Vivimos en
un mundo intercomunicado en el que el bombardeo de noticias es constante. Soy
de la opinión de que recibimos tal cantidad de información que nuestro cerebro
apenas la puede asimilar. Así, lo que ahora es noticia, en apenas unos días, e
incluso unas pocas horas, deja de serlo. Da igual si hablamos de un atentado
terrorista, de unas elecciones generales, de un desastre natural o del partido
de fútbol más importante del año: en muy poco tiempo lo habremos archivado en
nuestra mente y nos estaremos preocupando por cualquier otra cosa. ¿Por qué
tendría que ocurrir lo contrario con el apocalíptico “cambio climático” que
algunos anuncian?
Llevan más
de una década bombardeándonos con que el fin del mundo, tal y como lo
conocemos, se acerca y que los culpables somos los humanos y nuestra manía de
soltar a la atmósfera cantidades ingentes de CO2. Año tras año escuchamos
profecías que nos advierten de que si no cambiamos nuestros hábitos, pronto lo
lamentaremos; que las temperaturas se dispararán; que el nivel del mar subirá;
que muchas especies animales y vegetales desaparecerán; que el hielo de los
polos se derretirá… en fin, que el caos y la destrucción se apoderarán de
nuestra querida Tierra.
Pero el
tiempo pasa y aunque continúen saturándonos con informes científicos que
demuestran que el apocalipsis se acerca, las personas solo notan en su piel que
en verano continúa haciendo calor y en invierno frío. Las noticias sobre el
cambio climático nos las saltamos para leer algo que nos interese más.
Ejemplos
hay muchos. El año pasado se celebró la cumbre más importante de la historia
(según sus organizadores) sobre el calentamiento global en París.
Según las
informaciones, en la reunión se consiguieron avances transcendentales y todos
salieron de ella felices y satisfechos. ¿Su repercusión en los medios de
comunicación? Escasa. Un par de titulares mal contados el primer día y noticia
de página quince hasta que finalizó. Si esa poca importancia tuvo en los
periódicos, imaginen el interés que causó entre la población. La inmensa mayoría ni siquiera supo de su
existencia. Y no digamos ya de los acuerdos alcanzados. Eso sí: los grupos ecologistas
hablaron de la “gran satisfacción” con que toda la humanidad acogió el acuerdo
alcanzado.
Otro
ejemplo: el sábado 19 de marzo, se celebró la “hora del planeta” en la que
todos estábamos llamados a apagar las luces durante una hora en un acto de concienciación
sobre los problemas que el excesivo consumo energético provoca en relación con
el cambio climático. Medios de comunicación, organizaciones ecologistas,
ayuntamientos y grandes empresas se sumaron a la iniciativa. Según sus
organizadores, WWF, “en España la participación ha sido multitudinaria, con
casi 400 ciudades apoyándonos, un 50% más que el año anterior”. ¿La realidad? Ni Dios apagó la luz.
Este sábado
19, a
las 20:50, justo a la mitad de la “hora del planeta”, la demanda eléctrica en
España era de 31.487 MW. Si lo comparamos con sábados anteriores, el sábado 12
fue de 32.196 MW, apenas un 2% más; el sábado 5 de 31.950 MW, un 1,4% más y el
sábado 13 de febrero, incluso se consumió menos, 31.175 MW, un 1% menos.
¿Participación
multitudinaria? Sí, sí. Pero seguro que si les presentan estos datos,
responderán que no tienen importancia ya que el acto era “simbólico”. Más que
simbólico, lo que fue es inexistente.
Ante la
poca trascendencia que las noticias sobre el calentamiento global tienen entre
la población y con el temor de que pronto se les acabe a algunos el chollo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha
subido su apuesta catastrofista y en su “Declaración sobre el clima mundial en 2015” , hecho público con
motivo del Día Meteorológico Mundial, ha echado el resto y ha aumentado sus amenazas para meternos a todos el miedo en el cuerpo.
Sus
afirmaciones “apenas” fueron alarmistas. Según este grupo de sabios, “el clima
del año pasado en el planeta hizo historia porque estuvo marcado por
temperaturas máximas sin precedentes, olas de calor intensas, un total
extraordinario de precipitaciones, sequías devastadoras y una actividad
excepcional de los ciclones tropicales”. Vamos, que el mundo sobrevivió al año
de forma milagrosa. ¿En qué planeta estuve para no notar nada de todo esto?
Un discurso
escandaloso con vistas a llenar de titulares los medios de comunicación, pero
que si destripamos un poco, demuestran porqué la humanidad cada vez les sigue
menos. Así, el titular reza que “en 2015 la temperatura media global batió, por
un amplio margen, todos los récords”, para aclarar más adelante que los valores
estuvieron 0,76 grados por encima del periodo comprendido entre 1961 y 1990, un
tiempo en que, recordemos, se registraron algunas de las temperaturas más bajas
de todo el siglo XX.
También nos
dicen que “en 2015 la extensión de los hielos marinos árticos fue la menor
desde que hay datos”, para continuar diciendo apenas unas líneas después que la
extensión del hielo marino del ártico observada el pasado 11 de septiembre fue
la cuarta más reducida. ¿En qué quedamos? Por cierto, ni una palabra del hielo
marino del antártico que crece año tras año.
Alarma sobre “olas de calor excepcionalmente prolongadas con picos extremos”,
poniendo ejemplos como que en España se llegó a 42,6 grados. Supongo que en
amplias zonas de Andalucía todavía se estarán riendo.
Hablan de “lluvias y sequías estremecedoras”, para aclarar que la precipitación a
escala mundial se acercó a la media a largo plazo; que debido al episodio de
“El Niño”, fue lluvioso en muchas zonas subtropicales de América del Sur; que
hubo sequías que afectaron a zonas del sur de África y que en términos
globales, el número de tormentas tropicales, ciclones y tifones del año pasado
se acercó a la media.
Si el
informe de los miembros de la Organización
Meteorológica Mundial (OMM) contiene todas estas
contradicciones y párrafo a párrafo, admite que el clima en 2015 no ha sido muy
diferente al de otros años, ¿cómo esperan que la humanidad les haga caso?
No entramos a valorar si están o no en lo cierto, pero si no cambian de táctica y olvidan los tremendismos (y de paso el gran negocio que muchos están haciendo con el tema), el cambio climático y el ecologismo en general, pronto caerán en el olvido. Y el planeta necesita que lo cuidemos.
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