Ahora
que la campaña del #MeToo está empezando a remitir, las feministas parece que
han salido a la busca de otra “ofensa” que las devuelva al primer plano de la
actualidad. ¿Y qué mejor forma de conseguirlo que catalogando a la mayor
empresa por capitalización del mundo, Apple, de sexista?
La
polémica empezó con un hilo de Twitter de la socióloga y redactora del New York
Times, Zeynep Tufecki cuya traducción aproximada es ésta: “Bienvenidos a las
pantallas gigantes de Apple. Las mujeres con manos pequeñas, como yo, que
necesitan un teléfono más pequeño por razones de seguridad, están atrapadas y
corren el riesgo de que el teléfono se les caiga fácilmente”.
Lo
que parecía un comentario más bien sarcástico, fue aprovechado por la activista
feminista Caroline Criado para denunciar que había sufrido una lesión en su
mano por utilizar el iPhone de Apple: “Tengo una lesión por usar el nuevo
iPhone. Realmente afecta a la salud de las manos de las mujeres que son quienes
más compran estos teléfonos. Me desconcierta que Apple no lo tenga en cuenta.
Deberíamos estar furiosas por esto; estamos pagando el mismo dinero que los
hombres por un producto diseñado exclusivamente para ellos”.
Y
tampoco dejó pasar la ocasión la diputada laborista inglesa Jess Phillips:
“Muchos diseños tecnológicos están desarrollados siempre pensando en las manos
de los hombres”.
No
se ustedes, pero yo me quedo a cuadros. ¿Qué pueden decir ahora los hombres que
miden menos de 1,65 o las mujeres que sobrepasan el 1,80? ¿Qué las feministas
no creen que sean normales? De media, las manos de los hombres tienen unos dos
centímetros más que las de las mujeres. ¿Es esto suficiente para que las
feministas quieran poner una nueva barrera entre los dos sexos?
Además,
en el mercado existen miles de modelos más pequeños, pero no por ello peores.
Incluso Apple dispone de varios smartphones de tamaño más reducido. Evidentemente,
cada vez los móviles son más grandes, pero no es para favorecer a ningún sexo sino porque el mercado lo demanda. No los harían si no los vendiesen. Ningún
consumidor (sea hombre o mujer) está obligado a comprar un determinado aparato.
¿Qué
buscan entonces? Notoriedad. Sólo eso. Pero much@s ya nos hemos hartado de su
comportamiento. Arman un escándalo con los acosos en Hollywood, pero cuando la
acusada es una mujer, alegan que es una manipulación. Se rasgan las vestiduras
con la indumentaria de las cheerleaders profesionales de las ligas deportivas,
mientras tienen la boca cerrada con la imposición del burka a muchas mujeres
musulmanas. Se desgañitan criticando una leve insinuación sexista (si la hace
alguien de la derecha) y callan cuando atacan inmisericordemente, tanto verbal
como físicamente, a mujeres de diversas profesiones (si éstas simpatizan con
partidos de derechas, claro). Y así cientos de ejemplos. Es su particular doble
vara de medir.
El
camino hacia la igualdad entre el hombre y la mujer continúa siendo, por
desgracia, muy largo. Este tipo de feminismo no es el adecuado para conducirnos
por ese camino.
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