sábado, 19 de octubre de 2013

Según cómo lo pregunten, estaré a favor o en contra



Todos nos creemos muy listos e inmunes a engaños; nadie nos la puede pegar, ni los publicistas, ni los periodistas ni mucho menos los políticos.  Pero eso, desgraciadamente, no es verdad. No siempre somos capaces de detectar las medias verdades (ni siquiera las falsedades completas) ni se pueden contener las emociones propias que nos predisponen a creernos todo lo que nos digan. Vemos lo que queremos ver o peor aún, en muchas ocasiones, vemos lo que algunos, de manera interesada, quieren que veamos.

En la sociedad actual se le dan mucha importancia a las encuestas. Según el resultado que tengan, los políticos, las empresas e incluso los equipos de fútbol toman unas u otras decisiones. Pero estas encuestas son manipulables y no me refiero a la hora de reflejar los resultados finales sino a la hora de efectuar las preguntas. El lenguaje no es inocente y la elección cuidadosa de las palabras no es en balde.  Según como se utilicen esas palabras provocarán un sentimiento de rechazo o de aceptación en el encuestado.


A nadie se le escapa que en nuestra sociedad conviven dos modos de comprender la política: una visión conservadora y otra progresista. La primera conlleva ideas de autoridad, fuerza, disciplina, mérito, tradición… mientras que la segunda se tiende a vincular a la cooperación, la solidaridad, la igualdad, la tolerancia, etc. Según las materias, la situación o la forma en que nos pregunten, habrá momentos en que todos seremos más progresistas o más conservadores.

Luis Arroyo, con el apoyo de la pronto extinta Fundación Ideas (el PSOE la cerrará el próximo 1 de enero), recoge una investigación en su último libro “Frases como puños”  en las que se presenta a los ciudadanos, a modo de encuesta, una misma cuestión pero planteada de dos formas. Y los resultados son espectaculares. Compruébenlo ustedes mismos:

- El 82% de los encuestados se muestra a favor de la intervención del Estado en la economía si es para garantizar la igualdad de oportunidades, pero solo respalda ese intervencionismo un 45% si es para que prime el mérito personal.

- El 68% entiende que la administración debe garantizar una educación a los niños con los mismos contenidos, pero un 75% cree que sólo los padres tienen derecho a elegir qué educación quieren para sus hijos.

- El 71% apoya que en las empresas haya representantes de trabajadores que dediquen todo su tiempo a resolver los problemas laborales, pero solo un 40% ve necesario que haya liberados sindicales que dejen su trabajo habitual por las tareas de los sindicatos.

- Un 75% ve bien pagar más impuestos para aumentar el número de médicos o profesores, pero sólo un 21% quiere que se aumente el número de funcionarios. Como si los primeros no lo fuesen…

Lo importante no es lo que se dice sino lo que la gente entiende. No es lo mismo hablar de  “inmigrantes ilegales” que de “personas que huyen de la pobreza o que buscan una nueva vida”; de “derecho a decidir” que de “desafío independentista”; de “flexibilidad laboral” que de “fomento del despido libre”; de “ajustes fiscales” que de “desguace del Estado del bienestar”; de “reformas estructurales" que de “recorte de derechos”…

Las reacciones de la sociedad dependen en muchas ocasiones más de las palabras que se utilicen que del hecho en sí que las provoca. Y esto los políticos lo saben muy bien. No se dejen engañar.

 

lunes, 14 de octubre de 2013

Sigue el escándalo: los delitos financieros de los partidos políticos prescriben en apenas seis meses



Según una de las muchas definiciones existentes, prescripción de la acción penal de un delito es una causa de extinción de la responsabilidad criminal fundada en la acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos o la renuncia del Estado al ius punendi en razón de que el tiempo transcurrido borra los efectos de la infracción existiendo apenas memoria social de la misma.

¿Y cuánto es el tiempo que tiene que transcurrir para que prescriba un delito? Pues según el artículo 131 del Código Penal, los delitos prescriben a los 20 años cuando la pena máxima señalada al delito sea prisión de 15 o más años, a los 15 si la pena es de entre 10 y 15 años y a los 5 el resto de delitos, excepto los de injuria y calumnia que prescriben al año y los de faltas a los 6 meses. Los delitos de lesa humanidad, genocidio y terrorismo con muerte de una persona, no prescriben en ningún caso.

¿Por qué les suelto todo este rollo legal? Pues porque hace pocos días cayó en mis manos el informe sobre la contabilidad de los partidos políticos del ejercicio 2008 elaborado por el Tribunal de Cuentas. En él, como en todos los anteriores desde la instauración de la democracia, se denuncian numerosas irregularidades y deficiencias que, como siempre, se quedarán sin sanción. ¿Por qué? Pues porque cualquier infracción a la Ley de Financiación de Partidos Políticos prescribe ¡a los seis meses!

En efecto, si un Partido Político se excede en sus gastos, si recibe donaciones superiores a las que marca la Ley o, si no le da la gana informar al Tribunal de Cuentas sobre el estado de su contabilidad no pasa nada: su delito siempre está prescrito.


