Seguramente ya habrán oído hablar de ellos. Se trata de los nuevos “juguetes” de los que dispone la Dirección General de Tráfico (DGT) para medir (y sancionar) la velocidad de los vehículos en las carreteras, los denominados radares por tramos.
El funcionamiento, aprovechando las últimas tecnologías, es sencillo: en los tramos más conflictivos (bueno, esta es la teoría, luego ya sabemos que se colocan en los que más se puede recaudar) se instalan cámaras al principio y al final del mismo. Ambas cámaras fotografían a todos los vehículos que entran y salen, registrando la hora exacta y la matrícula. El sistema informático, con ambos datos, calcula la velocidad media a la que han transitado por ese tramo. Si esta velocidad es superior a la fijada, se sanciona al conductor del vehículo.
Las previsiones de la DGT eran que durante este mismo verano se pondrían en marcha tres de estos radares por tramos. Desconocemos si, definitivamente, ha ocurrido así, pero, por si acaso, les indicamos los puntos donde estaba previsto “estrenar” esta nueva tecnología:
- Túnel de Guadarrama, en la AP6, que une las provincias de Madrid y Segovia. Éste era el primero que se iba a poner en marcha a principios de agosto.
- Túnel de Negrón, en la AP66, que une las provincias de León y Asturias. Teóricamente se activaría a finales de agosto o principios de septiembre.
- A7. Sin ubicación exacta, aunque los únicos tramos que cumplen los criterios fijados son los túneles de Calderón y el de Torrox. Entraría en funcionamiento antes de finalizar el verano.
Tras la puesta en marcha de estos tres radares por tramos, se trabajaría en la colocación de otros dos: el primero de ellos en la A31 en el túnel de Villena, en la provincia de Alicante y el segundo en la S30, circunvalación de Sevilla, en el Puente del V Centenario.
Como habrán podido comprobar leyendo las ubicaciones, parece ser que, de momento, tan sólo cumplen los criterios de aptitud los tramos que discurren por una infraestructura fija y bien delimitada, aunque no dudamos que, de tener éxito, pronto proliferarán por nuestras carreteras.
Debo reconocer, aunque me pese, que la utilización de radares de control de velocidad como elemento disuasorio para que no se cometan infracciones me parece acertada; siempre y cuando estén instalados en tramos de carretera verdaderamente conflictivos y por un tiempo limitado (el tiempo mínimo que se tarde en adecuar la vía para que deje de ser peligrosa). Lo que no es de recibo es su colocación en tramos sin ningún riesgo por el simple motivo de aumentar la recaudación para las arcas del estado. Todos conocemos ejemplos de ello.
Los nuevos radares por tramos, si realmente funcionan bien, pueden ser una solución más acertada que logre que los vehículos sancionados sean, realmente, los que lo merecen.
Todos nos hemos encontrado, tras un adelantamiento y yendo a una velocidad algo superior a la permitida (sólo mientras adelantamos), con la dichosa cajita blanca en el margen derecho de la calzada. ¿Qué hacer? ¿Frenar en seco y que el vehículo que acabamos de adelantar nos embista por detrás? Siempre acatando el límite de velocidad y una vez que los superamos... ¿verdad?
El caso contrario también lo conocemos todos, el del infractor asesino que circula centenares de kilómetros con el pedal del acelerador pisado hasta el fondo y que cuando pasa por el detector, no resulta sancionado, bien por llevar un ilegal inhibidor de radares o bien por disponer de un avisador que le indica donde debe frenar bruscamente para pasar con su coche a la velocidad permitida. Luego, claro está, a pisar otra vez a fondo hasta el siguiente radar.
Tomen nota de donde se están instalando los radares y eviten las multas.
Y acepten una modesta recomendación: no corran demasiado. Aunque sepan que no les pueden pillar.
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