martes, 25 de abril de 2017

Espirulina: el alimento-milagro que tampoco nos curará



Los humanos siempre estamos buscando el alimento ideal, esa panacea que al ingerirla nos cure de todos los males que nos acechan. No hace mucho se pusieron de moda las bayas de Goji, la quinoa o la maca y algunos no dudan en comprar alimentos sin gluten o leche sin lactosa aunque no sufran ninguna intolerancia y sean mucho más caros. ¡Todo sea por la supuesta mejora de la salud! Ahora le toca el turno a la espirulina, ¿para qué sirve?

La espirulina es una cianobacteria (alga verdeazulada) de alto contenido proteínico, fuente de hierro y del grupo de vitaminas B.  Se suministra en polvo o en comprimidos y el precio por cada 100 gramos ronda los ocho euros.  

Sus defensores sostienen que puede utilizarse en tratamientos contra la obesidad, la diabetes, la anemia, la caída del cabello, el colesterol alto, las úlceras intestinales y hasta para el tratamiento de tumores precancerosos en el interior de la boca. Lo consideran el antídoto de la desnutrición global por su facilidad de cultivo y afirman que, al cubrir carencias nutricionales, quien la consume comprueba al momento que “tiene mucha más energía”.

Por supuesto, su ingesta no supone ningún peligro para las personas, siempre que no se abuse o esté en malas condiciones, pero ¿es tan milagrosa como la pintan? Pues, al parecer, no.


Según la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU, sus beneficios en el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad o en el Síndrome de Beige -como afirman los promotores de este “superalimento”- no están, ni de lejos, probados, así como tampoco lo están en los casos de fatiga, ansiedad o enfermedades cardíacas.

Pero hay quien llega más lejos, como el nutricionista y escritor Juan Revenga, quien afirma que “aunque su composición es alta en proteínas, en comparación con otros alimentos tiene lo mismo. Se puede conseguir de forma mucho más barata y con unos hábitos más saludables a largo plazo.

La misma opinión tiene el bioquímico de la Universidad Politécnica de Valencia, José Miguel Mulet: “La espirulina es el típico alimento de moda que se obtiene de una bacteria. No es mágico y todo lo que aporta se puede conseguir de otras formas. ¿Proteínas? Tiene más una pechuga de pollo. ¿Vitamina B12? Tiene, pero nuestro cuerpo no la puede asimilar. Los superalimentos no existen, es puro marketing. Hay dietas mejores o peores, pero no basta con algo individual.”


¿Cuánto durará la fiebre por la espirulina? Pues lo que tarden en cansarse las estrellas de cine (como Gwyneth Paltrow) en promocionarla y en “descubrir” otro alimento que, esta vez sí, servirá para curar todos nuestros males, presentes y futuros. Los humanos somos así: necesitamos creer promesas que son imposibles de cumplir.



martes, 18 de abril de 2017

El rescate autonómico nos cuesta el cuádruple que el de las cajas de ahorros



En el ideario popular ha calado el mensaje difundido por los partidos y medios de comunicación de la izquierda española de que el rescate bancario es el que ha arruinado a España y que si ese dinero se hubiese utilizado para ayudar a la gente que se ha empobrecido durante la crisis en nuestro país, no habría paro, ni pobreza, ni desigualdad… vamos, que estaríamos en una especie de Disneylandia a la española. Pues, lo sentimos, pero no es verdad.

Aclarar antes que nada que el famoso “rescate a los bancos” en realidad no fue tal, ya que casi el 100% del dinero prestado por el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) para el rescate del sistema financiero fue a parar a las, hoy casi desaparecidas, Cajas de Ahorros, unas instituciones muy queridas por nuestros políticos ya que les proporcionaban un retiro dorado tras su paso por ayuntamientos o parlamentos regionales, a la vez que les servían para financiar cualquier estúpido proyecto que se les ocurriese, sin que les recordasen que sería ruinoso para todos.

