“Competencia
desleal”; “incumplen la legislación vigente”; “no respetan la ley de una VTC
por cada 30 taxis”; “captan clientes en la calle cuando lo tienen prohibido”; “pagan
menos impuestos”; “especulan con las licencias”.. éstas (y otras muchas)
mentiras son las que nos han contado desde el gremio del taxi durante años para
convencernos a los españoles de que los servicios de Uber, Cabify y otras
empresas del sector de las VTC, eran ilegales y perjudiciales para los clientes.
La
realidad era bien distinta y el único objetivo que han perseguido siempre es
blindar el arcaico y perjudicial monopolio que ejercen desde hace décadas,
cargándose a la competencia para mantener intacta la privilegiada y muy
rentable posición que todavía mantienen los dueños de las licencias de taxi.
Su
intento de engañarnos pensando que los españoles éramos unos ignorantes ha
fracasado desde hace tiempo y, afortunadamente, algunos taxistas empiezan a
cambiar de táctica. La supervivencia hace milagros.
Tras
mantener diversas reuniones entre los diferentes gremios y federaciones profesionales
de taxistas con la Consejería Regional de Transportes de Madrid, se ha
ratificado la modificación del Reglamento de los Servicios de Transporte
Público Urbano de la comunidad madrileña en el que se introducen varios cambios
y nuevos servicios.
Entre
las novedades que destacan está el servicio de taxi compartido. Mediante una
App o por la emisora, se permitirá que un vehículo pare a lo largo de un
recorrido con un cliente para recoger a otros que vayan a realizar, en todo o
en parte, el mismo recorrido, siempre, claro está, que todos los viajeros
acepten compartir el taxi y, así, repartirse proporcionalmente el importe de la
carrera.
Otro
de los servicios que se introduce, a imagen y semejanza de lo que ya ofrecen
Uber y Cabify, son las tarifas fijas, mediante las cuales, los viajeros podrán
conocer el importe a pagar antes de subirse al taxi, siempre que las carreras
se efectúen desde puntos de gran confluencia de pasajeros como estaciones,
aeropuertos, estadios o recintos feriales.
Con
estas medidas, los taxistas madrileños (y pronto los del resto de España)
persiguen ofrecer modernidad, adecuarse a las necesidades de los ciudadanos y
fidelizar a un público que está siendo atraído por el sector VTC. ¿Pero no era
abusivo e ilegal todo lo que hacían Uber y Cabify? ¿En qué quedamos?
Pero
todavía queda un punto conflictivo por arreglar: los precios. Las tarifas de
los taxis se aprueban entre los ayuntamientos y las comunidades autónomas
previa consulta con las asociaciones representativas de los titulares de las
licencias. Esta restricción provoca que los taxistas no tengan la misma
flexibilidad para modificar las tarifas que sus competidores. Y trabajar con
precios prefijados, más que ventajas les provoca perjuicios. Por la noche
tienen que cobrar la tarifa nocturna, más cara, con lo que los usuarios se
decantan por los VTC y en situaciones de mucha demanda (días lluviosos, grandes
aglomeraciones de usuarios, etc.), tienen que aplicar las mismas tarifas que
cualquier otro día (a diferencia de los VTC que aplican suplementos), con lo
que pierden dinero.
¿No
quieren sumarse a la ley de la oferta y la demanda? Peor para ellos. Es lo que
tiene querer ser un monopolio. Porque, al contrario de lo que pudiera parecer,
los precios de los taxis no son mucho más caros que los VTC en general. En el
gráfico pueden ver los precios de los distintos servicios. Otra cosa, por
supuesto es el servicio ofrecido.
¿Creen
que sin la competencia de Uber o Cabify los taxistas mejorarían sus servicios?
Lo dudo. Para ellos sería mucho mejor que las cosas siguieran igual aunque con ello
millones de españoles no se puedan beneficiar de los beneficios de las nuevas
tecnologías para moverse por las ciudades.
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