lunes, 5 de marzo de 2018

Sólo Trump y China cumplen los acuerdos de París 2015 sobre el cambio climático




En el año 2015 todos se felicitaban por los acuerdos alcanzados en la Cumbre sobre el Cambio Climático celebrada en París. Los gobiernos de los 194 países firmantes se vanagloriaban del compromiso adquirido (“medallas”); los grupos ecologistas se congratulaban por haber obligado a todos los países a reducir sus emisiones y salvar así el planeta (más “medallas”) y hasta los medios de comunicación llegaban a decir que gracias a sus publicaciones habían convencido a los más reacios a firmar, lo que constituiría un antes y un después en la lucha contra el Cambio Climático (muchas más “medallas”). 

Y no vean la que se armó cuando Donald Trump, apenas comenzado su mandato, decidió retirarse del acuerdo… Pasados tres años, ¿cumplen todos con lo acordado?

Aclarar antes de contestar la pregunta que, en el acuerdo firmado, cada nación era libre de imponerse a sí misma los objetivos que debía cumplir y que no existe ningún mecanismo que permita castigar los incumplimientos. El acuerdo es un papel mojado que sólo servirá para imponer las medidas que más les convengan a algunos países, aunque sean impopulares, justificándolas bajo el paraguas de París y para quien no las cumpla, al menos podrán decir que tenían intención de hacerlo cuando lo firmaron. Además, en el hipotético caso de que todos, sin excepción, cumpliesen lo firmado, sólo se cubriría un tercio de las reducciones necesarias para cumplir con los objetivos de temperatura fijados en París.


Pero vamos a los resultados: tres años después, aunque parezca sorprendente, tan solo Estados Unidos, China e India van camino de cumplir con sus compromisos. Ni los países europeos, ni otros también considerados “verdes” como Australia, Nueva Zelanda o Canadá se acercan a cumplir con lo acordado.

Explicaciones hay muchas: las energías renovables siguen siendo demasiado caras, sobre todo para los países en desarrollo que optan por centrales térmicas para sustentar su crecimiento económico; algunos países como España han frenado su expansión al frenar los desorbitados costes de las primas; Alemania, al igual que Japón tras Fukushima, decidió súbitamente cerrar sus centrales nucleares y, al no tener suficiente energía renovable, las ha sustituido por centrales térmicas, con la consiguiente quema de combustibles fósiles…


Alguien podría pensar que el acuerdo de París, sin ser un éxito rotundo, al menos hubiera servido para que los tres países que más contaminan en el mundo, Estados Unidos, India y China, se hayan mentalizado de los peligros del cambio climático y estén ensuciando menos el planeta. Nada más lejos de la realidad: en Estados Unidos han descendido las emisiones a causa del fracking que provoca que se produzca menos electricidad con carbón y petróleo y más con gas natural que emite menos dióxido de carbono; China está cumpliendo porque no se comprometió a reducir sus emisiones, tan sólo a rebajar su incremento primero y congelarlo después; y en el caso de la India, el compromiso consistía en no aumentar sus emisiones más rápido de lo que ya hacía. O sea, nada de nada.


Pero tengamos “esperanza”: los países firmantes del acuerdo tienen en 2020 la obligación de mejorar sus propuestas y prometerán el cumplimiento de objetivos aún mayores a los de 2015. ¿Cumplirlos? Eso ya es otra historia. Lo seguro es que acudirán a Polonia, como vienen haciendo todos los años, con sus aviones privados quemando queroseno y se alojarán en lujosos hoteles sin importarles la energía que consuman para proporcionarles esos lujos que los comunes mortales les pagaremos y que nunca podremos disfrutar.  

El chollo del cambio climático continúa.


No hay comentarios: