Están de moda los juegos
mentales, ya sea en programas de televisión o a través de Internet. Todos
recordamos la imagen que se hizo viral del vestido de rayas azul y negro o
blanco y dorado, según quien la mirara. Muchos sospechamos que éramos
daltónicos.
Hoy les traemos a esta
página una ilusión óptica creada por Jaques Ninio, también llamada la ilusión
de la cuadrícula, que tiene dos versiones: la centelleante y la de Hermann.
En la primera, una rejilla
está salpicada en sus intersecciones por puntos blancos sobre fondo negro que,
según cómo los miremos, tienden a desaparecer. Fíjense bien en el cuadro y
comprobarán que cuando no están mirando los puntos, las líneas grises parecen
ser continuas. Sin embargo, cuando desplazamos la vista por el cuadro, los
puntos se mueven de forma errática por la página, apareciendo y desapareciendo
y cambiando del negro al blanco. Al fijarnos en una única intersección, el
movimiento desaparece y se ve nítidamente que es blanco.
En la versión de Hermann.
Al mirar la malla blanca sobre el fondo negro, parece que surgen manchas en las
intersecciones de las líneas que desaparecen cuando se fija la mirada en una
única intersección.
La explicación a estos
engaños a los que nos somete nuestra vista no es otra que la visión periférica
o lo que es lo mismo, nuestra capacidad para ver objetos que reflejan ondas de
luz que se proyectan en zonas de la retina alejadas de la mácula. Esta visión
periférica le permite abarcar con la mirada un radio de 180º. El problema es
que los humanos no tenemos visión periférica sino central, lo que limita
nuestro campo de visión a 30º. Cualquier cosa que quede fuera la podemos ver,
pero no de forma nítida. Cuando fijamos la mirada, aumenta la nitidez y
desaparecen los “engaños” de nuestra vista.
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