Por supuesto, no ocurría nada similar con los bancos privados, siempre pendientes de obtener beneficios con los que retribuir a sus accionistas. Es la diferencia entre lo público y lo privado…

España tenía en 2007, antes de la crisis, una deuda pública equivalente al 35,5% del PIB de ese año. Desde entonces, ha aumentado en 723.000 millones de euros, 63,8 puntos, hasta llegar al 99,4% del PIB. Traducido: necesitamos todo lo que producimos en un año para liquidar nuestra deuda, o sea, imposible pagarla.


En concreto, bajo el gobierno del PP la deuda ha crecido desde el 69,5% de finales de 2011 hasta el 99,4% actual. En el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2017 nos aclaran las causas principales de ese aumento:

- El rescate de las cajas de ahorros, tal como se puede apreciar en el cuadro adjunto, le ha supuesto a la evolución de la deuda pública  4,4 puntos porcentuales de variación en la deuda pública con respecto al PIB.

- El rescate de otros países de euro, o sea, la contribución de España al MEDE concedido a otras economías europeas en dificultades, ha supuesto 2 puntos de variación.

- El fondo de amortización del déficit eléctrico 0,8 puntos. (Ojo, parece poco en porcentaje, pero son cerca de 10.000 millones)

- El déficit primario (excluyendo los intereses de la deuda) ha incrementado el desfase en 12,9 puntos.


Y ahora viene lo bueno:

- El pago de los intereses de la deuda ha conllevado un incremento de la misma en 15,8 puntos porcentuales. Más deuda… más intereses. Y eso que últimamente, los intereses están por los suelos: ¡menos mal!

- La puesta en marcha por parte de la Administración Central de los mecanismos extraordinarios de liquidez para facilitar a las Administraciones Territoriales el acceso a financiación a un coste razonable y para facilitar el pago de las deudas con los proveedores y acabar así con ese mal endémico que es la morosidad pública, generaron un aumento de la deuda pública sobre el PIB de 16,9 puntos porcentuales. ¡Más de 170.000 millones en apenas 4 años para tapar los pufos autonómicos! No es de extrañar que algunas comunidades, como la valenciana, empiecen a “exigir” una quita de la deuda.

Si a esos 170.000 millones le sumamos la parte de los intereses que no se hubiesen generado durante los cuatro años si no se les hubiesen prestado a las autonomías, la cantidad resultante es estratosférica.

¿Quién sobraba, las cajas o las autonomías? Las primeras prácticamente ya no existen, las segundas… ¿A que no han oído a ningún político de izquierdas culpar a las autonomías de la pobreza o de la desigualdad en España?



viernes, 7 de abril de 2017

Oro, caviar, cangrejos… las 10 máquinas expendedoras más curiosas del mundo



Entraron hace mucho tiempo en nuestras vidas y hay gente que ya no podría vivir sin ellas. Si no estuvieran, no sé cómo se alimentarían, se despertarían con un café o comprarían sus vicios (léase tabaco) muchas personas que conozco. Nos referimos a las máquinas expendedoras, ¿quién no ha usado una en su vida?

Pero estas máquinas no sólo venden chicles o agua mineral. Las hay que venden productos muy, pero que muy curiosos. Les mostramos las 10 máquinas expendedoras que hemos encontrado navegando por la red. Como la máquina dorada que encabeza el post ¿Adivinan qué vende? Pues sí, oro en lingotes de varios tamaños.


¿Se imaginan comprando una pizza en una máquina de vending? Pues el sabor no sé cómo será, pero en apenas 90 segundos puede estar saboreándola.



Ésta vende cangrejos. En los países asiáticos causan furor.



Leche fresca. Aunque pueda parecer chocante comprar un alimento tan natural y perecedero en una máquina, ya es bastante común en los pueblos de España



Zapatillas de running. Estas son exclusivas. El hotel Westin y New Balance, con motivo del día del running crearon esta máquina que dsipensaba zapatillas a quien tuitease el hasthag.



Esta que vende mascarillas faciales también es muy común en Asia.



La máquina es preciosa y lo que vende todo un lujo: caviar. Se pueden adquirir diversos tamaños con precios que van desde los 5 a los 500 dólares.



En Estados Unidos triunfa esta máquina que vende mini tartas, sobre todo de chocolate.



Si visita Los Ángeles podrá comprar burritos, escogiendo los ingredientes, por unos 3 dólares.



