La compañía aérea irlandesa
Ryanair, la mayor “low cost” mundial, anunciará mañana en el Palacio de las
Aulas, perteneciente a la Diputación de Castellón, el acuerdo al que ha llegado
con la firma canadiense SNC Lavalin para operar de forma habitual en la base
aérea de Vilanova d´Alcolea. Para que nos entendamos: para volar desde el "archifamoso" Aeropuerto de Castellón.
Posiblemente, en la presentación
a la que acudirán altos ejecutivos de Ryanair, se definan las nuevas rutas en
las que esté implicado el aeropuerto castellonense así como las fechas
previstas para empezar a operar. Fechas que no serán inmediatas ya que la
presentación lo que dará será el pistoletazo de salida a la publicación en su
web de las ofertas de vuelos que,
lógicamente, tienen que ser contratadas por los usuarios. Casi con toda
seguridad, los primeros vuelos regulares se realizarán antes del verano aunque
aún está por confirmar.
¿Por qué elige una gran compañía
como Ryanair este aeropuerto? Por tres motivos fundamentales: porque la zona
turística castellonense está virgen para este tipo de vuelos, porque las tasas
del aeropuerto (recordemos que no lo gestiona AENA) son muy competitivas y
porque la moderna operativa de las instalaciones permite que desde que aterriza
un avión y bajan los pasajeros hasta que suben los nuevos ocupantes y despega el
aparato apenas transcurran 25 minutos. Y en estas compañías de bajo coste, la
rentabilidad aumenta cuanto menos tiempo está el avión parado.
Todos conocemos la historia del
Aeropuerto de Castellón. Inaugurado hace ahora cuatro años, pronto se convirtió
en el primer aeropuerto para peatones del mundo. Las prisas electoralistas de
los mandatarios del PP provocaron que se inaugurara sin haber finalizado
correctamente las obras y, en consecuencia, sin tener las homologaciones oportunas
por parte de los organismos internacionales de aviación. Más tarde, a esos
problemas se sumaron otros relacionados con la quiebra de la concesionaria
original y con enrevesados juicios y trabas burocráticas. Finalmente, hace
escasos tres meses se consiguieron todas las autorizaciones y abrieron el
aeropuerto con el irónico primer aterrizaje
oficial: un helicóptero pilotado por jubilados. ¡Lo que le faltaba a las
instalaciones!
Desde el primer momento
arreciaron las críticas por parte de la oposición política, de la prensa y de
la sociedad en general. Y con razón. Todavía se quedaron cortos. La desfachatez
de inaugurar, a bombo y platillo, un aeropuerto no operativo a dos meses de las
elecciones locales y autonómicas por el mero hecho de salir en la foto no tiene
perdón. Y no tenemos ganas de ensañarnos con la ridícula estatua del hoy
convicto Fabra. Se lo dejaron en bandeja a la oposición: “aeropuerto peatonal”,
un eslogan que caló muy hondo entre la población y que dentro de unos meses, en
las próximas elecciones, les costarán un buen puñado de votos. Miles seguramente.
Pero las críticas llegaron hasta
el extremo de afirmar que ese aeropuerto era una ruina y que se había tirado el
dinero público. Y eso era, y es, mentira. Una mezquina y partidista mentira.
Quienes hayan tenido la suerte de
visitar la provincia de Castellón conocerán las maravillosas playas de su
litoral. Desde Moncofar hasta Vinaroz, pasando por Benicasim, Oropesa,
Alcoceber, Benicarló y la monumental Peñíscola (y nos dejamos muchas) estos
centros turísticos no tienen nada que envidiar a los de la provincia de
Alicante, Valencia o la limítrofe Tarragona. Y si sus playas son magníficas, el
interior de la provincia no le va a la zaga, con el Maestrazgo y la ciudad de
Morella como puntos más conocidos.
Sin embargo, a pesar de ser una
provincia privilegiada, es la que menos turistas recibe de todo el arco
mediterráneo, a años luz de Alicante, Gerona, Barcelona o Tarragona. ¿Tendrá
algo que ver que Castellón es la única provincia que no tenía aeropuerto? Los
críticos con la instalación alegaban que había dos aeropuertos muy cerca y que
construir otro era tirar el dinero. Falso. El de Valencia está entre 100 y 180
kilómetros (según a la población a la que se quiera llegar) y el de Reus, en la
provincia de Tarragona, a la misma distancia pero en sentido contrario. Cuando
usted coge un avión para ir de vacaciones a una tranquila playa, ¿le apetece
tirarse dos horas en un autobús para llegar a su paradisiaco hotel y dos más
para volver al aeropuerto o llegar en apenas quince o veinte minutos?
Independientemente de su tremendo
potencial industrial que, sin duda, se verá favorecido con esta nueva
infraestructura, la provincia de Castellón (y la vecina de Teruel, a tiro de piedra
del nuevo aeropuerto) tiene un futuro turístico envidiable. Seguramente por eso
han tenido tantos problemas con el aeropuerto. En el mundo de la política y la economía prima el egoísmo y la hipocresía. Y a nadie le gusta que su vecino
crezca y le quite un trozo del pastel. ¿Verdad?
Ryanair será la primera en llegar,
pero, al parecer, existen otras (de bajo coste y chárter) con las negociaciones
bastante avanzadas que pronto podrían aterrizar en Castellón. ¿Conseguirán
llenar el aeropuerto “peatonal”? Quién sabe. Todo es posible.
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