partir de ahí, la importancia de tener los suficientes votos en la
Cámara Alta, es fundamental.
Este
próximo domingo votaremos a nuestros representantes, pero la elección de éstos
varía de cómo se hace con el Congreso. Aquí elegimos senadores y las listas no
son cerradas. Si queremos, podemos votar a un representante de cada partido,
aunque esto no suele ocurrir y, casi siempre, marcamos las tres cruces junto a
los candidatos de un mismo partido. En esta ocasión, este gesto puede tener
mucha importancia. Nos explicamos.
En
la mayoría de las provincias españolas, sobre todo las más pequeñas, el voto al
centro derecha será mayoritario, pero el de izquierdas estará más concentrado,
acaparando el PSOE la mayoría de sus votos. Imaginen un resultado provincial de
PSOE 29%, PP 23%, Cs 20%, Vox 14% y Podemos 11%. La derecha gana 57 a 40. Sin
embargo, como los que reciben el escaño son los cuatro senadores con más votos
de cada provincia, el resultado será PSOE 3, PP 1. Sumando todas las
provincias, mayoría absoluta del PSOE en el Senado. ¿Cómo remediar esto?
Por
internet corre una alternativa que puede ser factible: que los votantes de
centro derecha repartan sus cruces marcando al primer candidato de PP, Cs y
Vox. Si se cumple al 100%, siguiendo el ejemplo antes expuesto, estos tres candidatos
recibirían el 57% del voto y saldrían elegidos. Incluso si sólo lo hiciesen el
40% de los votantes (y en algunos casos una cantidad menor), continuarían
siendo elegidos los tres candidatos de derechas.
Este
planteamiento no deja de ser una utopía y problemas pueden surgir por todas
partes: ¿votarían los simpatizantes de Cs a un candidato de Vox? ¿Y al
contrario? ¿Dirán una cosa y luego harán la contraria? ¿Los porcentajes siempre favorecerán esta posibilidad?
Evidentemente,
si cada uno de estos tres partidos hubiesen retirado a los números dos y tres,
el electorado lo tendría más fácil. Aunque esta iniciativa hubiese supuesto una
pérdida global de votos, las matemáticas saldrían sin ninguna duda. Pero no lo
han hecho y dudo mucho que ni siquiera lo propongan de palabra en los pocos
días que quedan. Allá ellos con sus egos y sus políticas partidistas. Incluso
hay quien opina que esta táctica es un bulo inventado por el PSOE para dividir
más el voto de la derecha.
Sólo queda esperar que una parte del electorado de
centro derecha haga sus cálculos y elija el 1+1+1. El domingo veremos los
resultados.
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