martes, 27 de marzo de 2018

Carísimo y casi inútil (IV). Glorius, el bombón portugués de 4.000 euros




¡Dios me libre de tener ideas izquierdistas! Defenderé siempre que cada cual haga lo que quiera con su dinero, pero tengo que reconocer que, en ocasiones, estoy convencido de que debería existir una ley que permitiese confiscar toda su fortuna a los multimillonarios que malgastan su fortuna. Y esta es una de esas ocasiones.

Glorius es un bombón en forma de diamante elaborado a mano a lo largo de tres semanas por el maestro chocolatero portugués Daniel M. Gomes. Partiendo de una base de chocolate negro Valrhona de Ecuador, se mezcla con azafrán de Arabia, trozos y aceite de trufa blanca Perigord de Francia, vainilla de Madagascar, flecos de oro y otro ingrediente secreto que sólo conoce el maestro.

Según sus palabras, “nuestro objetivo ha sido crear un producto absolutamente único y de calidad inigualable, utilizando los mejores ingredientes para crear una mezcla de sabores perfecta. El azafrán y la trufa transmiten los sabores de la tierra, muy calientes, mientras que la vainilla aporta una tonalidad fresca y deliciosa. La sintonía es, francamente, de lujo”.


Y tanto. Cada bombón pertenece a una serie limitada de 1.000 bombones y cada uno vale 3.900 euros. Y cuidado que aún puede ser peor, porque el precio se eleva a 7.728 euros si el bombón de marras, que va envuelto en hojas de oro de 23 quilates - ¡como para tirar el envoltorio a la basura! -, se adquiere en su caja conmemorativa creada por Swarovski, recubierta con 5.500 cristales tallados. No está para un trozo de chocolate de tres centímetros de altura.

Pero lo que más me asombra de todo es que piensa vender 1.000. ¡Cómo está el mundo!


lunes, 26 de marzo de 2018

Jubilarse con 800.000 euros resultaría bastante sencillo



Leí hace poco una entrevista con Marcos de Quinto, ex vicepresidente mundial de Coca Cola, en la que, fiel a su costumbre de no morderse la lengua, decía que en las manifestaciones de pensionistas, tan en boga últimamente, éstos no se manifestaban contra el gobierno o los políticos, sino contra la clase media trabajadora española. Su razonamiento era sencillo: en el caso de que consiguiesen sus reivindicaciones ¿quién pagaría esas subidas que solicitan? Por supuesto, no lo pondrían de sus bolsillos Sánchez, Rivera, Iglesias o Rajoy, sino los trabajadores en activo vía aumento de sus cotizaciones sociales o, en el caso de que se pagasen con los Presupuestos del Estado, los mismos trabajadores con subidas generalizadas de impuestos.

Esto es así debido al engaño al que nos han sometido los políticos desde tiempos inmemoriales con el fraude piramidal que suponen las pensiones. ¿Cuántas veces han escuchado la famosa frase de “he cotizado toda mi vida y ahora quiero que me devuelvan lo que he pagado”? Pues no. No se lo devolverán porque ese dinero que usted cotizó sirvió para pagar a los pensionistas que había entonces y su pensión se paga (o pagará) con las cotizaciones de los que ahora trabajan. Y como cada vez  hay más jubilados y menos cotizantes, pues las pensiones son como son: ridículas.


Todo esto podría cambiar y no sería excesivamente complicado. Ya se ha hecho en algunos países con resultados positivos. Les describo el modelo chileno.

En Chile traducen las cotizaciones sociales en cuentas de ahorro personales que se canalizan hacia distintos fondos de inversión que siguen políticas más arriesgadas o conservadoras dependiendo del criterio del cotizante. Así, el sistema está permitiendo que los trabajadores que hayan cotizado al menos durante 30 años, estén cobrando en la actualidad la misma pensión media que reciben los españoles, con la diferencia de que a los chilenos sólo les retienen un 10% de sus sueldos frente al más de 30% de los españoles. 
  
