martes, 28 de octubre de 2014

La usura llega a los Fondos de inversión garantizados bancarios



Desgraciadamente, dispongo de un dinero para invertir. Y digo desgraciadamente porque proviene de una indemnización por despido y comprenderán que sería preferible no tenerlo y continuar empleado. En fin, ¿qué hacer con ese dinero? Con los depósitos y las cuentas de ahorro apenas se puede lograr, con suerte, un 1%; ¿algún otro producto seguro y con un mayor rendimiento?

Acudí a mi entidad financiera habitual y lo que me ofrecieron me dejó perplejo. Tras la escasa y austera oferta en depósitos (a los bancos ya no les interesa puesto que desde el Banco Central Europeo consiguen dinero casi gratuito) me aconsejaron diversos fondos de inversión: monetarios, renta fija, mixtos, renta variable… pero entre todos ellos insistieron en que invirtiese mi dinero en uno garantizado denominado “Depósito Estructurado Ibex 2016”.

¿Características?  18 meses, invierte en el Ibex, capital garantizado y rentabilidad tal como sigue:
- Si el precio final del índice Ibex 35 fuese inferior al 100% de su precio inicial, además del capital invertido recibiría una remuneración del 0,5321% TAE.
- Si el precio final estuviese entre el 100% y el 110%, TAE del 0,9303%
- Si estuviese entre el 110% y el 120%, TAE del 1,3277%
- Y si sobrepasa el 120% del precio inicial, TAE del 1,7243%

Además, podría cancelar el fondo anticipadamente en tres ocasiones durante el periodo, aunque en ese caso no me liquidarían ningún tipo de interés y, además, me aplicarían una penalización del 1,50% sobre el capital invertido.


Sinceramente, me quedé de piedra. ¿Cómo pueden tener la desfachatez de aconsejarme un fondo que, literalmente, me roba dinero? Antes de empezar, dejar claro que esto no son “preferentes”; este producto es completamente legal y al final del periodo recuperaré mi dinero al estar cubierto por el Fondo De Garantía de Depósitos. Otra cosa son los intereses que me abonarán: ruinosos.

Estos productos invierten, sobre todo, en compañías que reparten suculentos dividendos. Hablamos de acciones de Telefónica, Santander, BBVA, Repsol…  todas con unas remuneraciones del  4%, 5% e incluso el 8% como es el caso del Santander. Por descontado, estos dividendos se los queda el Fondo, es decir, al final del periodo habrán ingresado, solo por dividendos, un 8 o 9% de la inversión (5-6% de media por 1,5 años).

Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá durante ese año y medio, pero contando con la incipiente recuperación económica y a pesar del freno que está sufriendo la Eurozona, lo más normal sería que la Bolsa subiera. Al menos, que subiera un poco. Trabajemos con cuatro supuestos:

La bolsa no sube o incluso baja: por poco espabilado que sea el gestor del Fondo y con la libertad que tiene para comprar y vender cuando le plazca, difícilmente perderá dinero. Pero aunque lo hiciera, tiene el margen del 8 o 9% de los dividendos. Prácticamente, riesgo cero.

Imaginemos que sube la Bolsa un 5%. En total, mi dinero rentaría un 14% (5% más 9% de dividendos), de los cuales la gestora se quedaría con un 13,1% de las ganancias y a mí me darían un 0,9303%. Si subiera un 15%, ellos ingresarían un 22,7% y yo un 1,3277%. Y si la Bolsa llegase a los 13.000 puntos (aproximadamente un 25% más que ahora), la gestora acumularía unas ganancias del 32,3% y a mí me devolverían lo invertido más un 1,7243%. ¡Negocio redondo!


Tal como hicieron en su día con las famosas “preferentes”, los directores de las oficinas bancarias (e incluso sus empleados) se deshacen en alabanzas hacia este producto y es prácticamente lo único que ofrecen a sus clientes, sobre todo a las personas mayores, mucho más proclives a buscar la seguridad de sus ahorros. Y como en lo que más insisten es en que están garantizados… pocos son los que se les escapan.

Vuelvo a insistir: el producto es completamente legal y es imposible perder la inversión inicial. Ahora bien, sabiendo que el dinero que se invierte en Bolsa es de los clientes y no de los gestores ¿cómo catalogarían un reparto de los beneficios del  5-10% para el propietario del dinero y del 90-95% para quien lo gestiona en Bolsa? ¿Fraude? ¿Usura? ¿Estafa?


