Hace
pocos días traíamos a esta página el caso del modelo sanitario Alzira, sus
bondades, su eficiencia, su rentabilidad y la inquina que provocaba en la
izquierda española y, más concretamente, en el Presidente de la Generalidad
Valenciana, Ximo Puig y sus socios del tripartito progresista que mal gobierna
la Comunidad Valenciana.
Ya
les informamos que, a pesar de los buenos resultados obtenidos, a la empresa
privada que gestiona el Hospital de Alzira le van a quitar la concesión el
próximo 1 de abril. ¿Qué motivos aducen los mandamases de la Generalidad? Pues que con la gestión pública se ahorrará
dinero (sonrisa burlona) y que la calidad será mucho mayor, pues la sanidad
pública española está considerada como la mejor del mundo. ¿Nos lo creemos?
Pues
no. ¿Desde cuándo nos creemos lo que dicen los políticos? En el último informe
de Euro Health Consumer Index, una organización de consumidores sueca
especializada en sanidad y que colabora con la Comisión Europea, España ha
quedado en el puesto 18 de 35 países analizados.
Para
realizar el estudio se realizaron entrevistas y encuestas a 970 asociaciones
europeas de pacientes y se valoraban los derechos de los pacientes, la
información, las listas de espera, los resultados, los servicios cubiertos y
los productos farmacéuticos. El campeón, como en las últimas ediciones, ha sido
Holanda, seguido de Suiza y Noruega y por delante de España también se situaron
Estonia, Eslovenia, República Checa, Alemania o Luxemburgo.
La
mala clasificación de nuestro país se debe a “una enorme variación regional” y
a las interminables listas de espera. Pero lo más sangrante es cuando afirman
que éstas no se deben a la falta de recursos sino a los fallos de gestión. O
sea, nos gastamos lo que no tenemos en recursos que son mal utilizados y que
provocan mala atención a los usuarios. Ni rentabilidad ni eficiencia.
¿Por
qué la sanidad holandesa es la mejor? En 2006 establecieron un modelo que
combina la financiación pública y la prestación de servicios privada. El Estado
asegura los gastos médicos a todos sus ciudadanos y son las empresas del sector
las que compiten por atraer a los clientes.
Los
holandeses están obligados a contratar un seguro médico, que establece un
mínimo de prestaciones, al que ninguna compañía puede negarse por razones de
edad o historial clínico. El seguro es pagado por el gobierno, las empresas y
los asegurados (unos 100 euros por adulto). Si no tienen ingresos, el estado
holandés subvenciona parte o la totalidad del seguro.
¿En
qué se diferencia de la española? En cuanto a pagos, prácticamente es igual, incluido que el Estado (o sea, todos) pague por quien no cotiza. La
diferencia está en el servicio: en Holanda se desviven porque los pacientes
vayan a sus hospitales; aquí saben que no tenemos más remedio que acudir al
monopolio estatal.
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