Los trabajadores españoles abonan una media de 6.200 euros anuales en cotizaciones sociales (incluida la aportación de las empresas que, en caso de no ingresarla en la caja de la Seguridad Social, deberían pagarla al trabajador) durante 35 años. Si esas aportaciones se realizasen a un fondo de perfil medio, que simplemente replicase el Ibex 35, sin sofisticaciones, tendrían una rentabilidad media del 5,1% (es la rentabilidad histórica que ha obtenido el Ibex 35 desde su creación). Con esas aportaciones y esa rentabilidad, con 35 años de cotización, a la hora de jubilarnos contaríamos con un capital de 605.000 euros y si alargásemos la vida laboral 5 años, la cifra alcanzaría los 815.000 euros. Permítanme la ironía: más o menos como ahora.


Durante la vida laboral del cotizante, con ese dinero acumulado se consigue fomentar el ahorro, la inversión y el crecimiento del país. Y además: ¿por qué sacar el dinero de esos fondos cuando nos jubilemos? Con ese 5% de rentabilidad se consiguen entre 30.000 y 40.000 euros anuales. ¿Cuántos jubilados cobran esas cantidades? Y en el desgraciado momento de la muerte, los 800.000 euros del capital los podrían dejar en herencia a sus hijos.

Soy de la opinión de que debe existir una cierta solidaridad con aquellos que no han podido cotizar todo el tiempo estipulado o que sus aportaciones han sido mínimas debido a sus bajos sueldos. Por supuesto que no se les puede dejar en la estacada cobrando pensiones míseras. Por ello, no tendría inconveniente en que de mis aportaciones, retuviesen un 10, un 15 o un 20% para ese reparto solidario. Pero de ahí a un 100% como acurre ahora...


¿Por qué ningún político propone un modelo de capitalización de las pensiones? Dos motivos: el primero, porque no vende. Suena mucho más solidario “sistema de reparto” que “sistema de capitalización”; los españoles tardaremos décadas (si es que llega el momento) en comprender que el capitalismo no es malo sino todo lo contrario. Y en segundo lugar porque se rompería el maldito circulo vicioso que ata las pensiones al juego político. Si las pensiones dependieran del esfuerzo del trabajador, los políticos ya no podrían hacer todas esas promesas electorales que todos conocemos ni colgarse medallas con las subidas anuales que parece que salgan de sus carteras. Se acabaría el engaño y el clientelismo político y eso, naturalmente, no les interesa.


    

viernes, 23 de marzo de 2018

Estallido de color para recibir a la primavera en la India (festival Holi)



Aunque aquí, en España, con el frío, la nieve y la lluvia, parece que estemos en pleno invierno, lo cierto es que la primavera ya ha llegado. Y uno de los lugares del mundo donde más lo viven es en la India.


Durante estos días, celebran el festival Holi, la festividad del color, donde millones de personas son bañadas con agua y polvos de colores para rendir culto al dios Vishnú y su avatar Krishna y dar la bienvenida a la primavera de una forma espectacular.



Las imágenes tomadas en las ciudades de Guwahati, Nandgao, Kolkata, Chennai, Ahmedabad y Agartala, hablan por sí solas. Disfrútenlas. 


































miércoles, 21 de marzo de 2018

Los nuevos mini-radares de Tráfico llegan en Semana Santa; que Dios nos coja confesados



Ya conocen el dicho: éramos pocos y… La DGT incorpora desde esta Semana Santa 60 radares de tamaño muy compacto a su larga lista de radares instalados en las carreteras, en los vehículos camuflados de la Guardia Civil o en helicópteros. En esta ocasión, estos mini-radares están pensados para que puedan ser transportados a bordo de las motos de los agentes de Tráfico, que los podrán instalar sobre un trípode, en vehículos o anclados al guardarraíl.

Ya se han realizado las primeras pruebas en carretera y los resultados son espectaculares. Para la DGT, se sobrentiende. Si lo instalan sobre un trípode, su medio metro de altura lo hace casi invisible; si se acopla a un vehículo, difícilmente se le podrá distinguir por su tamaño; y si lo anclan en un guardarraíl -en el caso de que vayamos mirando los guardarraíles, algo que no suele ocurrir- hasta que no estemos encima, será imposible de detectar. 

Además, la tecnología láser con la que funcionan los hace indetectables para los inhibidores y para los detectores, ambos ilegales, por cierto.


