lunes, 26 de marzo de 2018

Jubilarse con 800.000 euros resultaría bastante sencillo



Leí hace poco una entrevista con Marcos de Quinto, ex vicepresidente mundial de Coca Cola, en la que, fiel a su costumbre de no morderse la lengua, decía que en las manifestaciones de pensionistas, tan en boga últimamente, éstos no se manifestaban contra el gobierno o los políticos, sino contra la clase media trabajadora española. Su razonamiento era sencillo: en el caso de que consiguiesen sus reivindicaciones ¿quién pagaría esas subidas que solicitan? Por supuesto, no lo pondrían de sus bolsillos Sánchez, Rivera, Iglesias o Rajoy, sino los trabajadores en activo vía aumento de sus cotizaciones sociales o, en el caso de que se pagasen con los Presupuestos del Estado, los mismos trabajadores con subidas generalizadas de impuestos.

Esto es así debido al engaño al que nos han sometido los políticos desde tiempos inmemoriales con el fraude piramidal que suponen las pensiones. ¿Cuántas veces han escuchado la famosa frase de “he cotizado toda mi vida y ahora quiero que me devuelvan lo que he pagado”? Pues no. No se lo devolverán porque ese dinero que usted cotizó sirvió para pagar a los pensionistas que había entonces y su pensión se paga (o pagará) con las cotizaciones de los que ahora trabajan. Y como cada vez  hay más jubilados y menos cotizantes, pues las pensiones son como son: ridículas.


Todo esto podría cambiar y no sería excesivamente complicado. Ya se ha hecho en algunos países con resultados positivos. Les describo el modelo chileno.

En Chile traducen las cotizaciones sociales en cuentas de ahorro personales que se canalizan hacia distintos fondos de inversión que siguen políticas más arriesgadas o conservadoras dependiendo del criterio del cotizante. Así, el sistema está permitiendo que los trabajadores que hayan cotizado al menos durante 30 años, estén cobrando en la actualidad la misma pensión media que reciben los españoles, con la diferencia de que a los chilenos sólo les retienen un 10% de sus sueldos frente al más de 30% de los españoles. 
  
Los trabajadores españoles abonan una media de 6.200 euros anuales en cotizaciones sociales (incluida la aportación de las empresas que, en caso de no ingresarla en la caja de la Seguridad Social, deberían pagarla al trabajador) durante 35 años. Si esas aportaciones se realizasen a un fondo de perfil medio, que simplemente replicase el Ibex 35, sin sofisticaciones, tendrían una rentabilidad media del 5,1% (es la rentabilidad histórica que ha obtenido el Ibex 35 desde su creación). Con esas aportaciones y esa rentabilidad, con 35 años de cotización, a la hora de jubilarnos contaríamos con un capital de 605.000 euros y si alargásemos la vida laboral 5 años, la cifra alcanzaría los 815.000 euros. Permítanme la ironía: más o menos como ahora.


Durante la vida laboral del cotizante, con ese dinero acumulado se consigue fomentar el ahorro, la inversión y el crecimiento del país. Y además: ¿por qué sacar el dinero de esos fondos cuando nos jubilemos? Con ese 5% de rentabilidad se consiguen entre 30.000 y 40.000 euros anuales. ¿Cuántos jubilados cobran esas cantidades? Y en el desgraciado momento de la muerte, los 800.000 euros del capital los podrían dejar en herencia a sus hijos.

Soy de la opinión de que debe existir una cierta solidaridad con aquellos que no han podido cotizar todo el tiempo estipulado o que sus aportaciones han sido mínimas debido a sus bajos sueldos. Por supuesto que no se les puede dejar en la estacada cobrando pensiones míseras. Por ello, no tendría inconveniente en que de mis aportaciones, retuviesen un 10, un 15 o un 20% para ese reparto solidario. Pero de ahí a un 100% como acurre ahora...


¿Por qué ningún político propone un modelo de capitalización de las pensiones? Dos motivos: el primero, porque no vende. Suena mucho más solidario “sistema de reparto” que “sistema de capitalización”; los españoles tardaremos décadas (si es que llega el momento) en comprender que el capitalismo no es malo sino todo lo contrario. Y en segundo lugar porque se rompería el maldito circulo vicioso que ata las pensiones al juego político. Si las pensiones dependieran del esfuerzo del trabajador, los políticos ya no podrían hacer todas esas promesas electorales que todos conocemos ni colgarse medallas con las subidas anuales que parece que salgan de sus carteras. Se acabaría el engaño y el clientelismo político y eso, naturalmente, no les interesa.


    

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