Juan
Manuel Moreno se topó un buen día con un amigo repartidor en Marbella que
vendía café, con cristales de Swarovski incluidos, a 5.000 euros. ¿A quién? A
magnates rusos afincados en la capital del lujo malagueña. ¿A quién sino?
Quitando a los árabes, son los mejores derrochando el dinero. ¿Y porqué no
aprovechar el filón? Dicho y hecho: haría el pan más caro del mundo.
José
Manuel llegó al oficio de panadero tras casarse con la nieta del dueño de la
panadería Pan Piña de Algatocín, que se remonta a los años cuarenta del siglo
pasado. Siempre había tenido buena fama en el pueblo por la calidad de sus
panes, pero a raíz de su encuentro con el repartidor de café hace seis años,
empezó a investigar y a probar ingredientes hasta que en 2016 hizo el primero
de maíz con oro y empezó a presentarlo en ferias gastronómicas internacionales.
Su fama creció como la espuma, llegó a oídos de millonarios árabes y rusos
afincados en la costa y comenzó a competir con Marbello y Puerto Banús en
términos de lujo.
Venden
170 tipos de pan (también más asequibles desde 1,50 euros) y en todos priman la
salud de sus clientes, utilizando masa madre fermentada para que consuma el
azúcar de las materias primas, consiguiendo que sean aun más saludables. Pero
con los más caros llega la sofisticación: los mejores granos del mundo
doblemente cribados, sal extraída a mano dese las rocas del mar, una malta que
tuestan ellos mismos para realizar la decoración (lo llaman tatuaje) y oro y
plata en tres formatos: copos, polvo y tamiz.
“El
luto del pan industrial” se llama el pan más caro que vende, “el más caro del
mundo”, que se tiene que pedir por encargo, con una antelación de 48 horas ya
que se necesitan unas 18 para que fermente y luego lleva toda la decoración, en
oro, plata y malta tostada. La producción cuesta entre 1.000 y 1.100 euros
(según la cotización en el mercado de metales preciosos) y él lo vende a 1.480
euros por unidad de 400 gramos. Por cierto, que, en 2020, con pandemia china incluida,
vendió 96 unidades, casi dos por semana.
Para
el futuro, ya están trabajando en un pan completamente personalizado que quieren
vender por 10.000 euros y prepara un curso destinado a Emiratos Árabes Unidos
(que hará cuando lo permita la crisis sanitaria) en el que enseñará a hacer
esos panes y que costará ¡70.000 euros! De momento da trabajo a diez personas,
pero ya planea la construcción de una fábrica en Marbella para ampliar su
producción.
Juan
Manuel lo tiene claro: puede que lo critiquen y lo tachen de frívolo, pero reconoce
abiertamente que su pan con oro y plata es tan bueno, pero no más, como el más
barato que hace cada día y que vende en la panadería de Algatocín. Es
simplemente una cuestión de glamour y exclusividad de unos multimillonarios que
quieren destacar entre sus amistades. ¿Por qué no aprovecharlo? Un aplauso para
José Manuel.
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