Desde
que la maldita invasión de Ucrania por parte de Rusia llegó a nuestras vidas y,
con ella, las dificultades en el suministro de gas y su consiguiente aumento de
precio, no pasa día en el que al ejército de políticos que viven de los presupuestos
europeos, se les ocurran “estupendas” medidas para paliar la escasez de
energía.
Hemos
oído y leído de todo: apagar luces de escaparates, dejar en penumbra las
ciudades, racionar los combustibles para los coches, compartir con otra persona
(o varias) la ducha, asearse con toallitas húmedas evitando usar agua caliente
y otras muchas tonterías populistas que no sirven para casi nada, pero que mantienen
al personal distraído mientras no se ataca a los verdaderos problemas que han
provocado esta situación. ¿La última ocurrencia? Ducharse con agua fría.
Pero
en esta ocasión, aunque sin buscarlo, la “solución” no es del todo mala, no ya
por el pequeño ahorro que supone, sino por que puede ser beneficioso para
nuestra salud.
- Darse
un chapuzón en agua fría reduce la grasa corporal “mala” en los hombres, lo que
protege contra la obesidad y las enfermedades cardiovasculares y el riesgo de
trastornos como la diabetes.
- Mejora
la salud mental y nuestro estado de ánimo
- Aumenta
la libido
- Activa
la circulación sanguínea, ayudando a evitar la aparición de varices y celulitis.
- Alivia
la sensación de piernas cansadas
- Combate
la retención de líquidos
- Incrementa
la producción de adiponectina por parte del tejido adiposo. Esta proteína juega
un papel clave en la protección contra la resistencia a la insulina, la diabetes
y otras enfermedades.
Aunque
advierten de que también conlleva riesgos como hipotermia y problemas cardiacos
y pulmonares si no se lleva a cabo bajo la supervisión de expertos en la
materia.
Ya
se que el estudio se refiere a baños y natación en lagos o ríos, pero supongo
que estos beneficios, aunque reducidos, también se darán con las duchas
matinales en nuestros hogares.
¿Se
atreven?