Inmersos en plena campaña electoral, los
diferentes partidos políticos han hecho saber a sus potenciales votantes los
programas que, según ellos, llevaran a cabo si los españoles les otorgan su
confianza.
Como en este blog tenemos un enorme respeto
por nuestros lectores, no vamos a hacerles perder el tiempo desglosándoles unas
propuestas que, como siempre, están repletas de buenas intenciones, falsas
promesas y mucha demagogia. Si quieren conocerlas pueden acudir a las páginas
web de cada uno de los partidos: allá ustedes.
De la única que queremos hacernos eco es de
una propuesta del Partido Popular que promete que, en caso de llegar al poder,
reducirá las partidas de cooperación internacional. Desde la formación liderada
por Mariano Rajoy argumentan que tal y como está nuestro país, estas ayudas
deben quedarse aquí; que tenemos muchos ciudadanos necesitados y que ya vendrán
tiempos mejores que permitirán retomar esta labor solidaria. Como no podía ser
de otra forma, el resto de partidos políticos han puesto el grito en el cielo
ante esta medida.
Cabría pensar ante esta reacción que la
política de cooperación exterior llevada a cabo durante estos años por el
Gobierno del Partido Socialista era completamente la contraria. Es más, si sólo
nos fijamos en las abultadas partidas presupuestarias destinadas a estos fines,
podríamos llegar a pensar que así era, pero, ¿dónde iba a parar realmente todo
ese dinero?
Existen numerosas agencias y organismos
encargados de esta labor, pero pondremos como ejemplo las cuentas anuales
correspondientes al ejercicio 2010 publicadas recientemente por la Agencia Española
de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
De un presupuesto total de 963 millones de
euros, 54 millones se destinaron a pagar los gastos de los 1.015 empleados de
la agencia (369 funcionarios y 646 laborales), así como a los altos cargos de
la presidencia, la secretaría general y las cuatro direcciones generales con
que cuenta la entidad. Hay otra partida todavía más elevada: 69 millones de
euros que se consumieron en gastos corrientes necesarios para el funcionamiento
de la Agencia. Por
tanto, el total de sueldos y gastos asociados de la AECID sumaron el año pasado
123 millones de euros, curiosamente la misma cantidad que la destinada a ayuda
alimentaria y humanitaria para las zonas más necesitadas del Tercer Mundo (123
millones). Gastaron lo mismo en burocracia que paliando el hambre en los países
más pobres; todo un ejemplo de buena gestión.
Pero los gastos, podríamos denominar
“superfluos”, no terminan ahí. Durante el año 2010 se realizaron 355 cursos que
nos costaron a todos los españoles 30 millones de euros (la partida de ayuda
alimentaria para los países que padecen hambrunas fue de 22 millones) y 27
seminarios organizados por la
AECID con un coste de 6 millones.
Otras partidas importantes fueron las que se
destinaron a la publicación de 105 libros por valor de 1,2 millones o a la
compra de 38.200 libros y revistas cuyo montante ascendió a casi 2 millones de
euros.
¿En esto consiste la “cooperación al
desarrollo”? ¿Desarrollo de quien? Queda claro con estas cifras: de los propios
gobernantes que, enmascarándolo de solidaridad, enchufan a cientos de amiguetes
(con sueldos de escándalo) para que se peguen la vida padre asistiendo a cursos
y seminarios “todo incluido” a la vez que financian la publicación de las obras
de otros “intelectuales afines” y compran todo lo que les ofrezca el grupo de
comunicación “de cabecera” que todos conocemos.
Pues miren, estoy de acuerdo con la propuesta
del PP: que todo lo que se llevan estos caraduras, se reparta entre todos los
españoles.
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