Si no encuentro nada mejor, lo enterraré en el jardín. Estoy harto de que con mi dinero se forren los de siempre.      


domingo, 26 de octubre de 2014

Los bonus y los sueldos variables de los directivos pueden impedir la recuperación económica



En los medios informativos, sobre todo en los económicos, suelen aparecer noticias del tipo “los directivos del banco X han cobrado 3 millones de euros en bonus” o “los miembros del consejo de la eléctrica Z se repartirán 5 millones en bonus este año”, noticias que, habitualmente, provocan la indignación en la ciudadanía, más aun en épocas de crisis. ¿Qué narices son esos bonus y cómo pueden ser tan elevados?, se pregunta más de uno.

Los bonus son, básicamente, un premio que cobran algunos trabajadores (principalmente los directivos de grandes empresas) cuando cumplen unos objetivos de beneficios previamente estipulados. Si, por ejemplo, el objetivo de una empresa es que su beneficio (o su facturación en algunos casos) aumente más de un 10% con respecto al año anterior, en caso de conseguir este aumento, los directivos obtendrán un pago en metálico o en acciones de la compañía cuando rindan las cuentas anuales. Éste premio complementa los sueldos, ya de por si elevados de estos profesionales. Estas remuneraciones millonarias provocan estupor e indignación en la población y muchos achacan a estos pagos la crisis que vive nuestra economía.

Ni que decir tiene que nuestras penurias económicas no provienen de estas remuneraciones; un desembolso que en muchas ocasiones no llega ni a un 1% de sus beneficios, no provoca ningún problema en estas compañías ni, por su puesto, causan los ERE que algunas de ellas aplican a pesar de tener beneficios y que algunos relacionan con estos bonus. Además, el principio en que se basan es acertado: premiar el trabajo bien hecho nunca puede ser perjudicial y sería muy peligroso que los dirigentes se acomodasen con unos sueldos fijos que no diferenciasen el éxito de la mediocridad en su gestión.


Sin embargo, empiezan a surgir algunas voces autorizadas que discrepan de las bondades que esta práctica tiene sobre la salud financiera de las empresas que la practican y sobre la economía en general.

Es la opinión que Andrew Smithers, un ejecutivo de la City londinense que fundó su propio bróker en 1989 tras dejar el banco de inversión SG Warburg, refleja en su último libro, titulado The Road to Recovery (El camino de la recuperación). Según este economista, el motivo principal de la tortuosa salida de la crisis en Estados Unidos y Reino Unido hay que buscarlo en la política salarial de los altos ejecutivos de las empresas.

"El problema estructural clave que está impidiendo que la capacidad productiva de las economías sea totalmente utilizada es el cambio en la forma en que los directivos de las empresas se comportan. Y este cambio es una consecuencia del sistema de remuneración a esos ejecutivos", afirma el autor. Para justificar este planteamiento, Smithers afirma que “en los últimos 20 años, los salarios básicos han subido, pero los bonus han aumentado incluso más rápido, hasta el punto de que dominan los ingresos de las personas que gestionan las firmas". Por ello, “los directivos no tienen incentivos para realizar inversiones a largo plazo, ya que cobran más si los beneficios suben a corto plazo, al depender los bonus de cambios en los resultados por acción, en la rentabilidad sobre el capital o en los precios de la acción".

En resumen: los directivos prefieren no invertir en equipamiento y crecimiento orgánico y dedicar el dinero a recomprar acciones en bolsa, subir los precios de sus productos en el mercado (ampliando márgenes de beneficio) o realizar adquisiciones de otras compañías. Con ello, animan las cotizaciones y beneficios a corto plazo e impulsan la remuneración variable que tan bien les viene a ellos.

¿Soluciones? El señor Smithers no tiene la varita mágica, pero propone que los bonus deberían depender más del crecimiento en las inversiones o en el nivel de producción y menos en los resultados trimestrales de las compañías.