Según el Presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Álvarez de Miranda, “no merece la pena intentar sancionarlos ya que nos encontraríamos ante un procedimiento sancionador prescrito desde su inicio, porque el plazo sería de seis meses desde cometida la infracción", y como ellos analizan las contabilidades cinco años después…

Al parecer, en la última reforma legal de 2012 ya hay un plazo de prescripción mayor, de hasta cuatro años, pero no se alegren demasiado: según Don Ramón, no se podrá aplicar de forma retroactiva y además, sigue amparando un régimen sancionador muy limitado y ni siquiera faculta al Tribunal de Cuentas a utilizar medidas coercitivas como para obligar a un partido a algo tan simple como presentar sus cuentas.


¿Cuánto dinero manejan los partidos políticos? Según el informe, manejaron durante 2008 la friolera de 600 millones de euros, 300 de ellos provenientes de subvenciones públicas, 77 de financiación privada y 224 en forma de préstamos.

Los resultados del informe provocan pavor: pese a esta cantidad ingente de dinero,  quince formaciones presentaron un patrimonio neto negativo; once formaciones no detallan las condiciones de los créditos concedidos por las entidades financieras; nueve incumplen el requisito legal de identificar a sus donantes privados y ningún partido ha remitido al tribunal el respectivo informe sobre el control económico interno que, en teoría, deben aplicar las formaciones para garantizar que sus cuentas se ajustan a la legalidad ni ha rendido cuentas sobre la actividad económico-financiera que desarrollan sus sedes locales.

Resumiendo: viven del dinero público, se lo gastan en lo que les da la gana; camuflan a sus anchas las donaciones privadas incluidos los famosos sobres en negro, no informan sobre lo que no les interesa y si les piden la contabilidad, se ríen en su cara y NO PASA NADA.  ¡Ah! Y el Tribunal de Cuentas (que también pagamos entre todos) no los sanciona porque ya está prescrito. Pues podrían eliminar este órgano. Para lo que sirve…  

domingo, 6 de octubre de 2013

Apple sextuplica precios de coste en la venta de sus nuevos iPhone 5C y 5S



Dicen que los compradores de un iPhone suelen mostrarse muy exigentes con su color, con la funda que pueden acoplarle o con la caja en la que les llega por correo, pero que todo lo demás se la trae al pairo: con que aparezca el logo de la manzana, el resto no importa. Y el precio está incluido en ese “resto”.

La web “Kelisto.es” e IHS han elaborado un informe sobre los precios de coste de los nuevos iPhone 5C y 5S y los han comparado con su posterior precio de venta. Los resultados asustan.

Para empezar, decir que Apple cuida mucho de sus finanzas y el ahorro de costes es uno de sus principios fundamentales. Así, los nuevos modelos 5C y 5S tienen un coste de fabricación sensiblemente inferior al anterior modelo, el iPhone 5. Sin embargo, este ahorro no se traslada precisamente al precio de venta. Más bien al contrario: ahora son más caros. Vamos con las “odiosas” comparaciones.

El precio de fabricación de un iPhone 5S de 16 GB asciende a 199 dólares y en EEUU se vende por 649 dólares: 450 dólares más. El de 64 GB todavía es más escandaloso: cuesta 218 dólares y se vende por 849: 631 dólares por cada terminal. Por su parte el 5C, tiene un coste de fabricación de 173 dólares y se comercializa por 549 dólares. Un 289%, no está mal el margen, ¿verdad?

En Europa la diferencia todavía será mayor. El coste de producción será el mismo, pero como se venderá en euros, los traduciremos. Así, si el coste de fabricación de un 5S de 16 GB es de 146 euros y el de 64 GB de 160 euros, su precio de venta (a falta de confirmación ya que se empezará a comercializar a finales de mes) será de 699 y 899 euros, con un margen de 553 y 739 euros respectivamente. O sea, aquí en Europa el margen aumentará hasta el 379% y el 462% según el modelo. Que el euro valga más que el dólar nos perjudica, ¡curiosa paradoja!


Naturalmente, en los costes de fabricación sólo están contemplados los costes de los materiales y todos sabemos que en estos productos tecnológicos, el mayor coste para la empresa no procede de este concepto. Para desarrollar esta maravilla de la tecnología ha sido necesaria la participación de miles de ingenieros cualificados que han trabajado millones de horas y eso, indudablemente, tiene un coste descomunal que se tiene que reflejar por narices en el precio de venta de cada modelo. Además, se tiene que publicitar, transportar, distribuir, etc. Pero de ahí a sextuplicar el precio…


¿Es éste el típico post anti-Apple? Ni mucho menos. Si se lo compran a ese precio, ¿por qué venderlo más barato? Además, el resto de las compañías también venden sus smartphones de gama alta a precios similares y seguro que los costes de los materiales que emplean no serán mucho más altos que los de Apple.
En todo caso, éste sería un post anti caprichosos compradores de iPhone y similares. Pero ¿quién soy yo para decirle a alguien en qué no debe malgastar su dinero?