Los dichosos aparatitos pueden captar velocidades de hasta 250Km/h. en dos carriles y a una distancia de 15 a 50 metros. Cuentan con un iluminador infrarrojo que los capacita a operar por la noche y pueden ser controlados hasta 50 metros mediante WiFi y, a partir de ahí, mediante conexión 3G o 4G a cualquier distancia, lo que permitirá a los motoristas de la Guardia Civil colocarse a dos o tres kilómetros, fuera de la vista de los conductores, para, una vez comprobado el exceso de velocidad a través de una tableta, detener al conductor y notificarle “en caliente” la sanción. Con esta acción, adiós a la picaresca de identificar a otra persona como conductor para no perder puntos en el permiso de conducir.

Y, ¡cuidado!, porque aún puede ser peor: aprovechando que les hacían buen precio, también han comprado 1.000 etilómetros y 694 lectores de drogas portátiles que se pueden acoplar a las 291 nuevas motos y a las 1.861 ya existentes. Así, cuando le paren, le pueden hacer un “completo”: alcohol, drogas y velocidad.

Por el precio no se preocupen: cada mini-radar sale por unos 14.400 euros. Con menos de 300 sanciones de importe mínimo (50 euros después del pronto pago), amortizados.


Evidentemente, estamos a la vanguardia mundial en cuanto a medios para poder sancionar a los conductores. Todo un orgullo; en algo teníamos que destacar. Esperemos que, al menos, con este nuevo invento dejen de colocar los radares en las rectas cuesta debajo de las autopistas como venían haciendo hasta ahora.

Y recuerden: la mejor solución para evitar las multas… es cumplir con las normas. Viajarán más tranquilos, mucho más seguros y llegarán al mismo lugar que si no las cumplen. Y sin los bolsillos vacíos.


viernes, 16 de marzo de 2018

Carísimo y casi inútil (III). Zapatillas feas (ugly trainers) a partir de 500 euros



¿Compraría unas zapatillas de más de 500 euros sólo porque están de moda? ¿Y si encima esas zapatillas fuesen feas, extremadamente feas? Los compradores parece que se han vuelto locos y algunas empresas no dudan en aprovecharlo.
La culpa parece que la tiene Demna Gvasalia, responsable de las zapatillas Triple S de Balenciaga. A partir de ahí, muchas firmas han sacado su propia versión de las “Ugly Trainers”, unas zapatillas de deporte muy grandes, coloridas, sólidas y sobredimensionadas que, dicen, homenajean los excesos estilísticos de los 90.

Feas son un montón, pero los gurús de la moda han decidido que son imprescindibles si se quiere estar a la última. Pero, recuerden, nada de hacer deporte con ellas, que son para pisar el asfalto y aparentar. Les dejamos algunos ejemplos:

- Triple S de Balenciaga. 650 euros. En el encabezado del post. Fueron las primeras y ahora, gracias a su impacto en Instagram y entre los influencers, sólo se pueden conseguir en unas pocas tiendas físicas. En la reventa empiezan a alcanzar precios disparatados.


- Louis Vuitton Archlight. 790 euros. Caracterizadas por su suela en forma de puente, elevan la altura de sus portadores en 5 centímetros. Definitivamente, no sirven para correr.


- Eclypse Multicoloured Sneakers de Stella McCartney. 515 euros. Según la diseñadora, se combinan texturas de piedra y roca que otorgan un aspecto de solidez y contundencia a cada paso. Si la hija de Sir Paul lo dice…


- Prada. 590 euros. Combinación bicolor para sus zapatillas para lluvia, en tejido de malla y goma con correa con cierre autoadhesivo. En la suela, las características burbujas de aire que aportan confort y un volumen extra.


- N.º 21. 480 euros. Su creador, Alessandro Dell´Acqua combina distintos tipos de piel con laminado negra y tejidos técnicos. ¿El resultado? Unas carísimas botas de montaña que no sirven para ir a la montaña.


- Drift, de Camper. 545 euros. Resistencia y ligereza gracias a su tejido con estructura bicolor 100% poliéster, lo que le proporciona un peso mínimo.


- Trek Comet Sneakers, de Pierre Hardy. 545 euros. Con su zigzag asemeja a las representaciones gráficas de los rayos. Según su creador, le confieren un toque muy pop.


