¿Han
visto la foto del encabezado? ¿A que parece la reunión de la
junta directiva de un club ingles de mediados del siglo XIX, todo “caballeros”?
Pues no. Es la primera reunión del nuevo gobierno griego, con sus secretarios y
asesores. Un gobierno, recordémoslo, de extrema izquierda.
¿Imaginan
que ocurriría si a nuestro Mariano Rajoy se le hubiese ocurrido formar un
gobierno sin representación femenina? Lo más suave que se oiría sería aquello
de carca, machista, retrógrado y, ¡cómo no!, fascista. Pues como lo ha hecho el
líder de Syriza, Alexis Tsipras (Chiripas para los amigos) no pasa nada: una
critica con la boca pequeña desde Podemos y un breve comentario en contra de
Pedro Sánchez desde Bruselas. Incluso he llegado a escuchar, a primera hora en la SER, comentarios de declaradas progresistas como éste: “No tiene importancia. Lo
primero es arreglar el país, luego ya llegará la paridad. ¡Ánimo Syriza, fuerza
Podemos!”. Todo está justificado si lo hace la izquierda, y más aun si es
extrema y populista, tipo Castro, Morales o Maduro. Realmente resulta
desalentador que quienes se ofrecían como alternativa a la política
tradicional, a las primeras de cambio no hayan incluido mujeres en su proyecto.
Y esto
no ha hecho más que empezar. Auguro momentos memorables del tal Chiripas. Como
el que tuvo el pasado lunes. Imaginen: a las 10 de la noche del domingo, por
supuesto sin finalizar el recuento de los votos de las elecciones que se
celebraron ese día, es embestido como ganador. Menos de doce horas después, no
sabemos si aun bajo los efluvios del Ouzo, de la Retsina o del Raki que corrió
a raudales en la sede de Syriza (su cara lo dice todo), llegó a un acuerdo con el líder del partido de
la derecha nacionalista, Griegos Independientes, Panos Kammenos, tras una larga
y concienzuda negociación que duró escasos diez minutos. ¿Ven seria una reunión
en la que se decide el nuevo Presidente del Gobierno de Grecia que apenas dura
lo que se tarda en tomar un café? ¿Creen que esto puede salir bien?
¿Y
quienes son estos? Griegos Independientes (Anel) se parece a Syryza como un
huevo a una castaña. Lo único que les une es su rechazo al programa de
austeridad impuesto desde Bruselas; en el resto de cuestiones no tienen nada
que ver. Fundado hace apenas tres años por un expulsado del partido hasta ahora
gobernante (Nueva Democracia), Anel está muy unido a la iglesia ortodoxa, aboga
por la ilegalización del matrimonio homosexual, se opone a cualquier
acercamiento a Turquía, se niega a que la antigua republica yugoslava de
Macedonia lleve ese nombre, no quiere ceder parte de la soberanía griega sobre
el mar Egeo, interpuso una denuncia por crímenes de lesa humanidad contra los
acreedores del país y defiende reclamar a Alemania (su principal prestamista) 70.000
millones de euros por reparaciones de la
Segunda Guerra Mundial.
Pero
donde seguro que chocará con Chiripas será en sus respectivas posturas sobre la
inmigración. Mientras Syryza se ha mostrado muy crítico con los centros de
detención donde se hacinan miles de inmigrantes, Griegos Independientes tiene
una actitud extremadamente negativa hacia la inmigración de “sin papeles” y,
sin llegar a los extremos de Amanecer Dorado, desean una Grecia libre de lo que
consideran una “lacra”. ¿Cuánto tardará el nuevo gobierno de Chiripas en
endurecer las leyes migratorias? Poco si quiere seguir contando con el apoyo de
Anel. Y de ahí a las actitudes xenófobas hay un trecho muy pequeño.
Tras
dos días de relativa calma, ayer la bolsa griega se despeñó y los intereses de
su deuda se dispararon. ¿La razón? Tras la primera reunión de su gobierno,
Chiripas avanzó sus primeras medidas: stop a la privatización de aeropuertos,
puertos y eléctricas (con el dinero recaudado se esperaba rebajar la presión de
su inmensa deuda pública), reincorporar a los funcionarios despedidos durante
los últimos años (aunque se ha demostrado que la administración funciona igual
de bien –o de mal- que antes de despedirlos) y subir el salario mínimo hasta
751 euros (en España, con el doble de PIB per cápita, no llega a los 650),
además de reiterarse en sus promesas de paralizar la devolución de la deuda a
sus acreedores.
¿Consecuencias?
Los inversores huyen y los griegos sacan sus escasos ahorros de los bancos para
meterlos debajo del colchón antes que se los diezmen con nuevos impuestos o,
peor aún, se los “nacionalicen” en su totalidad.
La
Unión Europea ya ha reiterado que no realizará ninguna quita en su deuda, sobre
todo para no sentar las bases de futuras reclamaciones de otros países
endeudados hasta las cejas y con cantidades aún mayores que la griega. Si
Chiripas no paga, ¿cuánto tardarán en cerrarle el grifo? Y después, cuando no
pueda pagar ni siquiera a los funcionarios y a los pensionistas, ¿cuánto
tardará en cambiar el discurso y someterse, al igual que su predecesor, a la
voluntad de quien le prestó (y le continuará prestando) los fondos que tanto
necesita? Pero no se preocupen, cuando
lo haga, él no tendrá la culpa por haber prometido algo que era imposible de llevar
a cabo; la culpa la tendrá la Merkel y los burócratas de Bruselas que le “obligan”
a hacer recortes. Más o menos lo que hizo Zapatero en su día.
Chiripas
cree que la Unión Europea perderá más que Grecia si ésta abandona el
euro. Ahora falta saber cuánto tardará Chiripas en darse cuenta de que la
situación ya no es la que era hace tres años y que a la Unión Europea no se le
caerán los anillos cuando les abran la puerta para salir.
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