Muchos
nos hemos hecho esta pregunta: ¿quién está detrás de las protestas y de las
manifestaciones ecologistas? Basta con que se haga el anuncio de un proyecto de
parque eólico, de una refinería, de una central térmica o de un almacén de
residuos nucleares para que cientos o miles de manifestantes aparezcan por el
pueblo donde se va a realizar la obra y exijan la completa paralización del
proyecto. ¿Son los habitantes de la zona afectada los que protestan? Parece que
no.
La
empresa australiana Berkeley Energía tiene en proyecto una mina de uranio cerca
de la localidad salmantina de Villavieja de Yeltes, en la comarca de
Retortillo. Para llevarlo a cabo, la compañía ha invertido en la última década
más de 70 millones de euros y espera gastar 250 millones más para su puesta en
marcha, sin solicitar ayudas al Gobierno. Para conseguirlo, necesita una
licencia urbanística de construcción local (que ya posee) y la autorización del
Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que está elaborando un informe que puede que
finalice en 2021.
El
revuelo que ha causado en la comarca ha sido tremendo. La zona tiene unos
niveles altísimos de desempleo juvenil y la promesa de 400 puestos de empleo
directos y más de 2.000 indirectos ha provocado que las solicitudes de empleo
que ha recibido la empresa, a pesar de la incerteza y de los plazos que se
manejan para su apertura, lleguen a 23.000, lo que supone 57 solicitudes por
cada puesto de empleo directo. Por comparar cifras, en la última oposición para
la Guardia Civil, se presentaron 15 por cada puesto y en la del cuerpo docente
de funcionarios, 13.
Pero
lo curioso del tema es que, de entre todas las solicitudes, 400 provienen de
pueblos que rodean la mina y 118 son de Villavieja de Yeltes, justo al lado.
Aunque parezca un número bajo, 118 solicitudes representa el 25% de la
población permanente del pueblo. Si tenemos en cuenta la alta proporción de
jubilados que habitan en estas localidades, no resulta descabellado pensar que
más del 50% de su población activa ha presentado la solicitud.
Esta
masiva respuesta choca de lleno con las manifestaciones que se han realizado
este año en el pueblo (también en Salamanca) en contra del proyecto minero bajo
el lema “No a la mina, sí a la vida” o Menos minería, más ganadería”, con una
gran afluencia de participantes. ¿Creen que ese 50% de la población activa que
ha presentado su solicitud para trabajar en la empresa estaba entre los
manifestantes? ¿O quizá sus familiares más allegados porque no quieren que trabajen
sus seres queridos? ¿Serán sus vecinos que les tienen manía? Evidentemente, muy
pocos, por no decir ninguno de los habitantes de Villavieja de Yeltes sacaron
pancartas a la calle aquel día.
Los
manifestantes venían de lejos, de muy lejos y eran los mismos que acuden a todos
los actos que se organizan en cualquier punto de la geografía española en
contra de toda forma de progreso, camuflados, eso sí, bajo la bandera de un
falso ecologismo. Individuos a los que les importa muy poco que toda una
comarca languidezca mientras ellos, al día siguiente, acuden a sus puestos de
trabajo, fijos y bien remunerados (habitualmente en organismos públicos), a
preparar la “escapada” del fin de semana siguiente a otro pueblo que ellos
consideren conflictivo.
Desgraciadamente,
los vecinos de Villavieja de Yeltes tienen la batalla perdida. Y no es por
culpa de los cuatro “ecologistas” que se manifestaron por sus calles. Según informa
hoy la agencia Reuters, el Gobierno “esperará a que se resuelvan los procesos
en marcha, pero se opondrá en cualquier caso a la apertura, descartando
conceder los permisos necesarios”. ¿Y en
caso de que el CSN dicte un informe positivo? Pues tampoco. Con dos coj..
Es
lo que tienen los gobiernos “progresistas”; siempre velando por aumentar la
riqueza de sus ciudadanos, proporcionándoles puestos de trabajo dignos y bien
remunerados en el sector ganadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario