“¿El tabaco
peligroso? El humo de los autobuses; eso si que tiene peligro. ¿No ves lo negro
que sale por los tubos de escape?” Mi abuelo siempre decía lo mismo cuando le
advertían de la peligrosidad del hábito de fumar. Pues, al parecer, el buen
hombre tenía razón. Al menos, en parte.
Al parecer, la
IARC cataloga en diferentes categorías la probabilidad de que
un compuesto pueda provocar cáncer en las personas. Desde 1988 estos fluidos se
encontraban en una categoría de menos riesgo, el grupo 2A, que recoge
sustancias “probablemente carcinógenas” en personas. Sin embargo, ya en 1998,
un panel de expertos recomendó una revisión prioritaria de esta clasificación
ateniéndose a las nuevas evidencias que alertaban de sus riesgos y
ahora, en 2012, lo ha ascendido definitivamente al grupo 1, el más peligroso
para el ser humano, junto con otras sustancias como el tabaco, el arsénico, las
lámparas de bronceado (subieron de categoría en 2009), las radiaciones solares,
el gas radón, etc. Las gasolinas todavía se han quedado en un escalón inferior,
el 2A.
Para llegar a estas conclusiones se han tenido en cuenta
decenas de investigaciones llevadas a cabo con trabajadores
altamente expuestos al humo del tráfico en distintos
entornos, como los controles de las autopistas o las gasolineras. Teniendo en
cuenta todos estos datos, la IARC
considera que existen "suficientes evidencias" sobre la relación del
cáncer y la combustión de los motores. Concretamente apuntan que esta relación
está más que clara en el caso de los tumores de pulmón y algo menos en el caso
de otros diagnósticos, como el cáncer de vejiga.
¿Cuántos miles de millones de personas
estamos expuestos diariamente al humo desprendido por los motores diesel? Incalculable.
Piensen que, además de los vehículos particulares (en España un 75% de los
coches vendidos actualmente funcionan con gasoil), los camiones y los
autobuses, estos motores también se encuentran presentes en trenes, barcos,
generadores eléctricos…
Tal como reconoce Kurt Straif, responsable del programa
monográfico de la IARC ,
este estudio se ha llevado a cabo en poblaciones de trabajadores mucho más
expuestas que la media, pero la experiencia de la IARC dicta que estos estudios
siempre van seguidos de evidencias que demuestran el mismo riesgo en la
población general.
No queremos ser alarmistas. Sabemos que la OMS se ha precipitado en
numerosas ocasiones (baste recordar la gripe A). Y conocemos los trabajos que
se están realizando por parte de la industria del automóvil y las grandes
petroleras para fabricar diesel menos contaminante (con menor contenido en
sulfuro) a la vez que se producen motores más eficientes. Pero, ¿cuántas
décadas pasarán hasta que se reemplacen los motores actuales por otros que no contaminen,
sobre todo en países en vías de desarrollo?
Esperemos que ahora que la OMS ha dado el paso definitivo en la declaración
del humo del diesel como cancerígeno, las autoridades tomen cartas en el asunto
y aborden este problema como uno de los principales retos a superar en los
próximos años. Pero, por favor, no lo arreglen como siempre subiendo impuestos.
El tan manido “cambio climático”, todavía por demostrar, se
lleva miles de millones de nuestras arcas en estudios. El “cáncer de los
diesel”; ¿tendrá la misma repercusión mediática? Esperemos que los motores eléctricos
evolucionen rápidamente.
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