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Todos sabemos que alcanzar esa edad es, hoy por hoy, imposible, pero no se crean que será así para siempre. Por lo menos esto es lo que nos dice el biólogo Ginés Morata, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 2007.
Según el profesor, “el potencial de la tecnología del ADN es inmenso y difícil de imaginar, ya que incluye todas las posibilidades, entre ellas la de vivir 150 años, o exagerando, hacerse inmortal”. Para continuar diciendo que “el progreso que existe en este campo es gigantesco, de tal calibre que uno se puede imaginar cualquier cosa; si alguien dice que dentro de trescientos años los hombres pueden tener alas, no me extrañaría, porque sabemos cómo se hace el ala de una mosca o de un águila y, al fin y al cabo, el hombre comparte más del 60% de identidad genética con ambas especies”.
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Sin embargo, las siguientes afirmaciones me llenan de preocupación: “estos avances propiciarán un cambio radical en la historia de la especie humana. El futuro biológico del hombre no va a ser el futuro darwiniano, no va a estar condicionado por la selección natural sino por la tecnología biológica que el hombre se aplique a si mismo”.
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Negar el progreso no conduce a ninguna parte, pero hay que tener cuidado con la utilización que se le da a todos los adelantos científicos. Todos conocemos la historia de Alfred Nóbel y su invento. Que no vuelva a ocurrir lo mismo.
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