Seguro que si les
digo que el trabajo de eurodiputado es uno de los más envidiados del mundo no
les pilla de sorpresa. Todos conocemos los privilegios que disfrutan etos
políticos elegidos, en el mejor de los casos, por un escaso 50% de la población
(las elecciones europeas con las que más abstención tienen).
A pesar de que la
importancia de las decisiones que toman y el “estres” que ello les provoca es
bastante conocido por todos, no me resisto a reproducir estas fotos que me han
llegado por correo durante estas vacaciones.
¿Qué requisitos
se deben cumplir para acceder a esta “casta”? Sobre todo dos: pertenecer a uno
de los partidos mayoritarios de cada país y ser lo suficientemente molesto para
los máximos dirigentes de ese partido como para que no quieran verle por
delante y lo manden al “retiro dorado” europeo.
Total, para lo
que tienen que hacer allí... Lo digo porque, tal y como también ocurre en
España, estos parlamentarios solamente sirven para apretar el botoncito que les
digan desde su partido a la hora de realizar las votaciones. Y ese botoncito
siempre será el que hayan acordado los principales mandatarios europeos en sus
periódicas reuniones (lease Merkel y, quizá, Hollande).
A cambio, los más
de 750 eurodiputados, cobran unos 8.000 euros mensuales (6.200 una vez pagados
los impuestos) de sueldo base, más 4.300 de dietas generales y otras jugosas
cantidades por asistir a plenos o desplazarse fuera de la Unión Europea.
En total más de 15.000 euros “limpios” mensuales.
Pero, aun así, no
tienen suficiente. Cada dos o tres meses surge un nuevo escándalo relacionado
con los haberes que cobran sus señorías. Después de las últimas elecciones
europeas, los parlamentarios no dudaron en “unificar” sus emolumentos. Naturalmente,
igualándolo a los que más cobraban en ese momento (hasta entonces cobraban lo
mismo que los diputados de sus respectivos parlamentos nacionales. En el caso
de los europarlamentarios españoles, pasaron de 3.100 a 7.600 euros).
También causaron
cierto revuelo sus “necesidades” a la hora de volar en avión. Sus señorías ya
están demasiado mayores para volar en clase turista. Por ello, el Parlamento
Europeo no duda en pagarles la clase bussines las tres o cuatro veces que al
mes tienen que desplazarse a Bruselas o Estrasburgo: 1.500 euros cada viaje de
ida y vuelta. Cuando se promovió una votación en el mismo parlamento que pretendía
imponer la clase turista en los desplazamientos dada la actual crisis económica
y por aquello de apretarse el cinturón… ¿adivinan cual fue el resultado? (Por
si les sirve, tanto PP como PSOE y UpyD votaron en contra de la reforma).
Y hace poco salió
a la luz, gracias a la cadena de televisión alemana RTL, la pequeña trampa que
hacían muchos de nuestros representantes para cobrar la dieta extra de 300
euros por asistir a las sesiones de los viernes, último día de la semana: el
taxi que los acercaba se quedaba esperándoles en la puerta, con las maletas
cargadas dentro, ellos bajaban a toda prisa, fichaban y a los diez minutos se
les podía ver en el aeropuerto cogiendo el avión hacia sus respectivos países.
¿Saben como
reaccionan “sus señorías” a todos estos escándalos o a la publicación de fotos
como las que les traemos hoy? Muy fácil: se sientan en sus mullidos sillones, descansan
en sus confortables despachos o durmen plácidamente en sus asientos de clase bussines
en los aviones mientras la fugaz indignación ciudadana se diluye en el
tiempo.
Tengo la
esperanza de que llegará el día en que los contribuyentes recordemos todo esto
a la hora de depositar nuestra papeleta en la urna, que es, al fin y a la
postre, el único momento en el que nos necesitan. ¿Qué ocurriría si en unas
elecciones se registrase un 95% de abstención? ¿Se sentirían legitimados?
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