Como ya empieza a ser costumbre, las aulas de la Comunidad
Valenciana están que arden. Y en esta ocasión la culpa no la tienen los
recortes sino el calor sofocante que, al parecer, se sufre en los colegios e
institutos. Nunca, repito, nunca en la historia conocida se habían registrado temperaturas
tan altas como las de este mes de septiembre
Desde que empezó el curso el pasado día 3, no ha habido día en
que los profesores no se hayan manifestado de las más diversas maneras:
reduciendo el horario lectivo, sacando a los niños al patio, instalando
ventiladores, manifestándose ante colegios y organismos oficiales, aconsejando
a los padres que no lleven a los niños al colegio e incluso apareciendo por las
clases en bañador, toalla y chanclas playeras. ¿El motivo? Temperaturas que
sobrepasan, según los profesores de los centros, los 35 grados, algo que
empieza a despertar la curiosidad del mundo científico si tenemos en cuenta que
desde hace una semana no se alcanzan los 32 grados en la calle.
El
desierto del Sahara y el de Gobi, al unísono, se han instalado en las aulas de
los colegios e institutos públicos. Pero, ¡ojo!, solo en estas aulas ya que no
se han oído quejas en los colegios concertados ni privados ni en los centros
educativos de las provincias limítrofes de Murcia, Albacete e incluso Almería,
lugares donde, habitualmente, suele hacer más calor. Tampoco esta subida
desmesurada de las temperaturas se ha notado en los hogares, oficinas,
comercios o fábricas de la Comunidad. Curioso fenómeno meteorológico.
La
situación es insostenible. Imagínenlo: los profesores salen fresquitos de sus
casas tras haber pasado la noche con los potentes aires acondicionados de sus
hogares a todo trapo. Luego, recorren los kilómetros que les separan de los
colegios a bordo de sus coches dotados de sofisticados climatizadores y al entrar
por la puerta de sus clases… la temperatura ambiente les golpea en la cara sin compasión.
¡Qué horror!
¿Qué
demandan con sus protestas? No lo tenemos claro. Quizá que Dios haga un milagro
y nieve a nivel del mar en pleno mes de septiembre o que todas las fábricas de
General Electric y Toshiba trabajen en
exclusiva para ellos y provean a los centenares de centros educativos de la
Comunidad de aparatos de aire acondicionado de última generación… o que la
Consejería de Educación dé su brazo a torcer y los envíe a todos para casa
hasta el mes de octubre, a ellos y a sus alumnos.
Ahora
un poquito en serio, ¿no les parece curioso que no se hayan quejado del calor en
las aulas durante décadas y sea precisamente este año que el curso escolar ha
empezado el día 3, una semana antes de lo habitual, cuando lo hacen? ¿Con la
excusa del calor, están presionando al Gobierno Valenciano para que el próximo
curso vuelva a iniciarse a mediados de septiembre? ¿Es necesario que involucren
a nuestros hijos en sus reivindicaciones laborales y/o políticas?
Dos
datos que no aparecen en los periódicos: el primer día de clase, en un instituto de la provincia de Alicante,
habían ventiladores de techo en algunas clases, instalados por los “alumnos” para
mitigar el calor. Dejando de lado que a los chavales les cuesta bastantes días
organizarse para realizar una acción de este tipo, ¿cómo sabían que haría calor
si era el primer día que acudían? ¿Cuándo los instalaron si el día anterior estaba
prohibida la entrada de los alumnos al centro?
Segundo
dato: en otro instituto de la misma provincia, algunos profesores han
preguntado por qué los servicios de limpieza no habrían las ventanas cuando
acudían a trabajar a las 6 de la mañana
y las cerraban a las 8 cuando acudían
los alumnos, tal como se había hecho todos los años anteriores. La respuesta de
la dirección fue muy escueta: motivos de seguridad. ¿En el tercer y cuarto
piso? ¿Spiderman se dedica ahora a robar en los institutos?
¿Tanto
les molesta trabajar una semana más al año dando clase a sus alumnos? Pues si es así, busquen cualquier otra excusa, que
con esta del calor les van a tachar de “moñas”.
¡Ah!
Y utilicen mañana todas las patochadas reivindicativas que tuvieran programadas porque
está previsto que la próxima semana bajen las temperaturas y ya nadie les va a
creer.
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