jueves, 26 de marzo de 2020

Al ministro-filósofo Salvador Illa le han engañado como a un chino




Tarde y mal. Ese puede ser el resumen de las acciones que está tomando el gobierno de Pedro Sánchez en la desgraciada pandemia del coronavirus que estamos viviendo. Es como Pierre Nodoyuna, pero en lugar de hacernos reír como hacía la mítica serie de dibujos animados, sus decisiones nos hacen y nos harán sufrir… y morir.

La última “aventura” la ha protagonizado el Ministro de Sanidad, Salvador Illa. Los sanitarios denunciaban la falta de equipos de protección para realizar su trabajo desde que empezó todo. La respuesta del gobierno, a lo Nicolás Maduro, fue incluir en el decreto de confinamiento que podía confiscar cualquier material sanitario (la población incluso aplaudió, pensando que así sancionarían a los “malditos” especuladores que lo acaparaban todo). No creo que actuasen de mala fe, simplemente es que son tan ilusos que creyeron que con estas confiscaciones, les llegaría para cubrir las necesidades de toda la nación. Nada más lejos de la realidad, las empresas españolas, sin saber a qué precio se las quedaban y cuando cobrarían, dejaron de fabricarlas y quien las importaba, ante el miedo a que se las quedase la guardia civil en el aeropuerto, cancelaron sus contratos.

Además, también decidieron ese mismo día que centralizaban las compras de material sanitario desde el Ministerio, quitando esta labor a las comunidades autónomas mucho más acostumbradas a hacerlo. Se sabe que varios empresarios españoles afincados en China ofrecieron sus servicios para comprar estos materiales a través de sus contactos, pero ni siquiera recibieron contestación y, con el tiempo, lo vendieron a otros países.


Los casos crecieron, los problemas de falta de material también y después de más de un mes de inacción, la pasada semana le entraron las prisas. Lo malo es que comprar en China no es tan fácil como quieren haceros creer (se lo aseguro, he trabajado con ellos) y su forma de hacer negocios dista bastante de la occidental. Allí, el envíamelo y ya te lo pagaré en tres meses no funciona; se hace el pedido, se les paga por adelantado el 30% del importe total para que empiecen a trabajar, lo envían y cuando llega aquí, antes de la descarga se liquida el resto. ¿Por qué Inditex y otras empresas ya han conseguido comprar y el gobierno no? Pues porque tienen profesionales competentes y experimentados y en el Ministerio comandado por el filósofo Illa, no.

Tras varias promesas incumplidas (“llegará en unos días”), el pasado sábado, en el mitin de las nueve, el mismísimo Presidente, Pedro Sánchez, comunicó la llegada de los primeros 600.000 test de diagnóstico y que llegaría otro millón próximamente. Y para justificar los retrasos, alegó que las pruebas que llegaban estaban “completamente homologadas” y que era difícil conseguirlas con estas garantías.

Repartieron las primeras 9.000 en la Comunidad de Madrid y en apenas dos días se ha destapado el pastel: no sirven ni para jugar a los médicos. Tienen una sensibilidad del 30% cuando deberían superar el 80%, por lo que dan muchos falsos negativos. Muchos pacientes que han dado positivo en la PCR (la prueba de referencia), dan negativo es los test piratas que le han vendido al señor Illa.


¿Cómo ha podido ocurrir esto? Sencillo. La pandemia es a nivel mundial, todos los países compran el material, ellos llegan tarde y se quedan con lo que queda, con lo que no quiere nadie y, posiblemente, a precio de oro.

La embajada de China en España corrobora la historia. En un comunicado hecho público hoy anuncia que la empresa a la que le compró el Ministerio, Shenzhen Bioeasy Biotechnology, ni siquiera tiene licencia oficial de la Administración Nacional de Productos Médicos de China para vender sus productos. Pero, ¿dónde han ido a comprar? ¿a mafiosos chinos? Ahora dicen que los han devuelto y que se los repondrán. Si no fuese un tema tan serio, estaría riéndome un buen rato.

Salen de la universidad (si es que llegan), se meten en el partido y de ahí, si tienen un poco de suerte, a calentar un sillón en cualquier ministerio. Pero su incompetencia, sus decisiones equivocadas, en casos de crisis, provocan sufrimiento y muerte. Si tuviesen un poquito de honradez, mañana mismo buscarían a profesionales independientes con experiencia en estas materias, les cederían sus claves de acceso al sistema informático del ministerio y se marcharían a casa a esperar a que les llamen desde el juzgado para declarar como imputados. Porque ese día, llegará.



1 comentario:

Astubez dijo...
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