Tal como ya nos advertían los economistas más pesimistas (aunque sería mejor denominarlos “realistas”) la crisis económica, lejos de mejorar, ha ido a peor y si anteriormente los afectados eran principalmente las empresas y los ciudadanos “de a pié”, tras las elecciones del pasado mayo nos hemos enterado de que quienes verdaderamente están al borde de la quiebra son las instituciones públicas (espero que por fin se hayan dado cuenta de que aumentar el gasto público no sólo no saca a un país de una crisis sino que la agrava aumentando el déficit e hipotecando el futuro de las próximas generaciones).
Nuestros mandatarios, muy asustados, están recortando gastos hasta hace bien poco “intocables”, ya saben, comidas, publicidad, viajes, coches oficiales... incluso algunos están dejando de pagar las nóminas de sus funcionarios; las suyas no, por supuesto.
Pero se han acordado tarde de apretarse el cinturón y todo eso no es, ni de lejos, suficiente; hay que ir más allá: dejar de hacer carreteras, olvidarse de las obras medioambientales, aplazar la construcción de museos, juzgados, teatros... y, si nadie lo remedia, recortar en dos campos “tabú”: la educación y la sanidad.
De educación vamos a hablarles: Los precios de los libros de texto para el curso académico 2011-2012 se han incrementado un 2,9% con respecto al año anterior.
Asómbrense. Si usted es funcionario habrá visto reducida su nómina este año y si trabaja en el sector privado, en el caso de no haber perdido su puesto de trabajo, su salario se habrá reducido o, al menos, congelado. Bien; pues los precios de los libros de texto -que habitualmente fijan las Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas o, por lo menos, influyen en ellos- si que aumentan al ritmo de la inflación cuando ésta está en el punto más alto de la gráfica.
Aun así, el sector denuncia que su facturación descendió el año pasado un 3,2% y lo achacan, no a que hayan menos niños o al segundo uso de los libros, sino a que aquellas Comunidades Autónomas que ofrecen programas de gratuidad en los libros de texto los están incumpliendo por el sencillo procedimiento de no comprar libros para su renovación una vez transcurrido el periodo de uso (cuatro años). Sobre todo rebajaron sus compras Andalucía (-30%), Castilla-La Mancha (-26,5%), Aragón (-21,6%) y Canarias (-21,2%).¡Seguro que Griñán, Barreda y compañía prometieron que la educación no tendría ningún recorte!
Pero esa no será la única rebaja: varias federaciones de asociaciones de padres de alumnos, concretamente CEAPA y CONCAPA, dicen estar preocupadas “porque no contratar profesorado, no cubrir las vacantes de docentes que se jubilan y no renovar el contrato a profesorado interino implica, inevitablemente, el aumento del número de alumnos por aula y, en consecuencia, cierta degradación en la calidad de la educación".
La primera de ellas, CEAPA, propone como “solución” dejar la clase de religión fuera del horario escolar para prescindir de sus 15.000 docentes, lo que evitaría los recortes de profesorado en general. La segunda, CONCAPA, acabar con “Educación para la ciudadanía” con el mismo objetivo.¿Y por qué no eliminan las dos y así nuestros hijos podrían dedicar alguna hora más a la matemáticas, los idiomas o la física? Seguro que el “fracaso escolar” no empeoraría con ello.
También advierten que se van a perder las “escasísimas” subvenciones que reciben las federaciones de padres y que se va a resentir la igualdad de oportunidades y la atención a la diversidad, pues este curso habrá menos orientadores, psicopedagogos y otros profesionales de apoyo que son imprescindibles para reducir el fracaso escolar.
Castilla La Mancha, Cataluña, Galicia y Madrid ya tienen trazado un plan para reducir el número de docentes en sus centros educativos. Concretamente esta última, Madrid, propone no renovar los contratos a los profesores interinos y aumentar la jornada lectiva del profesorado de la ESO de ¡18 a 20 horas semanales!, a cambio, ¡cómo no!, de un “significativo” incremento salarial. Con ello lograrían no aumentar el ratio de alumnos por aula, continuar con la misma calidad de enseñanza que hasta ahora (prácticas de laboratorio, clases de refuerzo, servicios de orientación y psicopedagogía, etc.) y conseguir un significativo ahorro para las arcas públicas.
¿Les parece bien la idea? Pues a nuestros queridos sindicalistas no y ya tienen previsto un calendario de actuaciones que incluiría encierros, caceroladas y una huelga general en la enseñanza el próximo 14 de septiembre (coincidiendo con el inicio de curso en Secundaria) para oponerse a estas medidas. Los sindicatos siempre innovando, ¿verdad?
Un último razonamiento. El fracaso escolar no es consecuencia directa del ratio de alumnos por aula. Hace treinta años metían a 40 ó 50 niños en una clase; ahora difícilmente pasan de los 20 y el fracaso escolar, con el consiguiente abandono de los estudios, dobla al de hace tres décadas.
Políticos, profesores y padres deberíamos meditar muy bien cuales son las causas de este mal, aceptar nuestra parte de responsabilidad en el fracaso y buscar soluciones coherentes y rápidas que nos saquen cuanto antes de este desastre.
Ya saben: sin estudios, las futuras generaciones tendrán un futuro muy negro. Incluso peor que el actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario