¿Saben cuántos de los
alimentos producidos en el mundo se tiran a la basura? Pues según varios
estudios publicados, aproximadamente ¡una tercera parte! Esto contrasta con los
cerca de 800 millones de personas que se encuentran en una situación de pobreza
extrema, sin nada que echarse a la boca o con los muchos millones que, sin
riesgo a morir de inanición, no pueden pagar muchos de los productos que
diariamente tiran los supermercados a la basura por no haberlos podido vender.
Otra pregunta, ¿cuántas
veces ha visto colas en los contenedores donde tiran sus desperdicios los
supermercados, echando incluso alguno de ellos lejía para que no los puedan recoger?
Pues en otros países, lo solucionan de otra manera mucho más civilizada.
El 22 de febrero de 2016, la ONG danesa DanChurchAid y el
Banco de Alimentos de Dinamarca crearon la cadena de supermercados Wefood, cuyo
objetivo principal es vender productos caducados y con taras para concienciar a
la sociedad sobre el desperdicio de alimentos. Tal ha sido su éxito que en
apenas diez meses abrieron su segundo establecimiento, su idea ya ha dado la
vuelta al mundo y muchas empresas han querido seguir el ejemplo de negocio
solidario.
Wefood ofrece productos
que otros supermercados y pequeñas tiendas no pueden vender por echárseles la
fecha de caducidad encima, por llevar etiquetas erróneas o por tener el
embalaje defectuoso, por poner sólo unos ejemplos. Los productos a la venta no
son siempre los mismos, ya que dependen de las donaciones que les llegan día a
día: pan, verduras, frutas, productos lácteos, carne y hasta periódicos que no
se han vendido a lo largo de la mañana se pueden encontrar en sus estanterías
con descuentos de entre un 30% y un 50%.
Pero no es un negocio
solidario al uso porque, si bien todas las personas que trabajan en los
supermercados son voluntarios (excepto el encargado de la tienda), la venta de
sus productos rebajados no está restringida a personas con bajos ingresos, sino
que puede comprar allí todo el mundo, sobre todo aquellos que se preocupan por
el desperdicio de alimentos. El resultado de esta iniciativa y de otras muchas
que se han sucedido en Dinamarca durante los últimos cinco años, es que los
daneses han conseguido reducir el desperdicio de alimentos en un 25%. Algo en
lo que sin duda influye la legislación danesa que, al contrario de lo que
ocurre en otros muchos países, cataloga como adecuados para el consumo estos
productos, y el apoyo del gobierno danés a estas iniciativas solidarias.
Mucho tenemos que aprender
los españoles de estas iniciativas, desde el gobierno al último de los
consumidores. ¿No han visto nunca en un supermercado español a un cliente
montando un escándalo al empleado porque a un yogurt le faltaban dos días para
caducar? Pues en Dinamarca todavía le queda mucha vida útil y, de seguro, no
acabará como aquí en el contenedor de la esquina.
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