- Chanel. 860 euros. Las más caras. Piel de cordero y ternera para unas botas destinadas ¡para el verano! Según sus creadores, el uso de materiales naturales minimiza el calor que produce un calzado tan cerrado. ¿Y unas chanclas no serían más fresquitas?


miércoles, 14 de marzo de 2018

Impuestos por tener mascotas: los Ayuntamientos siguen robándonos.




A la vista del último estudio demográfico realizado en nuestro país en el que se constataba que hay muchas más familias que tienen mascotas que niños menores de edad, los ayuntamientos han avistado una nueva fuente de ingresos: cobrar por tener animales de compañía. Y con varios formatos, para que no les tache de poco originales.

Loa dueños de perros de media España están en pie de guerra contra sus ayuntamientos por la moda del ADN. ¿Lo conocen? Hartos de que algunos “humanos” paseen sus mascotas por la calle y no recojan las deposiciones que efectúan los canes, no se les ha ocurrido mejor forma para atajarlo que realizar un estudio de ADN a todos los perros para, después de analizar la caquita de la calle y compararla con el ADN de sus archivos, multar a los desalmados dueños que no la recogen y la dejan a merced de cualquier zapato despistado.

¿El problema? Que el coste del estudio correrá a cargo del dueño y el precio no es una broma: a partir de 200 euros. Además, ya se empieza a escuchar que algunos ayuntamientos imponen el laboratorio que más le conviene para la realización del estudio. ¡Chollo a la vista!


Pero todavía no están contentos con esto; la Generalidad Valenciana está ultimando una ley (de bienestar y posesión de animales de compañía) que permitirá a los ayuntamientos crear un impuesto municipal por la tenencia y la cría de perros y otras mascotas y limitar el número de animales que se pueden tener en cada domicilio.

La justificación a este robo, perdón, a este impuesto es que servirá para sufragar los gastos que soportan los ayuntamientos para mantener los centros de acogida de animales abandonados o perdidos, además de otros costes adicionales.

En la nueva ley, supongo que para esconder el tributo, también se prohíbe el uso de animales salvajes en espectáculos circenses (curiosamente la tauromaquia no), la obligación por parte de los ayuntamientos de tener un servicio 24 horas para la recogida de animales abandonados (como si no pudiesen esperar al día siguiente) y la realización de campañas anuales de esterilización de mascotas.


Los propietarios por su parte, tienen la obligación de identificar a sus animales con un microchip (otro gasto), deberán auxiliar a los animales heridos o atropellados que encuentren en la vía pública (aunque no hayan sido ellos los causantes del accidente) y tendrán prohibido sacrificarlos sin necesidad o causa justificada. Paradójicamente, los ayuntamientos si podrán hacerlo transcurridos 40 días si no consiguen que sean adoptados. O sea, el 99% de los casos.

Por supuesto, no podían faltar las multas y son de aúpa: de 100 a 3.000 euros por la tenencia de animales no identificados o por no tener el calendario de vacunas en regla y de 6.000 a 30.000 euros por abandono, maltrato, sacrificio o venta sin licencia.

Lo dicho, los políticos han encontrado un filón con las mascotas y no lo van a soltar hasta que expriman a sus dueños. Y encima, tener que aguantarles la hipocresía de que lo hacen "por el bien de los animales".

lunes, 12 de marzo de 2018

Cómo espabilar sin tomar una gota de café (6 consejos)




A todos nos ha ocurrido en más de una ocasión. Nos acostamos tarde; nos levantamos temprano y cuando llega la última hora de la mañana o la primera de la tarde, un sueño imposible de controlar se adueña de nuestro cuerpo. ¿Solución? La más común: una taza de café. Pero, ¿qué ocurre cuando no nos apetece o, por razones de salud, no podemos tomarlo? Les proponemos seis soluciones para mantenernos despiertos sin que una gota de café moje nuestros labios.

- Dar un paseo. Realizar cualquier actividad física cuando estamos a punto de dar una cabezada involuntaria es una buena solución. Practicando deporte o simplemente caminando, la fatiga desaparece. Esto es debido a que, al mover nuestro cuerpo, éste genera endorfinas, unos neurotransmisores que alivian el estrés, reducen la fatiga y aumenta los sentimientos de euforia.


