¿Recuerdan
la cruzada ecologista en contra de las bolsas de plástico de los supermercados?
¡Qué bien les vino a las empresas de distribución! De golpe, para ser “más
ecologistas que nadie”, empezaron a cargarnos entre 3 y 5 céntimos por una
bolsita con la publicidad de su cadena. ¿Ha bajado el consumo de plásticos en
España? Ni por asomo.
Sin
embargo, por aquella costumbre tan humana (y tan española) de no reconocer los
errores, a partir de marzo, cualquier establecimiento (no solo los
supermercados) estará obligado a cobrar entre 3 y 30 céntimos por las bolsas de
plástico, aunque por política de empresa prefieran regalarlas. Y se espera que
queden prohibidas en 2020.
¿Servirá
de algo? De poco si tenemos en cuenta que según un estudio de la revista
Science, el 95% de los plásticos que llegan al océano lo hacen a través de sólo
10 ríos y todos ellos se encuentran en Asia (sobre todo en China e India) y
África. Creo que en estos lugares el prohibir el uso de bolsas de plástico ni
se les ha pasado por la cabeza. Y no veo a los ecologistas desplazándose allí
para reivindicarlo.
Una
vez conseguida la prohibición de las bolsas de plástico en Occidente, los
“salvadores del planeta” han renovado sus objetivos y sus próximas víctimas van a
ser ¡las pajitas de los refrescos! Ian Calderón, líder de la mayoría demócrata
en la Asamblea de California, ha propuesto a la cámara un proyecto de ley que
condenaría a los camareros que ofrezcan a sus clientes pajitas de plástico
gratuitas. ¿Las penas? Hasta seis meses de cárcel y multas de 1.000 dólares.
Según
Calderón, “debemos llamar la atención sobre el asunto de las pajitas de
plástico de un solo uso y sus perjudiciales efectos sobre nuestros vertederos,
ríos y océanos”. La propuesta se basa en una estadística: en Estados Unidos se
usan 500 millones de pajitas al día. Teniendo en cuenta que en el país viven
alrededor de 300 millones de personas, cada norteamericano usa más de una
pajita al día.
No
crean que esta concienzuda estadística la ha realizado una gran empresa privada
o un departamento del Gobierno. No. A pesar de que los grandes medios
(Washington Post, CNN, National Geographic, The Guardian, etc.) la han
publicado con grandes titulares, el autor de la misma fue un niño de 9 años,
Milo Cress, que empezó una campaña contra el uso de las pajitas en 2011.
Preguntó en algunas empresas fabricantes, hizo sus cálculos y lanzó la
estimación que hoy todos creen a pies juntillas.
Sinceramente,
aunque el impacto en el medio ambiente no sea tan grave como nos quieren hacer
creer, no me parece mala idea que sustituyan los materiales empleados en las
pajitas por otros que sean más respetuosos con la naturaleza, ya sean papel,
productos vegetales, etc. Cualquier medida que evite, aunque sea mínimamente,
el deterioro del planeta, me parece recomendable. Pero es que los
prohibicionistas no quieren que se utilice cualquier otro material; su objetivo
es que nadie use pajitas de un solo uso. Y quizás aquí esté la respuesta a esta
campaña furibunda: una de las empresas que la finanza, fabrica pajitas
reutilizables. Y esas, aunque se tiren a la primera, parece que ya no ensucian.
Ni
más ni menos que lo ocurrido con los fabricantes de bolsas reutilizables y las
“asesinas” bolsas de plástico. Algún día abriremos los ojos y nos daremos
cuenta de que la ecología, sólo tiene en cuenta el negocio.
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