Como la máquina de café de la oficina pero en lata. Se pueden elegir varios tipos de café y es muy popular en China.

Dudo que la experiencia al comprar en una máquina pueda llegar a compararse al servicio que ofrecen en una tienda, pero si pueden facilitarnos la vida, pues bienvenidas sean.




miércoles, 5 de abril de 2017

Cada familia española pagará 1.000 euros por el “déficit de tarifa eléctrico”



Todo comenzó a principios de este siglo con la liberación del sector eléctrico y continuó con la irresponsabilidad de unos políticos (Aznar y Zapatero) que, más preocupados por los beneficios electorales que por el bien de los ciudadanos, se inventaron una política diabólica que consistía en una “congelación de la tarifa eléctrica” al margen de las subidas de los costes de la energía. ¿Resultado? Ciudadanos que, desconocedores del tema, se alegraban de que su recibo eléctrico no variase, deudas multimillonarias y políticos que escurrían el bulto pensando aquello de “ya lo arreglará quien venga después”.

Durante casi una década, los recibos de la luz apenas subieron mientras los costes se disparaban por culpa de la subida de los precios del petróleo y del gas y por la descabellada política de subvencionar muy generosamente a unas ineficientes energías renovables, sobre todo las solares. La barbaridad fue tal que se llegó a rozar los 30.000 millones de euros de déficit tarifario. ¿Y quién tiene que pagar todo esto? ¿Acaso lo dudan?

Con la entrada del nuevo gobierno de Rajoy y de la controvertida reforma eléctrica, se logró atajar en gran medida la generación de déficit adicional y ya en 2014 se revirtió totalmente, logrando un superávit de 550 millones de euros y de 469 en 2015. ¡Imaginen lo mal que lo hicieron los anteriores gobiernos si los que hay ahora lograron en apenas dos años dar la vuelta a la tortilla! Sin embargo, a pesar de que en 2016 se logró rebajar la deuda casi un 8%, a 31 de diciembre de 2016 la deuda histórica de los españoles con las compañías eléctricas todavía es de 23.070 millones de euros.


Por descontado, las compañías eléctricas no son ninguna ONG ni se dedican a la caridad y todo lo que no cobraban por el recibo eléctrico a los usuarios, lo iban acumulando como deudas. Para que las compañías no quebrasen y dejasen a España sin este servicio imprescindible, el Estado les pagaba este déficit y lo financiaba a través de bonos con los que temporalmente tapaba ese agujero. Pero el problema es que hay que devolver el dinero a medida que vencen los bonos, además de los intereses generados. ¿Cómo? Pues con “pequeños” recargos en el recibo de la luz durante quince años. Lo que los consumidores no pagaron en su día, lo tienen que hacer ahora y con intereses.

En total, a cada usuario le corresponde pagar alrededor de 1.000 euros. Y como se debe dividir por los quince años mencionados, la anualidad asignada en 2017 es de unos 120 euros, de los que 30 corresponderían a intereses. Porque esa es otra. Al emitirse los bonos en una época en la que los intereses estaban por las nubes, el precio que se paga ahora es de escándalo: ¡un 3,319%! , 1,3 puntos más que los bonos del Tesoro y más de 2 puntos superior a lo que están pagando las eléctricas por sus últimos bonos emitidos. Los consumidores estamos pagando muchos más intereses por un problema que creó el Estado en su día que lo que paga el propio Estado o las eléctricas para su propia financiación.  


Y no han escarmentado. El sector del gas también está generando su propio déficit, en este caso provocado por problemas con nuestro principal suministrador, Argelia y por el clamoroso fiasco del almacén submarino de gas, el Castor, autorizado por Zapatero y que se tuvo que paralizar por los terremotos que ocasionaba en las costas de Castellón, ¿recuerdan? De momento se deben 2.471 millones de euros, pero denles tiempo que de seguro aumentará.

Los políticos nos llevan irremediablemente a la ruina. Que se dejen de subvenciones electoralistas, que rebajen los impuestos y nosotros, cada uno, ya nos gastaremos ese dinero en lo que nos apetezca. ¡Ya está bien de “Papá Estado”!