“Se nos fue
la olla con las renovables” – Miguel Sebastián, octubre de 2015.
¿Se
acuerdan de Miguel Sebastián? Fue el Ministro de Industria que más hizo por
impulsar la energía verde en España en los gobiernos del socialista Rodríguez
Zapatero. Y no me negarán que, si el principal valedor de las renovables admite
que se pasaron, que no calcularon bien y que no previeron las consecuencias de
su política, el tema asusta. Y mucho. Tanto como 100.000 millones de euros
(hasta ahora) que, por supuesto, no lo pagarán los que nos metieron en el lío
sino todos los españoles vía impuestos y factura de la luz.
De los
105.000 MW de potencia eléctrica instalada que tenemos en España, unos 30.000
MW son de energías renovables más 6.700 de cogeneración. Para las del régimen
convencional (hidráulica, nuclear, gas en ciclos combinados y carbón), la
remuneración llega según los precios de mercado, que se fija diariamente y por
cada hora en función de la oferta y la demanda.
La energía
que se utiliza diariamente va en función del precio que se tiene que pagar por
ella. Por ejemplo, la nuclear, que entra a coste cero, será la primera en
utilizarse y a medida que no se logra cubrir la demanda, empezarán a utilizarse
las fuentes más caras. Las renovables (régimen especial) juegan aquí un papel
fundamental ya que su coste también es cero y cuando funcionan a pleno
rendimiento (si hay viento y sol, que no siempre lo hay) rebajan el coste de la
energía.
El problema
reside en que la electricidad generada a través del régimen especial recibe una
prima y así, aunque el precio de mercado sea bajo, los productores siempre
tienen garantizados unos ingresos mínimos que son 6 o 7 veces el precio de
mercado. Esa prima es la que se paga en el recibo de la luz. Tenemos un sistema
eléctrico en el que hay que pagar la energía, su transporte y distribución y,
además, primas, subvenciones y pagos por sobrecapacidad que, sumados a unos
impuestos elevadísimos, provocan que la electricidad en España sea de las más
caras de Europa.
¿De cuánto
estamos hablando? Pues se calcula que a finales de 2016, las primas al régimen
especial ya habían ascendido a 84.000 millones. A esa cifra, tendremos que
sumarle lo que se continuará abonando a los productores hasta que finalicen los
contratos firmados ya que, si se cambiase el marco legal, podría ser impugnado
en los tribunales. La cifra, si nadie lo remedia, se acercará a los 200.000
millones de euros.
Siendo malo todo lo expuesto, lo peor de todo es que las renovables
se instalaron en España cuando la tecnología aún estaba en proceso de
desarrollo. Zapatero y Sebastián tenían prisa y fuimos el conejillo de indias
del mundo entero; tenemos fama de Quijotes y es cierto. Esa tecnología
experimental era carísima y poco eficiente con lo que el negocio fue redondo;
ahora que los procesos han mejorado mucho, la misma cantidad de potencia nos
costaría bastante menos de la mitad.
¿Perjuicios de esta locura? Haber gastado un dineral (y lo que
queda) para ser los humanos más comprometidos con el planeta. ¿Ventajas? Pues
que ahora tenemos las empresas más avanzadas tecnológicamente del mundo en este
sector que ganan jugosos contratos en el
exterior, lo cual le viene muy bien a nuestra maltrecha economía. ¿Tanto como
para justificar los 200.000 millones? Me temo que no.
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