- Respirar profundamente. Si nos ponemos a respirar con tranquilidad, transportamos más oxígeno a las diferentes partes de nuestro cuerpo, de forma que aumentan los niveles de energía. Recuerden que, para conseguirlo, la respiración debe ser profunda; la proveniente del vientre.

- Beber agua. Si nuestro cuerpo se deshidrata, se queda sin energía y entra la somnolencia. Hay que beber agua para evitar la fatiga, los desmayos y la confusión. El agua ayuda a lubricar las articulaciones y aumenta el flujo sanguíneo, transportando oxígeno y carbohidratos a nuestro cerebro.


- Masticar chicle. Mover las mandíbulas constantemente mantiene la mente en alerta. Masticar aumenta el riego circulatorio y activa algunas regiones del cerebro. El chicle también ayuda a reducir la ansiedad, aumenta la comprensión lectora y la concentración.

- Visionar vídeos. Nuestra mente reacciona a las imágenes inocentes y agradables (por ejemplo, vídeos de niños pequeños o de gatitos) produciendo oxitocina, una hormona que elimina la del cortisol (responsable del estrés) y que hace que nos mantengamos despiertos y de buen humor.


- Iluminar el espacio. La luz natural activa algunas zonas del cerebro como el hipotálamo, encargado de controlar los ritmos cardíacos y que marca los estados de sueño y vigilia.

Si con todos estos consejos no logra superar el mal rato de la somnolencia y sus obligaciones no le permiten una reparadora siesta, pruebe con la solución más lógica: dormir más horas por la noche. Eso nunca falla.



miércoles, 7 de marzo de 2018

¿Por qué en Marruecos se habla tan mal de España?



El Real Instituto Elcano realiza todos los años un barómetro para conocer la imagen exterior de nuestro país mediante 4.500 entrevistas a residentes en Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos, Chile, Ecuador, Marruecos, China, Japón y Turquía.

Podemos sentirnos bastante orgullosos ya que obtenemos un notable, en concreto un 7,1. Nos encontramos a la par de Estados Unidos y algo por detrás de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia.

Los resultados no deparan ninguna gran sorpresa: el turismo es nuestro principal atractivo, seguido de la comida, los deportistas y los españoles en general. Han dejado de relacionar la imagen de España a la crisis económica, nos hemos alejado del concepto “pobre” y, curiosamente, sólo un 22% de los encuestados considera a España un país corrupto. ¡Cómo estarán ellos!

Como negativo, en los aspectos económicos ocupamos los últimos puestos de la tabla, al igual que las empresas españolas, la economía o la idoneidad de España como país en el que invertir.


Donde mejor nos valoran es en Ecuador y China y donde peor… en Marruecos. Nuestros vecinos del sur opinan que nuestro país es conflictivo, egoísta e intolerante y, por si fuera poco, no les inspiramos confianza. Cuando se les pregunta por lo primero que se les viene a la mente al pensar en España, aparte de los manidos toros y fútbol, los marroquíes mencionan la cultura islámica y Al Andalus. Parece que continúan con sus aires de grandeza.  

Muchos pensamos que los marroquíes son unos desagradecidos. Son numerosísimas las empresas españolas que han montado fábricas en Marruecos, donde crean trabajo de calidad; en España viven 753.000 marroquíes que comparten con todos nosotros los beneficios de la denominada “sociedad del bienestar”, con colegios gratuitos, ayudas diversas, sanidad gratuita de primer orden y otras muchas, muchísimas ventajas que bastantes españoles no pueden disfrutar.

Y ellos no nos lo ponen fácil con su comportamiento: a pesar de que son un 1,5% de la población, cometen el 18% de los asesinatos, el 20% de los hurtos y suponen el 10% del total de la población reclusa. ¿Acaso nos tachan de intolerantes porque el 42% de las expulsiones llevadas a cabo por el Gobierno Español fueron de ciudadanos de origen marroquí?