Interesante planteamiento sobre la situación actual de la economía global. Y, posiblemente, cierto. Si no, no se explica la débil recuperación actual de la economía mundial a pesar de los agresivos intentos realizados en política fiscal y monetaria por los gobiernos de medio mundo. Según dicen, los mayores desde la Segunda Guerra Mundial.  





jueves, 16 de octubre de 2014

¿Quién paga la resintonización de las antenas de TDT del 26 de octubre?



“¿Y tú que crees?” me espetó un amigo cuando le hice la pregunta;  “los mismos de siempre” se contestó él mismo.

El próximo 1 de enero de 2015 (aunque ya se deberán de sintonizar los canales el próximo 26 de octubre) entrará en vigor el dividendo digital, una medida que va a permitir a las operadoras de telefonía utilizar el espectro radioeléctrico que ahora ocupan los canales de TDT y que servirá para que puedan distribuir en condiciones la señal 4G en los teléfonos móviles. ¿Y dónde emitirán los canales de TDT? Pues en otra parte del espectro y para ello, habrá que reantenizar gran parte de las antenas de los hogares españoles. Sí; otra vez. Y ya van tres si contamos la implantación de la TDT.

El proceso a seguir será el siguiente:

Primero habrá que distinguir el tipo de antena: si vive en una comunidad con menos de tres viviendas, tendrá una instalación individual y, en su caso, no tendrá que adaptar su instalación ya que dispone de amplificadores de banda ancha capaces de recibir todos los canales de televisión. Solamente tendrá que buscar la nueva ubicación de sus canales preferidos con la ayuda de su mando a distancia.

Caso distinto es si vive en una comunidad de vecinos con más de tres viviendas. Afortunadamente no tienen que cambiar la antena; solo la tienen que resintonizar, aunque para ello, lógicamente, deberán contratar a un técnico especialista en el tema.


Deben llamar lo antes posible a un instalador de telecomunicaciones registrado, nada de amiguetes “en negro” que luego no recuperarán el dinero. (Pueden encontrar un listado en www.televisiondigital.es)

Éste instalador les facilitará un presupuesto con los trabajos a realizar y el detalle de los elementos que se vayan a sustituir.    

Una vez finalizados los trabajos, el técnico les entregará un ejemplar del boletín de instalación que detallará los trabajos realizados. También les dará la factura y deberán pagarla.

¿Significa esto que será la comunidad de vecinos la que se haga cargo del gasto? No, una vez pagada la factura, deberán solicitar una ayuda al Gobierno, que será finalmente quien corra con los gastos de la reantenización. Para solicitar la ayuda, la comunidad de propietarios deberá disponer de NIF y ser titulares de una cuenta bancaria donde les ingresarán la ayuda.

Las ayudas varían según la instalación. Si tienen que trabajar solamente con una centralita programable, el precio será de 100 euros. Si tienen que trabajar sobre amplificadores monocanal, si lo hacen sobre un múltiple digital, la cantidad a pagar (y a recibir como ayuda) será de 150 euros y de 100 euros más por cada múltiple digital hasta un máximo de 5 (en cuyo caso, la ayuda sería de 550 euros). Estas cantidades cubrirán, según el Gobierno, la totalidad de los trabajos a realizar.


En un principio, el Gobierno estableció que serían los dueños de las viviendas quienes deberían asumir el coste, al igual que ya hicieron en el paso a la TDT (más de 800 millones tuvimos que pagar los españoles) y en la primera reantenización. Los expertos calcularon que cada familia pagaría 20 euros.   

Como las asociaciones de vecinos pusieron el grito en el cielo, el Ejecutivo dio marcha atrás y decidió asumir los 286 millones de euros que costará la reantenización con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, vía subvención. ¿Qué significa esto? Fácil: que lo pagaremos entre todos los contribuyentes, vivamos en una vivienda unifamiliar o en un inmenso bloque de apartamentos, veamos la televisión o no.

Ya sé que la señal 4G es imprescindible para no quedarnos atrás en un mundo cada vez más tecnológico y globalizado, pero ¿por qué no lo pagan quienes más se beneficiarán de la medida, o sea, las compañías telefónicas con las nuevas bandas para el servicio 4G? ¿Cobrará el Gobierno estas nuevas bandas a las operadoras a buen precio o se las dejará a precio de saldo? ¿Recuperaremos al menos los 286 millones o haremos un negocio “redondo” como de costumbre?