El
Gobierno de España ha anunciado hoy que se permite que dos personas, incluido
el conductor, viajen en el mismo vehículo público, privado o particular,
siempre que una lo haga en los asientos delanteros y la otra en los traseros, manteniéndose
a la mayor distancia posible y que el desplazamiento se realice por una de las
causas de fuerza mayor fijadas en el Decreto que estableció el estado de
alarma.
Doce
días después, ¿porque este “permiso”? Llámenme malpensado, pero creo que el
principal motivo de este cambio se produjo el pasado sábado, en la Comunidad de
Madrid. Les cuento.
Una
auxiliar de enfermería (para más INRI) de un hospital del norte de Madrid aprovechó
su día libre, tras estar doblando turnos las seis jornadas anteriores, para
hacer la compra de sus padres, de 89 y 85 años, y llevársela a su casa en el
municipio de San Sebastián de los Reyes. Como estaba bastante agotada, recogió
a su hija para, entre las dos, subir la compra a casa de sus padres ya que no
disponen de ascensor.
Unos
dos kilómetros antes de llegar a su destino, las paró la policía nacional y, al
comprobar que viajaban dos personas en el vehículo, les impuso una multa. De
nada sirvieron las explicaciones de que iban a llevar la compra a sus padres,
ni que les enseñara la factura del súper o que quisiera abrirles el maletero
para comprobarlo. Incluso les enseñó el DNI de sus padres (que llevaba por
precaución) para que vieran adonde iban.
El
“error” que cometieron fue que las dos iban en los asientos delanteros y sin
mascarilla. Alegaron que vivían juntas y le enseñaron el DNI para corroborarlo,
pero ni por esas. La ley es la ley.
En
España, desde que se promulgó el decreto, las distintas policías han
interpuesto 130.000 denuncias por saltarse la normativa. Muchos se echan las
manos a la cabeza: ¿cómo puede haber tanto tarado que incumple las normas? ¿Y
porqué no? En tiempos “normales”, ¿cuantos hay que circulan a 160 km/h por las
carreteras? ¿Cuántos roban? ¿Cuántos maltratan a sus mujeres? ¿cuántos venden y
consumen drogas?... en cualquier circunstancia hay personas que se saltan las
leyes y en esta ocasión, aunque el miedo les frene, también.
No
dudo que la inmensa mayoría de estas sanciones son correctas. Necesarias,
añadiría. Pero también habrá casos como el del sábado en Madrid. La policía
tiene que hacer cumplir la ley, pero también debe tener la suficiente
sensibilidad para detectar los casos en que esta ley debe ser flexible. ¿Puede
haber más fuerza mayor que la de esta enfermera madrileña? A algunos no les da
para más.
Vayan con cuidado porque en cualquier esquina puede aparecérsele Harry el sucio para hacerle cumplir la ley. Eso sí, en lugar de un Colt, sacará su libreta de multas.
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