Pero prefiero pensar de otra forma. La diferencia del PIB per cápita entre España y Marruecos es de 15 veces, la mayor del mundo entre países que comparten frontera terrestre (entre Estados Unidos y México es de 6 veces). ¿Quién no tiene envidia de su vecino ricachón? ¿Cuánto hemos criticado los españoles a los franceses, ingleses o alemanes? ¿Cuántas rencillas hay entre las regiones ricas y pobres de España? Reconozcámoslo; siempre se envidia y se sacan defectos a aquellos que tienen más que nosotros, ya sean bienes, dinero, cultura, etc. ¿Cómo no van a hablar mal de España si viven bajo el yugo de una dictadura casi feudal que les empobrece cada año que pasa mientras ven por televisión cómo vivimos al otro lado del mar?

Lógico que, aunque les hablen mal de los españoles, quieran venir a vivir aquí. Pero que vengan sólo los buenos, por favor.  


lunes, 5 de marzo de 2018

Sólo Trump y China cumplen los acuerdos de París 2015 sobre el cambio climático




En el año 2015 todos se felicitaban por los acuerdos alcanzados en la Cumbre sobre el Cambio Climático celebrada en París. Los gobiernos de los 194 países firmantes se vanagloriaban del compromiso adquirido (“medallas”); los grupos ecologistas se congratulaban por haber obligado a todos los países a reducir sus emisiones y salvar así el planeta (más “medallas”) y hasta los medios de comunicación llegaban a decir que gracias a sus publicaciones habían convencido a los más reacios a firmar, lo que constituiría un antes y un después en la lucha contra el Cambio Climático (muchas más “medallas”). 

Y no vean la que se armó cuando Donald Trump, apenas comenzado su mandato, decidió retirarse del acuerdo… Pasados tres años, ¿cumplen todos con lo acordado?

Aclarar antes de contestar la pregunta que, en el acuerdo firmado, cada nación era libre de imponerse a sí misma los objetivos que debía cumplir y que no existe ningún mecanismo que permita castigar los incumplimientos. El acuerdo es un papel mojado que sólo servirá para imponer las medidas que más les convengan a algunos países, aunque sean impopulares, justificándolas bajo el paraguas de París y para quien no las cumpla, al menos podrán decir que tenían intención de hacerlo cuando lo firmaron. Además, en el hipotético caso de que todos, sin excepción, cumpliesen lo firmado, sólo se cubriría un tercio de las reducciones necesarias para cumplir con los objetivos de temperatura fijados en París.


Pero vamos a los resultados: tres años después, aunque parezca sorprendente, tan solo Estados Unidos, China e India van camino de cumplir con sus compromisos. Ni los países europeos, ni otros también considerados “verdes” como Australia, Nueva Zelanda o Canadá se acercan a cumplir con lo acordado.

Explicaciones hay muchas: las energías renovables siguen siendo demasiado caras, sobre todo para los países en desarrollo que optan por centrales térmicas para sustentar su crecimiento económico; algunos países como España han frenado su expansión al frenar los desorbitados costes de las primas; Alemania, al igual que Japón tras Fukushima, decidió súbitamente cerrar sus centrales nucleares y, al no tener suficiente energía renovable, las ha sustituido por centrales térmicas, con la consiguiente quema de combustibles fósiles…


Alguien podría pensar que el acuerdo de París, sin ser un éxito rotundo, al menos hubiera servido para que los tres países que más contaminan en el mundo, Estados Unidos, India y China, se hayan mentalizado de los peligros del cambio climático y estén ensuciando menos el planeta. Nada más lejos de la realidad: en Estados Unidos han descendido las emisiones a causa del fracking que provoca que se produzca menos electricidad con carbón y petróleo y más con gas natural que emite menos dióxido de carbono; China está cumpliendo porque no se comprometió a reducir sus emisiones, tan sólo a rebajar su incremento primero y congelarlo después; y en el caso de la India, el compromiso consistía en no aumentar sus emisiones más rápido de lo que ya hacía. O sea, nada de nada.


Pero tengamos “esperanza”: los países firmantes del acuerdo tienen en 2020 la obligación de mejorar sus propuestas y prometerán el cumplimiento de objetivos aún mayores a los de 2015. ¿Cumplirlos? Eso ya es otra historia. Lo seguro es que acudirán a Polonia, como vienen haciendo todos los años, con sus aviones privados quemando queroseno y se alojarán en lujosos hoteles sin importarles la energía que consuman para proporcionarles esos lujos que los comunes mortales les pagaremos y que nunca podremos disfrutar.  

El chollo del cambio climático continúa.