martes, 1 de diciembre de 2015

Bardem reconoce el cobro ilegal de subvenciones al cine (“taquillazo”)



“En España, el que no roba es porque no puede; a la mínima ocasión que tenga, se lo llevará”. Con esta frase lapidaria (que posiblemente podríamos ampliar al resto de la humanidad) empezaba cada una de sus "batallitas" un antiguo concejal y diputado provincial cuando se juntaba con sus amigos en el bar del patronato.  Por desgracia, ya nos ha abandonado, pero ¡cuánta razón tenía! Da igual que sea banquero, político, mecánico o profesor de idiomas: cuando a un español le ponen el sobre delante… Ya lo sé: alguien no caerá. Pero pocos. Y, sobre todo, no se fíen de los que van proclamando a los cuatro vientos su honradez y criticando la falta de ella al resto de la humanidad. ¡Esos son los peores!

El último caso es sangrante. Miguel Bardem, director, productor, actor y guionista, hijo de Juan Antonio Bardem, sobrino de Pilar Bardem y primo  de Mónica, Carlos y Javier Bardem, fue juzgado la semana pasada en Madrid, en concreto en el Juzgado de Instrucción número 40, por presuntos delitos de fraude documental y con las ayudas públicas por la solicitud (y posterior concesión, ¡faltaría más!) de subvenciones fraudulentas en varias de sus películas, entre las que se encontraría la dirigida por Gonzalo López-Gallego en 2007 “El rey de la montaña”, protagonizada por los actores Leonardo Sbaraglia y María Valverde.

Y decimos “presuntos” por costumbre, ya que la defensa de Bardem y la fiscalía provincial de Madrid ya habrían pactado con anterioridad al juicio la devolución de las subvenciones, que el productor  habría pagado. O sea, que muy “inocente” no se veía el amigo Bardem. Los del “no a la guerra”, que se rasgan las vestiduras cuando se topan con un político corrupto ¿también roban? Pues al parecer, si.

Y no es el único, ya que el Gobierno también ha requerido la devolución de las subvenciones a otras 32 películas entre 2013 y 2015. Aunque desconocemos los nombres de todas las películas, seguro que sus productoras, así como sus directores e intérpretes, son de los que reclaman mayor atención (lean subvenciones) al cine patrio y la eliminación del IVA cultural.

Este fraude existe desde hace muchos años, o mejor dicho, desde que se conceden subvenciones a las películas dependiendo del número de espectadores que acuden a las salas comerciales a verlas. En un principio, algunos productores compraban todas las butacas de las salas donde se exhibía su película para alcanzar un cupo de asistentes y así poder obtener las subvenciones del Ministerio de Cultura. Y les salía a cuenta, ya que la subvención era muy superior al precio pagado por las entradas. Y es que las ayudas pueden llegar a alcanzar los 1,5 millones de euros actualmente.


La trampa se ha sofisticado con el tiempo y ahora también participan las exhibidoras de películas, convirtiendo salas completamente vacías en cines llenos a rebosar. Ante las sospechas de irregularidades, los inspectores de Cultura comenzaron a investigar con detalle y los resultados fueron espectaculares. El caso más divertido se dio en la proyección de la película “De mayor quiero ser soldado”, de Christian Molina, coproducida por Canónigo Films, en la que solo había un espectador: el inspector de Cultura. Ante el “éxito” de la convocatoria, se excusaron con que “había un problema técnico” y no proyectaron el film. La sorpresa llegó la semana siguiente cuando el inspector comprobó los datos de asistencia declarados por la sala y en ellos aparecían nada menos que 117 personas. Y 94 más en la siguiente sesión.

También es sonado el caso de una película exhibida en los multicines Mirasierra de Madrid en donde se declararon 1.657 espectadores durante una semana mientras los inspectores no llegaron a contabilizar ni siquiera 20.


Con esto de las subvenciones le tengo que volver a dar la razón al concejal del que les hablaba al principio. Su frase preferida cuando llegaba algún solicitante a pedir una ayuda para una causa ruinosa (ya fuese un espectáculo cultural, deportivo, etc.) era: “Lo que no deja (dinero), se deja (abandona)”. Si una película no recauda en taquilla lo que le ha costado al productor,  que se dediquen él y su director a otra cosa. Por mucha cultura que sea, los españoles no tenemos porque pagar los fracasos (y chanchullos) de los demás.


Para el gobierno que salga de las urnas el próximo 20 de diciembre, le pediría que ayude a los pobres (a los de verdad) y que elimine subvenciones y ayudas varias, ya sean al cine o a lo que sea. De un plumazo se habrá cargado la mitad de la corrupción que asola nuestro país.