Rara es la semana (por no decir el día) en que no aparece en
los medios de comunicación un nuevo invento capaz de sustituir la dependencia
energética de la humanidad de los combustibles fósiles. Ejemplos hay muchos: obtención
de energía eléctrica e hidrógeno a partir de aguas residuales; aerogeneradores
con forma de árbol que inundarán nuestras ciudades; baterías de grafeno que
cargan el coche en apenas ocho minutos… esperanzadores proyectos promovidos por
entusiastas emprendedores que, en la mayoría de las ocasiones, quedan olvidados
en cualquier cajón por falta de financiación o por exceso de optimismo en sus
expectativas.
Sin embargo, en esta ocasión, no es una universidad o una start-up
de nueva creación quien promete revolucionar el panorama energético mundial
sino una de las mayores empresas automovilísticas mundiales: Audi. Y eso, al
menos, promete mayor fiabilidad.
La empresa alemana, aunque sigue con sus investigaciones en
la energía eléctrica y gas, no quiere centrar todos sus esfuerzos en este tipo
de energía y está buscando una fuente alternativa para mover sus vehículos, un
combustible que comparta las características de la gasolina pero que resulte
menos contaminante y que tenga reservas ilimitadas. Y siguiendo con estas
premisas, ha apostado por el agua.
Su nuevo combustible, denominado “e-diésel”, se produce a
base de agua, dióxido de carbono e hidrógeno en la planta que la firma tiene en
Dresde, en colaboración con la empresa local, especializada en energías
alternativas, Sunfre. El carburante logrado no tiene ningún tipo de huella
medioambiental porque el dióxido de carbono necesario para su producción se
obtiene del que ya se encuentra en la atmósfera. Por lo tanto, al consumirse,
emite la misma cantidad de CO2 que el empleado en su creación.
Según lo explicado por Audi, el primer punto es separar el oxígeno
del hidrógeno que contiene el agua, para lo que se utilizan procesos de
electrolisis a más de 800º de temperatura. Luego, el hidrógeno y el dióxido de
carbono se transforman en reactores de síntesis de los que resulta un
hidrocarburo sintético denominado “crudo azul”. Posteriormente, es refinado
para poder ser utilizado en los coches,
El “invento” de Audi no es del todo original, ya que en 2013
unos científicos de la Universidad de Georgia lograron crear un microorganismo
que, inspirándose en la fotosíntesis de las plantas, transformaba el CO2 en
carburantes y otros productos químicos. Al igual que con el descubrimiento de
Audi, las nuevas emisiones de dióxido de carbono eran nulas puesto que ya
estaban presentes son anterioridad en la atmósfera.
Como decíamos al inicio, creemos que en esta ocasión el
descubrimiento promete. Y muestra de ello es que en la presentación del “e-diésel”,
fue el Ministro de Educación e Investigación alemán el encargado de estrenarlo
llenando el depósito de su propio coche con el nuevo carburante verde. ¿El
coche? Un Audi 3.0 TDI. ¡Cómo no!
No hay comentarios:
Publicar un comentario