A
todos nos ha ocurrido en más de una ocasión. Nos acostamos tarde; nos
levantamos temprano y cuando llega la última hora de la mañana o la primera de
la tarde, un sueño imposible de controlar se adueña de nuestro cuerpo. ¿Solución?
La más común: una taza de café. Pero, ¿qué ocurre cuando no nos apetece o, por
razones de salud, no podemos tomarlo? Les proponemos seis soluciones para
mantenernos despiertos sin que una gota de café moje nuestros labios.
- Dar
un paseo. Realizar cualquier actividad física cuando estamos a punto de dar una
cabezada involuntaria es una buena solución. Practicando deporte o simplemente
caminando, la fatiga desaparece. Esto es debido a que, al mover nuestro cuerpo,
éste genera endorfinas, unos neurotransmisores que alivian el estrés, reducen
la fatiga y aumenta los sentimientos de euforia.
- Respirar
profundamente. Si nos ponemos a respirar con tranquilidad, transportamos más
oxígeno a las diferentes partes de nuestro cuerpo, de forma que aumentan los
niveles de energía. Recuerden que, para conseguirlo, la respiración debe ser
profunda; la proveniente del vientre.
- Beber
agua. Si nuestro cuerpo se deshidrata, se queda sin energía y entra la
somnolencia. Hay que beber agua para evitar la fatiga, los desmayos y la
confusión. El agua ayuda a lubricar las articulaciones y aumenta el flujo
sanguíneo, transportando oxígeno y carbohidratos a nuestro cerebro.
- Masticar
chicle. Mover las mandíbulas constantemente mantiene la mente en alerta.
Masticar aumenta el riego circulatorio y activa algunas regiones del cerebro.
El chicle también ayuda a reducir la ansiedad, aumenta la comprensión lectora y
la concentración.
- Visionar
vídeos. Nuestra mente reacciona a las imágenes inocentes y agradables (por
ejemplo, vídeos de niños pequeños o de gatitos) produciendo oxitocina, una
hormona que elimina la del cortisol (responsable del estrés) y que hace que nos
mantengamos despiertos y de buen humor.
- Iluminar
el espacio. La luz natural activa algunas zonas del cerebro como el hipotálamo,
encargado de controlar los ritmos cardíacos y que marca los estados de sueño y
vigilia.
Si
con todos estos consejos no logra superar el mal rato de la somnolencia y sus
obligaciones no le permiten una reparadora siesta, pruebe con la solución más
lógica: dormir más horas por la noche. Eso nunca falla.
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