lunes, 28 de julio de 2008

¿Para cuando las bombas?

Dicen que desde hace meses, en las altas esferas diplomáticas de los principales países del mundo, se cruzan apuestas y se hacen quinielas sobre cual será la fecha del ataque del ejército israelí sobre las instalaciones nucleares iraníes. Todos tienen claro que va a haber un ataque; lo que no saben es la fecha en que producirá. Las elecciones de Estados Unidos tienen mucho que ver en el conflicto y, supongo, que el presidente Bush, a pocos meses de dejar el cargo, no va a tener muchos ánimos de dar el visto bueno a sus amigos israelíes para que realicen el ataque. No creo que desee más jaleos en su ya de por si tormentoso mandato.
Sin embargo, el último intercambio de prisioneros con los terroristas de Hamas ha dejado con la mosca detrás de la oreja a medio mundo: ¿cómo es posible que el gobierno israelí, con la fama de inflexibles que tienen sus negociadores, haya intercambiado a diez terroristas vivos por los cadáveres de dos soldados judíos? ¿Qué intenciones hay detrás de este “intercambio”? ¿Es un preludio para lo que se avecina?

¿Por qué esa seguridad en que va a haber un bombardeo? Pues porque está en peligro la seguridad de su país. Sabido es el “cariño” que les tiene Ahmadineyad, puesto que no se ha privado de expresar en público, en repetidas ocasiones, su deseo de que Israel desaparezca de la faz de la tierra. Si a esto le unimos que hace escasas fechas han probado con éxito misiles que pueden alcanzar fácilmente el territorio de Israel y el último anuncio del presidente iraní vanagloriándose por la posesión de 5.000 centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio, o sea el doble que hace tres meses, los temores del país judío están más que justificados.


Desde Irán se asegura que sus actividades nucleares tienen un fin civil y no militar, que ellos lo van a utilizar para producir energía (en un país que tiene la segunda mayor cantidad de reservas de petróleo del mundo) y que, por lo tanto, sus pretensiones son legítimas. Pero, ¿ustedes se fiarían de un individuo al que acaban de nombrar en su país “Héroe nacional de la hazaña nuclear”? A ver si nos aclaramos, ¿de qué hazaña están hablando? ¿Montar una central nuclear para producir electricidad es una hazaña? Yo, sinceramente, tampoco me fiaría.

A todo esto hay que sumar la mentalidad tan cerrada de la que hacen gala en el país islámico. Supongo que ya lo habrán leído: ayer domingo se ahorcó en Irán a 30 personas condenadas a la pena capital por diversos delitos entre los que destacan el tráfico de drogas, el atraco a mano armada y ¡ojo! el adulterio y la homosexualidad.
Un país que tiene encerradas a mujeres que usan mal el velo islámico, a jóvenes que se hacen un peinado que pueda parecer occidental o a dueños de tiendas donde se pueda encontrar ropa corta o transparente.
De un régimen tan dictatorial y estricto como éste tienen miedo en Israel. Y si a ello le unimos que el país judío es una superpotencia en el campo militar y que ya, en otra ocasión en la que se vieron amenazados no dudaron en bombardear instalaciones de Irán, la pregunta que se hacen en las embajadas occidentales sobre la fecha del bombardeo, adquiere sentido.

¿Qué pasará luego? No me gusta ser pesimista, pero en esta ocasión no tengo más remedio: en Irán montarán en cólera, cesarán las exportaciones de petróleo, otros países islámicos se les unirán, subirán los precios hasta las nubes y, unido a la actual crisis, nos meteremos en la mayor recesión que se haya conocido en la época moderna.


Esperemos que reine la cordura y no se tengan que adoptar medidas tan drásticas como los bombardeos. No más muertos en acciones de guerra. No más consecuencias catastróficas para la humanidad. Dialoguen. Aunque está claro que para convencer al de la barba, habrá que emplear alguna táctica mejor que la famosa “Alianza de Civilizaciones”.

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